• 21/12/2025
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Guerra por Internet satelital: China lanza SpaceSail para pelearle a Starlink en Argentina y la región

Esta rivalidad promete cerrar la brecha digital que afecta a más del 40% de la población regional, y plantea interrogantes sobre soberanía tecnológica
21/12/2025 - 08:04hs
Guerra por Internet satelital: China lanza SpaceSail para pelearle a Starlink en Argentina y la región

En el vasto continente sudamericano, donde millones de personas en regiones remotas aún luchan por acceder a Internet de alta velocidad, una nueva competencia tecnológica se libra en las alturas.

La llegada de SpaceSail, el ambicioso proyecto chino conocido como "Thousand Sails" o Qianfan, irrumpe en el mercado de Internet satelital de América latina, directamente en competencia con Starlink, el servicio de la empresa SpaceX, del magnate sudafricano-estadounidense Elon Musk.

Esta rivalidad no solo promete cerrar la brecha digital que afecta a más del 40% de la población regional, según datos del Banco Mundial, sino que también plantea interrogantes sobre soberanía tecnológica y control de datos en un área estratégica para las potencias globales. Mientras Brasil se convierte en el epicentro de esta confrontación, la región entera podría reconfigurarse en el tablero geopolítico de la conectividad.

El desembarco en Brasil: Un acuerdo estratégico con Telebras

El detonante de esta "competencia de los cielos" en América latina fue el acuerdo firmado entre SpaceSail y Telebras, la empresa estatal brasileña de telecomunicaciones. Este pacto, valorado en cientos de millones de dólares, permite el despliegue inicial de terminales Qianfan en zonas rurales y amazónicas, donde la infraestructura terrestre es prácticamente inexistente. Telebras, que ya había colaborado con Starlink en 2022, optó por diversificar sus proveedores ante las crecientes tensiones políticas con Musk.

El contexto político es clave. La firma del acuerdo coincidió con la visita de Estado del presidente chino Xi Jinping a Brasil, una gira que fortaleció los lazos bilaterales en medio de la cumbre de los países integrantes del G20.

Lula da Silva, quien regresó a la presidencia brasileña en 2023 con una agenda de soberanía nacional, vio en SpaceSail una oportunidad para contrarrestar la dependencia de proveedores estadounidenses.

Previamente, en 2024, una disputa pública entre Musk y el Tribunal Supremo Federal de Brasil —derivada de la suspensión temporal de Starlink por presuntas violaciones a órdenes judiciales sobre libertad de expresión— aceleró esta movida.

Musk acusó al gobierno brasileño de censura, lo que llevó a una revisión de contratos y a la búsqueda de alternativas de "seguridad nacional". El acuerdo con SpaceSail incluye cláusulas de protección de datos locales, alineadas con la Ley General de Protección de Datos (LGPD), diferenciándose del modelo más global de Starlink.

Este desembarco no es casual. Brasil, con sus 8,5 millones de kilómetros cuadrados y una población dispersa en la región de Amazonía, representa el mercado más grande de la región para Internet satelital.

SpaceSail inicia con 1.000 terminales distribuidos vía Telebras, enfocados en escuelas, hospitales y comunidades indígenas. La logística estatal facilita la instalación: técnicos chinos capacitados por la propia Qianfan colaboran con locales, reduciendo costos en un 30% comparado con importaciones directas de Starlink.

Este pacto posiciona a Brasil como puente entre China y el resto de América latina, similar a cómo la empresa china Huawei se expandió en la tecnología de telefonía móvil de quinta generación (5G).

La estrategia de Lula va más allá de la conectividad. En un discurso posterior a la visita de Xi, el presidente brasileño enfatizó la "diversificación tecnológica" para evitar monopolios, recordando las sanciones estadounidenses contra empresas chinas como un riesgo para aliados occidentales.

SpaceSail, respaldada por el gobierno de Pekín a través de Shanghai Spacecom Satellite Technology, ofrece no solo satélites, sino financiamiento blando vía el Banco de Desarrollo de China, lo que alivia la carga fiscal brasileña.

Planes de expansión en América latina: Brasil como puerta de entrada

Brasil no es un fin, sino el trampolín para una expansión regional ambiciosa. SpaceSail apunta a Bolivia y la Argentina. En Bolivia, un memorando de entendimiento preliminar firmado por la administración Arce en 2024 contempla 500 estaciones iniciales, integradas al plan nacional "Bolivia Conectada", financiado parcialmente por Pekín.

El nuevo gobierno boliviano no definió el futuro de ese acuerdo. La Argentina, bajo la presidencia de Javier Milei, presenta un caso más complejo, debido a su alineación absoluta con los Estados Unidos.

Esta expansión se enmarca en la "Ruta de la seda digital", la extensión digital de la Iniciativa de la franja y la ruta. Esta red incluye cables submarinos, centros de datos y ahora constelaciones satelitales, con América latina como nuevo frente. Qianfan se integra perfectamente: sus satélites, lanzados desde el centro de lanzamiento de satélites de Taiyuan en China, usan rutas orbitales optimizadas para el hemisferio sur.

En Venezuela, el régimen dictatorial de Nicolás Maduro ya colabora con China en telecomunicaciones, y SpaceSail podría suplir la salida de Starlink tras sanciones estadounidenses. Esta estrategia de "puerta de entrada" vía Brasil aprovecha acuerdos del Mercosur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), donde China es inversor clave. Para 2026, SpaceSail aspira a 5 millones de usuarios en la región, compitiendo con los 2 millones actuales de Starlink en América latina.

Características técnicas de SpaceSail

SpaceSail es el proyecto más audaz de China en órbita baja terrestre (LEO). Su constelación apunta a 15.000 satélites para 2030, superando en escala a competidores globales. Los primeros lanzamientos ocurrieron en agosto de 2024 desde Taiyuan, con cohetes Long March 6A desplegando 18 satélites modelo G60. Cada G60 pesa unos 200 kg, mide 3 metros de largo y equipa paneles solares de alta eficiencia para operaciones autónomas.

La tecnología clave radica en frecuencias de banda Ku (para bajada de datos), Q y V (para comunicaciones de alta capacidad). Esto permite velocidades de hasta 500 Mbps de bajada y 100 Mbps de subida, con latencia por debajo de 50 ms en pruebas iniciales.

A diferencia de sistemas geostacionarios, la LEO minimiza retrasos, ideal para streaming y telemedicina. SpaceSail enfatiza costos bajos: terminales a 300 dólares por unidad, subvencionados por el estado chino, y suscripciones mensuales de 20-40 dólares, un 40% menos que Starlink. La logística estatal incluye fábricas en Shanghai para producción masiva, reduciendo dependencia de cadenas globales.

Los satélites G60 operan entre 500 y 1.500 km de altitud, superior a los 550 km de Starlink, lo que amplía cobertura por satélite pero incrementa marginalmente la latencia (de 20-40 ms a 30-60 ms). Incluyen propulsores iónicos para maniobras de desorbitación, cumpliendo regulaciones de la FCC y ITU sobre basura espacial. En Brasil, las pruebas con Telebras validaron 200 Mbps en el Amazonas, superando conexiones 4G locales.

Starlink: El líder del mercado

Starlink lidera con madurez probada. Para diciembre de 2025, supera los 6.000 satélites en órbita, lanzados vía Falcon 9 desde Florida y California. Su fortaleza son los enlaces láser inter satelitales, con enrutamiento de datos entre satélites sin depender de estaciones terrestres, logrando cobertura global incluso en océanos y polos. Sus velocidades típicas son entre 100 y 300 Mbps, y una latencia de 20-40 ms.

Integrado al ecosistema SpaceX, Starlink se beneficia de reutilización de cohetes, bajando costos de lanzamiento a 1.000 dólares por kg. Los terminales "Dishy McFlatface" son amigables con el usuario, con auto alineación vía aplicación. En América latina, opera en 15 países, con 2 millones de suscriptores.

Diferencias clave: Altitud, latencia y modelos de negocio

Las diferencias son nítidas. SpaceSail vuela más alto (500-1.500 km vs. 340-550 km de Starlink), cubriendo áreas mayores por satélite (hasta 1.000 km cuadrados) pero con latencia ligeramente superior debido a mayor distancia. 

Starlink compensa con láseres, minimizando las transiciones entre satélites. Qianfan usa bandas Q/V para capacidad futura en tecnologías de telefonía móvil de sexta generación (6G), mientras Starlink prioriza Ka/Ku para despliegue inmediato.

Los modelos de negocio divergen: SpaceSail es estatal y subvencionado, con Pekín cubriendo 70% de costos para penetrar mercados emergentes. Starlink es privado y comercial, rentable con 5 millones de usuarios globales, pero vulnerable a la volatilidad de Musk. Qianfan ofrece roaming ilimitado en la Ruta de la Seda, mientras que Starlink otorga prioridad en EE.UU.

Implicaciones geopolíticas

Esta rivalidad trasciende las tecnologías de la información y la comunicación. China, vía SpaceSail, busca controlar flujos de datos en América latina, región de 650 millones de habitantes y recursos clave como el litio, la soja e hidrocarburos, gas y metales.

Históricamente bajo influencia de los EE.UU., la zona está surcada ahora por cables de Huawei y satélites de Qianfan. EE.UU. responde con presiones diplomáticas, como el caso de la Argentina. En Brasil, el acuerdo con SpaceSail diluye la hegemonía de Starlink, alineándose con los BRICS.

La competencia beneficia al usuario final: los precios de conectividad podrían bajar, cerrando así la brecha digital en áreas remotas. Sin embargo, el futuro depende de regulaciones equilibradas.

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