Kicillof: ¿marxista empedernido o pragmático que comandará giro "market friendly"?
Empezó la era Kicillof. Y aunque nadie sabe lo que eso significa exactamente, todos entienden que, al menos, hay dos puntos claros:
Primero, que se termina el "piloto automático" de la actual situación, en la cual la pérdida de reservas del Banco Central alcanzó una velocidad crucero de u$s1.400 millones por mes hasta noviembre.
Segundo, que después de ocho años -y de seis ministros de bajo perfil y poder acotado- reasume un ministro de Economía "como los de antes": con peso propio, convicciones fuertes, equipo y amplio margen de maniobra.
Pero ahí se terminan las certezas. Porque lo que vendrá a partir de la llegada de este cuarentón, al que los medios insisten en llamar "joven", es todo un misterio.
Para algunos, hay señales evidentes de profundización del modelo, de más intervencionismo y controles, de más aislamiento y voluntarismo.
{noticias-relacionadas}Pero otros creen, en cambio, que Kicillof podría, de una forma no tradicional, ser el encargado de avanzar en un ajuste, que incluya una corrección cambiaria, un recorte a los subsidios de los servicios públicos y un acercamiento a los organismos internacionales de crédito.
Lo que es seguro es que no incurrirá en el "método Moreno", consistente básicamente en reprimir la demanda de dólares, y que centrará sus esfuerzos en mejorar la oferta.
Como dicen los colaboradores que participan en reuniones con el nuevo ministro, el diagnóstico es que la economía tiene problemas "de liquidez y no de solvencia". Algo que puede leerse en clave de giro "market friendly".
Lo que vieneEn un clima de diversidad de rumores, algunas versiones aparecieron con más sustento que otras.
La posibilidad de tomar crédito en el mercado internacional -al menos, en la modalidad "revolving" para cancelar los vencimientos de la deuda externa sin tener que hacer uso de las reservas- parece clara.
Para empezar, porque el saliente ministro Hernán Lorenzino ya había comenzado a transitar ese camino, con su gestión ante el Banco Mundial y el acuerdo para saldar las deudas con las empresas que le habían ganado juicios a la Argentina en el tribunal del CIADI.
El hecho de que se haya jerarquizado la función de Lorenzino con dedicación full time para el tema de la renegociación externa permite suponer que se dará prioridad a la resolución de la deuda con el Club de París y que aumentan las posibilidades de que se vaya a "pasar la gorra" ante los organismos.
Y el otro hecho que refuerza esta tesis es la salida de Guillermo Moreno. El controvertido funcionario era visto como el responsable directo de la intervención del Indec, de manera que su permanencia era algo que ya empañaría desde el primer día el debut del nuevo índice inflacionario.
Con dicho nuevo indicador y un organismo con credibilidad en recuperación, se allana el camino para una normalización de las relaciones con el antes denostado FMI, lo que se traduce lisa y llanamente en la posibilidad de volver a pedir dólares.
El otro punto sobre el que se descuenta que habrá medidas traerá alivio para las economías regionales afectadas por la pérdida de competitividad. En este sentido, la versión que cuenta con más asidero es el establecimiento de reembolsos que atenúen el efecto del atraso cambiario.
En cuanto a los subsidios a los servicios públicos, uno de los grandes responsables del déficit fiscal -y, en consecuencia, de la emisión monetaria-, hay también indicios sobre medidas tendientes a recortar el beneficio para los sectores de la población de ingresos medios-altos.
Tal vez las señales más fuertes en ese sentido provengan de las declaraciones de los propios funcionarios K, que no suelen hablar de este tema sin tener algún visto bueno otorgado por la máxima conducción política.
Es por eso que las palabras de la diputada Diana Conti, una vocera privilegiada del kirchnerismo, adquieren relevancia: "La electricidad está subsidiada tanto para los que tienen un pequeño sueldo como para los que tienen enormes casas con aire acondicionado y calor todo el año; esos sectores pueden hacer el esfuerzo de pagar la luz para que los que menos poseen tengan una vida mejor".
Lo cierto es que el congelamiento tarifario se hace difícil de sostener, al punto que el propio Kicillof se vio obligado a autorizar a que el Estado se hiciera cargo de parte de los costos de las empresas eléctricas con problemas financieros.
Fue en ese marco que las acciones de las compañías vinculadas al sector energético explotaron, con el caso destacado de Edenor, que subió 63% en el mes previo a las elecciones legislativas, porque el mercado ya descontaba algún tipo de corrección.
Desdoblar o no desdoblar, ese es el dilemaPero el gran asunto sobre el que están centradas las expectativas es el del dólar.
Ni bien se conoció la designación de Kicillof como ministro de Economía, el viejo tema de la coexistencia de varios tipos de cambio se reinstaló en el centro del debate, al punto que no hubo medio periodístico que no se haya dedicado a especular sobre esta modificación.
Ocurre que se le atribuye al ministro la predilección por este sistema muchas veces utilizado a lo largo de la historia económica argentina, aunque ya en desuso en el resto del mundo.
En rigor de verdad, nunca se ha referido en público sobre este punto desde que está en el Gobierno, pero ha quedado tan instalada la versión de su preferencia por este esquema que la sola mención de su nombre lleva a pensar que el desdoblamiento será el nuevo capítulo.
Los más jóvenes no lo vivieron, pero seguramente no tardarán mucho en entender cómo funciona. Primero, porque aunque no esté formalizado, ya en los hechos hoy existen varios dólares:
• Uno oficial, que en el discurso K es el único que está vigente, y cuya cotización es fijada por el Banco Central.
• Otro más bajo para las exportaciones agrícolas, que surge de restarle la retención del 35% al oficial.
• Otro más alto para las transacciones financieras, conocido en la jerga como "contado con liqui", que es el que pagan quienes quieren retirar -en forma legal- divisas para llevarlas al exterior.
• Y, por supuesto, el "blue", para la mayoría de los argentinos el único dólar relevante, ya que es al que tienen acceso si pretenden hacerse de billetes para hacer turismo en el exterior, por ejemplo.
Además, aunque no tengan edad para recordar este régimen que se aplicaba en los años '80, los argentinos tienen la "memoria histórica" que los lleva a entender intuitivamente cuál es la forma en que les conviene proteger sus ahorros y cómo arbitrar entre bienes subvaluados y sobrevaluados.
Pero no todos los desdoblamientos son iguales. Por eso algunos han advertido que, para que tenga una utilidad real, el Gobierno debería dejar liberada la cotización para el dólar al que tendría acceso el público en general.
Uno de quienes más insistió al respecto fue Domingo Cavallo, quien desde hace meses aconsejó un desdoblamiento al estilo de los años 80, porque ello permitiría recomponer la oferta, ya que habría posibilidad de vender legalmente divisas a un precio considerado justo por el mercado.
Si bien la mayoría de los economistas critican al desdoblamiento e insisten en que es un sistema que ya no se usa en el mundo, admiten que para la coyuntura argentina podría ser una forma de salir de la crisis.
"Tendría la ventaja no sólo de desalentar la demanda de divisas sino también de alentar la oferta", señala Miguel Bein, en alusión a que de esta forma se incentivaría a los turistas que llegan al país a vender sus billetes en el circuito oficial.
Pero también advierte por "un desaliento a las exportaciones de otros sectores que retengan oferta a la espera de acceder al dólar más alto".
La expectativa sobre AxelEn rigor, nadie sabe a ciencia cierta si el desdoblamiento es lo que viene, pero lo que genera consenso es que "algo hay que hacer", ante una sangría de reservas que superó los pronósticos más alarmistas.
Habría algunas dificultades para aplicar este sistema. Una es de índole político, ya que la propia Cristina Kirchner, cuando hacía pocos meses que se había instalado el cepo -y la brecha entre el tipo de cambio oficial y el blue comenzaba a crecer- había desmentido explícitamente que se estuviera pensando en ese tipo de medida ni en ninguna "cosa rara" que por entonces circulaba.
La otra es de orden diplomático: podría complicar el acercamiento al FMI, dado que estaría incumpliendo una disposición del artículo 8.
"Su implementación podría comprarle al Gobierno un problema con el organismo, justo cuando la negociación alrededor de las estadísticas parece bien encaminada", advierte Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis.
Pero la verdad es que ninguna de estas dificultades parecen insalvables para un Gobierno hábil en el manejo retórico.
Si el desdoblamiento no se hace, será porque Kicillof no se anima o porque la Presidenta considera que es una mala señal política.
Las expectativas están divididas en este sentido. Alfonso Prat gay, ex titular del Banco Central, cree que cualquier medida restrictiva que se tome disparará la cotización del dólar blue.
"Es cierto que Kicillof ha escrito trabajos donde defendía los sistemas de cambio múltiples. Pero también es verdad que él se ha mostrado contrario a una devaluación por considerarla inflacionaria y regresiva, así que habrá que ver si este es el momento para una medida de ese tipo", apunta Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía&Regiones.
También el economista Tomás Bulat arriesga que, antes que un desdoblamiento clásico, Kicillof intentará aplicar ajustes al sistema de "cepo".
"Vienen políticas de restricción, ya que a la Presidenta no le gusta la idea de desdoblamiento cambiario y no hay consenso al respecto", sostiene el analista.
La incógnita se despejará en las próximas horas.
Es el tiempo de Kicillof. Sus formación ideológica y sus antecedentes políticos -fue coautor intelectual de muchos de los grandes fracasos económicos del Gobierno- hacen que el mercado lo reciba con cautela.