Jack Dorsey, el visionario que creó hace 10 años Twitter, la red de los 140 caracteres
El emprendedor estadounidense Jack Dorsey inventó hace 10 años Twitter, y fue él quien mandó el primer mensaje y el segundo consejero delegado.
Fue uno de los ingenieros que formaba parte de Odeo, un servicio que quería hacer con los podcasts lo mismo que ya había sucedido con los blogs.
Evan Williams, el fundador de Blogger, había vendido su invento a Google y quería repetir el éxito con el mundo de la radio personal, hecha por particulares, en el móvil. Pero la llegada de iTunes, la plataforma de Apple, los dejó fuera de juego.
Siguiendo las normas de esta zona del planeta, decidieron buscar el rumbo de la empresa celebrando un hackathon, algo así como un maratón de programación que sirve para crear productos nuevos en un fin de semana.
Dorsey (en la foto) creó un sistema parecido al de la mensajería instantánea de moda entonces, el chat de AOL, para decir qué se estaba haciendo.
Quizá en ese momento no lo pensó, quizá sí, pero fue la primera red social pensado por y para el universo móvil.
Ante la desesperación de Odeo por sacar adelante un producto, decidieron adoptar la sencilla idea de este chico como producto principal.
Sus detractores le acusan de perder el foco, de no concentrarse en la tarea.
Se le achacó que pasase más tiempo en sesiones de yoga que en reuniones o que flirtease con hacerse diseñador de moda. Incluso llegó a postularse para la alcaldía de Nueva York, recordó el diario español El País.
Sus detractores le acusan de perder el foco, de no concentrarse en la tarea.
Dick Costolo asumió el papel de profesional en Twitter. Más orden en la oficina, en los procesos, en los equipos y búsqueda de modelo de negocio.
A pesar de la polémica por el estancamiento en el crecimiento de usuarios, le entregó su creación con casi 400 millones de cuentas activas y 2.000 millones de dólares en ingresos.
En su travesía fuera de Twitter, entre 2008 y 2015, solo tuvo una obsesión: volver.
Ocupó portadas de revistas, concedió entrevistas en las que se mostraba como un gurú futurista y logró un paso importante para su meta final, que se le comenzase a proclamar como el próximo Steve Jobs.
El éxito de Square fue su aval para el asalto a Twitter. Primero, retomando amistad con inversores clave, después con declaraciones.
En una estrategia calcada a la del fundador de Apple, llegó como interino en el verano boreal y quedó fijo en el cargo en el otoño.
Una vez conseguido ese título se lanzó a crear una nueva empresa: Square se convirtió en cuestión de meses en la fórmula de pago de los vendedores ambulantes, puestos de comida y gastronetas de la zona de la bahía de San Francisco.
Un pequeño adaptador de cinco dólares convertía cualquier móvil en una plataforma que acepta tarjetas de crédito con una comisión mínima.
Siguiendo la estela de Jobs con Pixar, su gran apuesta mientras estuvo fuera de Apple, el éxito de Square fue su aval para el asalto a Twitter.
Durante su tiempo fuera nunca había dejado de usar su cuenta. Incluso participó en manifestaciones en contra de la violencia policial como un activista más, avisando de los puntos calientes desde su móvil.
En la última llamada con los analistas, ante una pregunta previsible para alguien que es el máximo ejecutivo de dos empresas cotizadas: ¿Cómo reparte el tiempo entre Square y Twitter?
Lo podía haber arreglado con otra respuesta, más elaborado o hipócrita si se quiere, pero dijo lo que realmente hace: “Soy flexible, depende de las necesidad de cada una dedico más o menos tiempo y adapto mi agenda”.
Este año cumplirá los 40. En esta segunda vida al frente de la empresa apenas se le ve en fiestas. La frivolidad ya no está en su diccionario. En su mano está recuperar el gran impacto que tuvo.
Para esta resurrección de Twitter cuenta con un arma secreta, su amor por los ingenieros. No solo los de la casa, sino sobre todo, los que dan forma a un universo de aplicaciones que construyen a partir de Twitter.
Renovar la confianza tras un largo periodo de abandono es clave para que vuelva a primera fila y se convierta en un negocio próspero.