iProfesionaliProfesional

Investigadores, empresarios y gremialistas coinciden en rechazar la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología

La decisión de transferir la cartera al ámbito de Educación fue criticada con dureza por representantes de la academia, las compañías y los trabajadores
05/09/2018 - 06:18hs
Investigadores, empresarios y gremialistas coinciden en rechazar la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología

La rebaja de categoría del área de Ciencia y Tecnología en el Gabinete, que pasó de ministerio a secretaría, generó un hecho inédito: la coincidencia entre investigadores, empresarios y gremialistas contra la decisión del presidente Mauricio Macri.

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt) fue creado el 10 de diciembre de 2007. Lino Barañao fue su primer y único titular, ya que fue reelegido para el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner y luego confirmado en su cargo por Macri.

Esta cartera tiene una estructura pequeña, con dos programas propios, la administración y las áreas sustantivas (planificación y articulación de políticas científicas). En su esfera están la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt), encargada de otorgar subsidios de investigación, el Conicet y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).

Desde 2007 y hasta 2015, el Mincyt fue actor principal en la expansión del sistema científico tecnológico a través de medidas que incluyeron repatriación de científicos, construcción de 90.000 metros cuadrados de laboratorios, aumento progresivo de ingresantes a la carrera de investigador científico (CIC) del Conicet, así como de becas, puestos de técnicos y administrativos.

El Mincyt será absorbido por la nueva cartera de Educación, Cultura y Ciencia que encabezará Alejandro Finocchiaro, quien ya era el ministro de Educación antes de estos cambios.

La decisión de Macri, anunciada el 3 de septiembre, fue rechazada por investigadores, quienes cuestionaron ante iProfesional a Barañao, y también por la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI) y el sindicato estatal ATE, además de otros actores del ecosistema científico local.

Desde el lado de los investigadores y la academia, el pronunciamiento más categórico y representativo provino del grupo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA), que repudió la medida.

En un comunicado, este espacio denunció que desde el cambio de gobierno hace casi 3 años, “se redujo en un 50% el número de ingresantes a la CIC, los salarios y becas se encuentran en los niveles más bajos de la región, no se giran fondos para el funcionamiento de institutos y centros de investigación, se eliminó el plan nacional de infraestructura, ni la Anpcyt ni el Conicet cuentan con presupuesto para afrontar los pagos de subsidios de investigación y compras de equipamiento ya acordados, y se han suspendido las contrapartes de convenios internacionales. La reciente mega devaluación se ha llevado consigo el poder adquisitivo de los ya magros subsidios de investigación, sobre todo en las áreas experimentales en que la inmensa mayoría de insumos y equipamiento son importados y cotizan en dólares”.

La declaración del grupo fue rubricada, entre otros, por Adrián Paenza; Alberto Kornblihtt; Daniel Filmus; Emmanuel Álvarez Agis; Luis Alberto Quevedo; Noé Jitrik; Roberto Salvarezza; y Rolando González-José.

Más de 40 destacados investigadores e investigadoras argentinas radicadas en el exterior difundieron una dura carta frente la degradación del Ministerio de Ciencia. “Construir un sistema científico es un proceso que lleva muchos años. Se destruye, en cambio, en muy breve tiempo, solo con un decreto”, afirman en el documento, divulgado por la agencia Nex Ciencia.

Los Premios Raíces son una distinción que daba el ex Ministerio de Ciencia, desde 2010 a científicos argentinos radicados en el exterior que aportan al fortalecimiento de la vinculación y de las capacidades científicas y tecnológicas de la Argentina.

El grupo de premiados dio a conocer la carta donde expresan “profunda preocupación por la desaparición del Mincyt”.  “Nos preocupa enormemente no sólo el cierre del Mincyt, sino el desfinanciamiento del sistema científico, la devaluación de los subsidios otorgados por el Mincyt debido a la enloquecida inflación que impide la renovación de equipamiento así como la devaluación de los salarios a investigadores, becarios y personal de apoyo", afirma el documento.

La eliminación del ministerio “es un paso atrás enorme, tan grande como lo fue en el sentido inverso su creación en 2007”, afirmó ante iProfesional Gabriel Baum, ganador del premio Konex en tecnologías de la información y las comunicaciones.

“Es un retroceso, tanto desde el punto de vista de las políticas públicas, en tanto los planes y proyectos para el área dejan de estar en la mesa de las grandes decisiones y la consecuente baja de importancia y de recursos para la misma. Y también desde el punto de vista simbólico para toda la comunidad (no solo la científico-tecnológica), lo cual no es un tema menor en un momento histórico en el cual los avances científicos y las innovaciones tecnológicas hacen la diferencia entre las naciones como nunca antes”, advirtió este licenciado en Informática por la Universidad Nacional de La Plata, donde trabaja como profesor titular de la Facultad de Informática, y dirige el Laboratorio de Investigación y Formación en Informática Avanzada (LIFIA).

Baum aclaró que “de todas formas” no le sorprendió que “un gobierno que favorece tanto la especulación financiera como la producción de ‘commodities’ basados en recursos naturales y desprotege a la industria nacional, desprecie la importancia de la producción de conocimiento científico y técnico”.

“Esta decisión debe verse en conjunto con la reducción de los presupuestos universitarios, la negativa a pagar salarios dignos a los docentes y el virtual abandono de la educación pública. Visto en conjunto, se trata de condenar a la Argentina a renunciar a construir una sociedad basada en el conocimiento, algo bastante parecido a condenar a la pobreza y la exclusión a millones de compatriotas”, afirmó el ganador del premio Sadosky de Oro 2005.

Para Dora Barrancos, socióloga, historiadora y una de las dirigentes más conocidas del movimiento feminista argentino, la decisión “es un gravísimo retroceso. El Mincyt respondió en su momento al impulso que se habían dado a las políticas científicas y tecnológicas”.

“Esta involución en verdad se compadece con el ajuste que ya se venía produciendo en esta dimensión fundamental para el desarrollo en el país. Pero este cambio de inscripción institucional es una golpe de gracia”, afirmó Barrancos ante iProfesional.

Más categórico fue ante iProfesional Juan Pablo Paz, profesor titular plenario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigador superior del Conicet, director del Instituto de física de Buenos Aires, y distinguido en 2015 como Investigador de la Nación: “Pésima. Un retroceso enorme para nuestro país”.

El consultor Alejandro Prince se diferenció de estas voces al reparar que “el cambio de rango en si no debería implicar más que su nombre. El tema que deberá analizarse es la continuidad (suspensión o cancelación) de las políticas y programas de ciencia y tecnología y la racionalización de la planta de funcionarios, empleados e investigadores”.

Desde San Luis, Alicia Bañuelos, rectora de la Universidad de la Punta y una de las pioneras del desembarco de Internet en la Argentina, calificó a la decisión como un suceso ”tremendo”, porque la ciencia y la tecnología “salieron de la agenda real”, lo que ”habla de la falta de entendimiento profundo de la revolución científica y tecnológica del proceso que nos lleva hacia la cuarta revolución industrial, la economía 4.0”.

“La degradación del Mincyt a Secretaría no puede ser sino negativa. Implica no solo reducción de presupuesto, de personal, de proyectos, lo cual es de por sí desastroso para nuestra maltratada C&T+I (ciencia y tecnología más investigación sino también la pérdida de autonomía en cuanto a políticas y estrategias", dijo a iProfesional Susana Finquelievich, doctora en Sociología Urbana especializada en investigaciones sobre la sociedad de la información y el conocimiento e investigadora independiente del Conicet.

Críticas empresarias y rechazo sindical

La cámara de empresas del software (CESSI) expresó, junto a la red de polos y clústeres tecnológicos de todo el país, su rechazo a la eliminación del ministerio. En un comunicado, recordaron que al inicio de la gestión de Macri afirmaron que “mantener” al Mincyt “como política de Estado a los Argentinos, es sin lugar a duda un mayor progreso y desarrollo para la sociedad”.

“A los empresarios de la industria del software les daba una inequívoca señal de previsibilidad, indispensable para seguir invirtiendo y apostando, para que nunca abandonemos el camino hacia una Argentina digitalmente desarrollada que se destaque a nivel mundial en la generación de más y mejor talento científico y conocimiento digital”, sostuvo la cámara patronal.

“Hoy, la industria argentina del software recibe con impotencia y dolor la noticia de la eliminación de un ministerio esencial para el desarrollo del país y de nuestra industria”, reconoció la CESSI.

“En contra de la ola de creación a nivel mundial de ministerios como el eliminado, que se dedican al enorme impacto de la ciencia y la tecnología en la nueva era del conocimiento, afecta, incluso, en la calidad de vida de la gente”, advirtieron los empresarios.

“La inversión en educación, ciencia y tecnología nunca fue ni será un gasto recortable aún en las agudas crisis como la que estamos viviendo, es justamente una de las más preciadas inversiones de una sociedad, mucho más importante que cualquier otra de dentro o fuera del país”, señala la declaración empresaria, que expresa la “esperanza” de que “sea solamente una medida de carácter transitorio y que prontamente la ciencia, la tecnología y la innovación productiva vuelvan a tener el rango institucional y los recursos presupuestarios que merece el desarrollo y el futuro de nuestra Nación”.

José María Louzao Andrade, flamante presidente del Polo IT Buenos Aires, señaló ante iProfesional que la medida es “una mala señal”, porque los objetivos y funciones del Ministerio de Educación, que lo absorbe, son muy diferentes a los que se plantearon desde los ámbitos científicos y productivos cuando se creó el ministerio en el año 2007; la estrategia de Ciencia, Tecnología e Innovación constituye el faro del desarrollo de un país”.

Carlos Pallotti, ex subsecretario de Servicios Tecnológicos y Productivos bajo la administración Macri, reparó que “es atribución del Presidente seleccionar el esquema de ministerios y funcionarios que mejor se adapta para llevar adelante las políticas que quiere implementar”, aunque afirmó ante iProfesional que “desde hace mucho” cree que “debería existir un Ministerio de la Innovación, que incluya la actividad científica, el desarrollo productivo de base tecnológica, el fortalecimiento del ecosistema emprendedor, las telecomunicaciones, y la modernización del estado desde el punto de vista tecnológica”.

“La actual reforma, con otras realizadas anteriormente, creo que le quita prioridad al tema del desarrollo tecnológico en la Argentina”, concluyó este ex funcionario, ganador del premio Sadosky de Oro 2007.

Desde la filial del sindicato ATE en el Conicet, la eliminación de la cartera científica es una medida que “junto con el cierre de otros ministerios clave, como los de Salud y Trabajo, viene a cristalizar una política nacional de desguace del Estado y de desprecio hacia lo público y hacia los derechos del pueblo trabajador, en favor de la especulación financiera internacional que tiene como cara visible al Fondo Monetario Internacional”.

Guadalupe Maradei, doctora en Filosofía y Letras y una de las voceras de la Red Federal de Afectados del Conicet, el cierre “es el corolario de un proceso de ajuste brutal del sector, que se ha producido desde la votación del presupuesto nacional en 2015, con reducciones significativas y progresivas del porcentaje del PBI destinado a la innovación y la investigación científico-tecnológica”.

La Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC) repudió la eliminación del ministerio y su pase a secretaría dentro del Ministerio de Educación. "Durante más de diez años, el ministerio jerarquizó la actividad de los investigadores en el país y permitió inéditos avances en el área. Su pérdida supone un daño tanto simbólico como material. Como red profesional, creemos que el país necesita más y mejor ciencia, así como más y mejor investigación para la toma de decisiones y el desarrollo productivo. Degradar el rango de la cartera, en el marco de una reducción presupuestaria en el área de ciencia y tecnología, transmite el mensaje de que se puede prescindir de la contribución de la ciencia al progreso del país".

Panorama negro

Todas las fuentes consultadas por iProfesional coincidieron en pronosticar un panorama negó para el sector científico luego de esta medida. Para Baum, “claramente” habrá “menos recursos, menos visibilidad y menos integración con los programas nacionales en el máximo nivel. Esto es menos conocimiento y menos tecnología en las políticas y programas públicos. Consecuentemente, menos conocimiento y menos tecnología en la producción nacional”.

Barrancos recordó que “estábamos ya sobre una reducción grave en los borradores que habían llegado sobre el Presupuesto 2019, y la expectativa negativa queda consagrada con esta degradación de la estructura administrativa de CyT”.

Paz pronosticó que “seguramente va a significar la profundización de la grave crisis en la que se encuentra el sector científico argentino. Hoy está totalmente desfinanciado, no hay dinero para el funcionamiento de institutos (tanto en el Conicet como en otros ámbitos), los fondos disponibles para proyectos se han evaporado, los jóvenes comienzan a emigrar nuevamente. La situación es grave...”

“Si el proyecto de país es regresar a un estadio de producción primaria, agrícola y minera, porque así lo requiere el nuevo modelo geopolítico global, se necesitará la destrucción de todo avance científico que no esté referido a estos objetivos. Así, en plena evolución de la Industria 4.0, se reducirá la Argentina a proveedor de mano de obra especializada barata y a software no innovador”, alertó Finquelievich.

Los claroscuros de Barañao

La figura del único ministro que tuvo el Mincyt durante toda su existencia como tal ofrece claroscuros, en especial en sus dos etapas, la primera bajo la presidencia de Fernández de Kirchner y la segunda, como ministro de Macri.

Para Baum, Barañao “tuvo un primer período en el cual era necesario recuperar un sistema científico (básicamente el Conicet) que venía de décadas de abandono y apenas había recuperado algo (en los salarial y en las becas) durante la gestión de Néstor Kirchner. Aumentando el presupuesto para proyectos, los salarios, los ingresos a la carrera del investigador y el número de becas, e invirtiendo en infraestructura y equipamiento, hizo una enorme diferencia y ganó el reconocimiento de la comunidad científica. Hizo algo muy necesario y dio un muy buen primer paso”.

Pero durante su segundo período de gestión, según Baum, Barañao “no logró realizar un cambio cualitativo que era necesario; esto es, pasar de una política de apoyo general a la ciencia, a una política de promoción a las áreas específicas de la ciencia y la tecnología que el desarrollo del país requería”.

“El último período, cuya culminación estamos viendo, fue el comienzo del desmantelamiento del sistema científico nacional. Es mejor ni comentarlo, simplemente es para el olvido”, concluyó.

Paz fue más categórico: “Lino Barañao es la demostración viviente de que las condiciones de contorno determinan el comportamiento de un individuo. Fue un ministro hasta 2015 y otro a partir de esa fecha (…) A partir de 2015 fue protagonista y responsable de la decadencia del sector y de su desmantelamiento”.

Para el Investigador de la Nación 2015, “es lamentable que con su participación haya contribuido a encubrir la situación durante un tiempo, pero a esta altura toda la comunidad científica denuncia la actual situación como un grave proceso de destrucción (del que Barañao es corresponsable)”.