El autor del virus más destructivo tuvo una condena leve
Sven Jaschan, el joven alemán de 19 años autor del virus Sasser, fue condenado a un año y nueve meses de prisión, que cumplirá en libertad condicional. Los demandantes habían solicitado en el juicio una pena de prisión de dos años y 200 horas de servicios a la comunidad durante tres años.
Una portavoz de la Audiencia Provincial de Verden, al norte de Alemania, Katharina Kruetzfeldt, aseguró que finalmente "el acusado realizará 30 horas de servicios a la comunidad". La defensa de Sven Jaschan había solicitado una pena de prisión de un año con libertad condicional.
Las víctimas del Sasser evidencian la capacidad destructiva de este gusano. Algunas empresas de seguridad lo calificaron como el más destructivo jamás programado. Desde British Coastguard hasta la Comisión Europea, o desde Goldman Sachs hasta la filial de Westpac Bank en Australia fueron afectadas por los efectos del gusano de Jaschan.
Según las leyes alemanas, Jaschan podría haber hecho frente a una pena de cárcel máxima de cinco años.
"Monstruo de computadora"
El autor del Sasser, que las autoridades describieron como un "monstruo de computadora", fue identificado como el autor del gusano después de que Microsoft ofreciera una recompensa de 250.000 dólares —210.000 euros— por la información que conducía a su detención.
Además, las autoridades piensan que Jaschan comenzó a crear algunos programas, incluyendo el virus Netsky, para buscar y para destruir otros virus. Entre los 173 testigos que citó la acusación hubo representantes de empresas afectadas y expertos en virus informáticos.
Pérdidas millonarias
El virus Sasser se coló en mayo de 2004 en las computadoras a través de un agujero de los sistemas operativos de Microsoft Windows XP y Windows 2000, de cuya existencia se tenía noticia desde hacía tiempo.
La difusión del virus a computadoras ajenas conectadas a Internet se produjo a través de una conexión autónoma controlada por un programa que desarrolló el condenado.
La peligrosidad del gusano Sasser, que causó estragos en empresas, instituciones y universidades de todo el mundo y cuantiosas pérdidas económicas, radicaba en que, a diferencia de la mayoría de los virus, no necesitaba que el usuario abriera un archivo para activarse.