Agustín Pichot: "El cambio se genera a través del desafío y el coraje"
Se le adjudica a Winston Churchill la frase: "Un político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones, y no en las próximas elecciones".
Y así funciona la cabeza y el pensamiento de Agustín Pichot. Es por eso que él está un paso más allá, en el rugby y en la vida. Y es por eso, también, que no para de generar buenas noticias para el rugby argentino.
Acaba de cerrar un acuerdo por el que Argentina pasa a integrar el selecto grupo de los mejores equipo del rugby mundial, compartiendo la competencia -en este caso en un podio de cuatro- con Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia.
Y ése es sólo un capítulo, el más reciente, de una historia de éxitos. ¿Qué decir de su trayectoria deportiva? Agustín fue conductor del seleccionado que acarició la gloria con el tercer puesto obtenido en el mundial de Francia en 2007. Ese mismo año, el diario inglés Daily Telegraph lo sindicó como "el mejor jugador de la década por haber cambiado la cara del deporte en la Argentina y por la ferocidad de su ser interior, el apetito insaciable, su pasión urgente, conciencia, valor y presencia".
Aunque sostienen que el rugby local experimentó una vuelta copernicana gracias a Pichot, para él lo suyo es sólo una devolución lo que le dio el deporte.
Ahora, fuera de las canchas, el desafío es enorme; está pensando en lo que viene. ¿Dará el paso a la política?
Me encontré también con muchos viajes para terminar lo relacionado con el torneo, incluyendo acompañar a los chicos durante su preparación en Estados Unidos. Si hoy me preguntás para qué hice esto, te digo que tal vez fue para, inconcientemente, ocupar la falta del mundial y para no afrontar la previa al mundial desde otro lado.
- ¿Fue un logro personal haber conseguido el Championship?-Es raro hablar de personal cuando hay muchas personas involucradas. Pero sí te puedo decir que yo me dediqué.
-¿Por qué lo hiciste?-Por dos cosas. Principalmente por una cuestión de actividad, de hacer cosas y generar cambios, que es mi motor de vida. Y después, porque sentía que para mí, como jugador, este apoyo me había faltado y me parecía injusto para los demás chicos el no tenerlo.
Fue un desafío doble: para mi persona y para el legado del rugby argentino.
-El rugby es un terreno fértil para generar cambios, ¿no?-Sí, creo que vivimos en una época de transición. El rugby aún no terminó de definir dónde acomodarse a nivel nacional. Se exige por un lado que los jugadores tengan resultado y, por el otro, se dice "no, no queremos estas reglas de juego". Y esos engranajes, hasta que se acomoden, tardan mucho tiempo.
-Sigue el debate de siempre: amateur vs. profesionales...-Sí, pero creo que es un tema más folclórico y más de miedo a controlar un cambio. El cambio está dado, el tema es tener el control sobre eso y no perder la esencia del deporte. La idea es que los cambios se den, pero cuidando mucho la esencia de este deporte que es tan lindo.
-¿El camino conduce indefectiblemente al profesionalismo?-El profesionalismo ya es una realidad; la competencia de alto rendimiento es profesional. Y convive con el amateurismo. El tema es saber convivir, que es lo que le cuesta a mucha gente. El debate no pasa por elegir entre una y otra modalidad, sino por permitir que coexistan.
-¿Qué condiciones se dieron para que el debate fuera posible?-Se tuvieron que dar varias cosas. Que el equipo estuviera, desde 1999 hasta 2007, entre los nueve o diez mejores del mundo. Haber hecho tres muy buenos mundiales, incluso el de Australia, aún cuando se perdió contra Irlanda sólo por un punto. Y, por otro lado, el tercer puesto en un mundial pesa; fue la sorpresa para mucha gente a nivel internacional.
También hubo una voluntad política de decir "hicimos muchas cosas mal los dirigentes; de 2007 para atrás, no escuchamos a los jugadores, no dirigimos de una forma desde la cual buscar soluciones y no esconder el profesionalismo de los clubes europeos".
Faltaba que la dirigencia esté a la altura de las circunstancias. Y logramos armar un lindo equipo desde fines de 2007. Se armó un plan estratégico de acá a veinte años.
Hay que tener voluntad de generarlos. Desde muy chico vengo diciendo que en el rugby debían darse cambios. Así fue que me gané gente en contra. Romper contra esos prejuicios y esa cosa elitista de que el rugby es para algunos, que debés ser de San Isidro, a mí no me gusta. Nunca me gustó, ni cuando jugaba en el CASI.
-¿Pensás que el rugby puede inspirar a dirigentes de otros deportes a renovar sus estructuras?-Creo que toda la política deportiva argentina tiene que reverse. Desde los '70, pero particularmente en los '80 y los '90, la dirigencia argentina, no digo que haya sido ineficiente, pero sí dirigió de otra forma, más solemne. Conozco atletas a los que los presidentes de sus federaciones no les han hablado nunca. ¿Cómo un dirigente no está con los jugadores?
El mejor caso, Cacho Castillo, el presidente de la UAR, terminó el mundial y compartió la charla de fin del campeonato con todos los jugadores. De eso se trata ser dirigente. Yo creo que uno dirige para el jugador, no para su carrera política.
-Hablás como si supieras (risas) ¿Te gustaría trabajar en la UAR?-Ya no necesito de una carrera dirigencial; a mí lo que siempre me motivó era ganar partidos. A mí ganar el Championship, por más lindo que sea, no me genera ningún tipo de consagración. Es un deber. Nunca diría la frase "porque yo como dirigente...". El logro siempre es de los jugadores.
-En esta cruzada, cosechaste apoyos y críticas. ¿Dividiste las aguas? ¿Tus pares te reconocen?-No sé. Yo creo que en las revoluciones o evoluciones hay un camino en el que no debés buscar el aplauso, ni mirar la crítica.
El reconocimiento siempre pareciera ser personal y no debe ser así. Desde los cinco años que juego al rugby; quería jugar en Los Pumas, en la primera de mi club, ser el mejor del mundo. Terminé a los 35 años en un tercer puesto mundial y fue lo máximo a lo que pudiese haber aspirado. Nunca lo hubiese imaginado. Lo que vino después es todo gratis. Y es un deber. Siento que estoy obligado a hacerlo, aunque no está escrito en ningún lado. Si el rugby me dio todo esto, fui lo que fui, tuve la suerte de tener lo que tengo, entonces, lo mínimo que tengo que hacer es devolverle cosas.
-Hablás como un estadista. Aunque mucho se habló de tu ingreso a la política, pareciera que todavía está en el terreno de la hipótesis. ¿Qué posibilidades hay de que en el futuro la gente puede votar por vos en un cuarto oscuro?-La política se trata justamente de generar cambios para los demás. Dónde lo haga es la premisa. Yo probé con una casa comercial en Chubut, intenté hacer mi camino y me saltaron a la yugular. Entonces volví al país para seguir fortaleciéndome en lo mío que son los Juegos Olímpicos, la UAR... y en algún momento ya voy a estar preparado y con experiencia para poder dar otro salto cualitativo que es la función pública. Creo que la mejor forma de generar cambios es a través de la política.
-Concretamente, ¿qué te hizo abandonar el cargo (N. de la R: dirigió la Casa de Chubut en París entre 2007 y 2009)?-Darme cuenta de que en cinco segundos pueden destrozar tu nombre; tomar conciencia de que lo que a mí me costó construir lo que yo soy, y de golpe, con un invento, te lo destruyen. Ahí fue cuando dije que iba a tener que prepararme. Si yo, que lo hago 100% por vocación de cambio -porque económicamente no lo necesito-, ¿a cambio de qué me voy a meter en política? ¿De que venga mi hija y me diga que en el colegio dicen que soy un ladrón? (enfatiza) No, ahí hay un límite. Por ahora no estoy dispuesto a eso.
-¿Qué es lo que se viene en tu vida ahora?-Primero, terminar con este proyecto. Y después, seguramente me involucre con algún otro, siempre desde lo deportivo. He hablado con el gobernador de la provincia de Buenos Aires para ayudarlos a hacer un Centro de Alto Rendimiento. Quiero volcar mi experiencia para que otros deportistas tengan condiciones propias para competir. Diseñar programas que acompañen sin centrarnos tanto en la parte política, que sea algo genuino del deporte.
-¿Cuál es tu expectativa para 2012 en relación al rugby argentino?-Ahí ya entramos en otro tema que a mí no es lo que más me gusta, que es la gestión del día a día. Yo no voy a ser el director de alto rendimiento de la UAR. No me interesa. O sea, nosotros lo armamos y ahora lo siguen otros. La idea es acompañar, pero que los gerentes de cada área, los que pusimos a funcionar, empiecen a caminar solos. Si no, no tendría sentido; sería dependencia de uno.
Hay que estar e irse en el momento indicado. Si me quedara, el proyecto por el que trabajé se convertiría en la base de una monarquía y me estaría contradiciendo.
Creo que los liderazgos en algunos momentos sí se necesitan, sobre todo en Argentina. Pero después hay que saber desprenderse para no traicionar los ideales.
-Decías antes que habías cumplido ya todos tus sueños profesionales. La pregunta es, ¿cuál es entonces la zanahoria que te lleva ahora hacia delante?-Creo que hoy lo del Championship cerró un ciclo muy grande. Es lo que yo hubiese querido tener como jugador y creo que lo conseguimos. Como jugador, más no pude haber pedido. Tener un mundial como el de 2007 o haber salido campeón en Europa es algo que nunca hubiese imaginado. Pero ahora eso ya pasó, no es parte de mi presente. Hoy tengo una hoja en blanco que llenar con nuevos desafíos.
-¿Dirigir a "Los Pumas" está en tus planes?-No. Y mirá que he hablado con Tati (N. de la R: Tati Phelan es el actual entrenador de los Pumas). Antes de él me habían ofrecido el puesto a mí, pero por ahora no. No tengo el tiempo. Tendría que dejar todo de lado, mis emprendimientos como empresario y dedicarme sólo a eso. Hoy no estoy preparado; por ahí dentro de cinco años, no sé. Lo que más necesitás es compromiso: enfocar y estar todo el día pensando en eso.
-¿Con qué criterio vas a elegir tu próxima "prueba"?- Creo que lo más importante que he aprendido en todos estos años es no tener miedo a las cosas o al qué dirán. Tenés que buscar tu norte. Mientras uno lo tenga claro, el resto es fácil. Lo difícil es cuando no lo tenés claro. En relación con mi familia, lo tengo; en lo profesional, lo que quería lo completé en este último tiempo. Ahora se trata de buscar algo nuevo.
-Lo tuyo es un eterno presente. No sos ex rugbier, no sos ex director de la Casa de Chubut en Paris. Tampoco sos sólo un empresario ¿Cómo te definís?-Soy el padre de Valentina y Joaquina. Eso es lo que realmente vale la pena.