La Capilla Sixtina cumple 500 años, pero su celebración se tiñe de preocupación
Los frescos de la Capilla Sixtina, obra de Miguel Ángel, cumplieron 500 años este miércoles. Pero en lugar de celebrar, el Vaticano aprovechó la ocasión para advertir que podría limitar el número de visitantes para proteger una de las maravillas de la civilización occidental.
El 31 de octubre de 1512, apenas 20 años después del descubrimiento de América, el papa Julio II realizó un servicio religioso para inaugurar la sala en la que Miguel Ángel trabajó durante cuatro años, buena parte de ellos tumbado de espaldas para terminar los frescos del techo.
Los frescos tuvieron un éxito inmediato entre la población de la ciudad y su fama se extendió pronto a todo el mundo.
El problema, cinco siglos después, es que a veces parece que el lugar estuviera demasiado concurrido, ya que la Capilla Sixtina es casi indiscutiblemente la sala más visitada del mundo.
Con el crecimiento del turismo de masas, cada año unas cinco millones de personas, hasta 20.000 al día en verano, entran en la capilla.
El techo de este lugar en donde los cardenales se reúnen en secreto en cónclaves para elegir al nuevo papa incluye una de las escenas más famosas de la historia del arte: el brazo de un Dios gentil dando vida a Adán en el panel de la creación.
A principios de este mes, el crítico literario italiano Pietro Citati generó controversia al escribir una carta abierta en un importante periódico italiano en la que denunciaba el comportamiento de la multitud que visitaba lo que técnicamente es un lugar sagrado.
Los turistas, dijo, "parecen hordas de borrachos" y los frescos pueden resultar dañados por su respiración, su sudor, el polvo de sus zapatos y su calor corporal.
El ambiente, escribió Citati, está lejos de ser contemplativo, ya que los viajeros ignoran la petición que hace el Vaticano de silencio, compostura y la prohibición de tomar fotos.
Los grandes enemigosCitati fue el último crítico que pidió que el Vaticano limite drásticamente el número de personas que visitan la capilla, imprescindible para los turistas que acuden a la ciudad eterna.
Antonio Paolucci, director de los museos vaticanos, resaltó que no se preveía limitar el número de visitantes "a corto y mediano plazo", pero explicó que los museos podrían no tener otra opción en el futuro.
"La presión causada por los humanos, como el polvo introducido, la humedad de los cuerpos, el dióxido de carbono que produce la transpiración pueden causar incomodidad al visitante y, a largo plazo, posibles daños a las pinturas", apuntó Paolucci en un artículo en el periódico vaticano para celebrar los 500 años de los frescos vaticanos.
"Podríamos limitar el acceso, estableciendo un límite al número. Lo haremos si crece el turismo más allá de los límites de la tolerancia razonable y si no podemos responder adecuadamente al problema", añadió.
Según el sistema actual, los visitantes de los museos vaticanos pueden reservar para entrar o esperar largas colas en el exterior, pero no hay límite para el número total diario.
En 1994, a finales del proyecto de restauración de 14 años, los técnicos instalaron un elaborado sistema de humidificadores, aire acondicionado, filtros y controles de microclima en la capilla.
Sin embargo, el número de visitantes ha crecido en los últimos 18 años, lo que ha puesto el sistema bajo presión.
Paolucci resaltó que la marca de aire acondicionado Carrier, unidad de United Technologies, estaba estudiando un proyecto "nuevo, radicalmente innovador y de tecnología punta" para proteger los frescos del daño atmosférico.
El nuevo equipo debería estar preparado en un año, aseguró el experto citado por Reuters.
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