La nueva obsesión del sector supermercadista: demostrar que no forma los precios
"En el debate de la cadena de precios hay dos cuestiones: en primer lugar, en donde se percibe el precio es en el caja, y en segundo lugar, debe existir una atribución de culpa, es decir, hay que echársela a alguien y eso distorsiona la realidad". Con estas palabras arrancó su charla Juan Vasco Martínez, presidente de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), quien así defendió al sector que representa de las responsabilidades frente al aumento de precios, especialmente en el rubro alimentos. Rechazó que sean las cadenas las que provocan la inflación y señaló que hay que mirar a toda la cadena para advertir en dónde se producen los aumentos.
Los supermercados son el blanco al que disparan economistas, asociaciones de consumidores y hasta las amas de casa comunes y corrientes cuando se trata de encontrar a un "culpable" de las subas de precios, tal como describieron en ASU.
"¿Cómo podemos ser formadores de precios si tenemos 35% de participación de mercado? Sólo con ver las publicidades de las cadenas se advierte la fuerte competencia que hay en este sector. Pensar que alguien puede dominar el mercado es erróneo", agregó Vasco Martínez.
El dirigente empresario toma los datos de AC Nielsen para reafirmar lo dicho. Según la consultora, entre diciembre y enero de 2016 la participación de los supermercados en términos de facturación fue de 35% contra un 40% de los almacenes de barrio y un 25% de los autoservicios, como los llamados "chinos". Si eso se lleva a venta por unidades, el supermercado alcanza un market share de 39%, seguido por un 38% de los almacenes y un 24% de los autoservicios.
Vasco Martínez reiteró que es imposible que el sector de supermercados sea el que forme los precios cuando la venta de alimentos está repartida de esta manera. Y aunque evitó buscar a un culpable -para esquivar que esa consideración retorne, otra vez, como boomerang feroz- invitó a mirar lo que ocurre en la cadena de comercialización de los diversos productos, y a advertir el gran grado de informalidad que existe todavía en el supermercadismo en general, con el consiguiente impacto que eso representa a nivel de precios.
En primer lugar, el presidente de ASU volvió a recordar que las cadenas no compran directo al productor sino que lo hacen a través de intermediarios. Intermediarios que también fijan sus precios, tal el caso de los empacadores de frutas. Pero no sólo eso: el empresario mostró, además, que hay productos en donde o hay solo un jugador, como en el de dulces y mermeladas, o no más de dos o tres, como suele ocurrir con los grandes proveedores de lácteos, de galletitas o de fideos. Dio a entender que la falta de competencia en los distintos rubros de alimentos termina impactando en el precio final de un producto, por el poder de negociación que esos mismos fabricantes tienen como compradores de materia prima y, luego, como únicos oferentes de esa mercadería.
Sin embargo, cuando se les consulta cómo se compone el precio de un alimento desde que sale del productor hasta que llega a la góndola, cuál es el porcentaje que cada actor de la cadena aplica, la respuesta queda vacía. "Meterse en la evaluación de los costos de aquellos que nos venden lo empezaremos a hacer en el momento en que se debata la estructura de costos", aclaró Vasco Martínez.
El tema no se quedó ni en la cadena de costos ni en la cantidad de proveedores que posee tal o cual producto. Vasco Martínez también apuntó contra la informalidad que aún persiste en el sector y que afecta a los precios que llegan a los consumidores. "Si la informalidad ronda el 40% de la economía podemos inferir que la participación de mercado de los supermercados en la formación de los precios finales es menor", insistió.
Sostuvo que todos aquellos puntos de venta en donde el cliente se lleva un papel con la cuenta, no emiten ticket fiscal o autoservicios con registradores asociados a CUIT diferentes forman parte de ese sistema de informalidad del sector de venta de alimentos que afecta al canal supermercadista formal.
"Hay una disociación entre la nación sumergida, la informal, y la nación formal. La corrección de las asimetrías tiene que venir por políticas de fomento antes que por otra vía", expresó. En ese marco, señaló que los supermercados continuarán invirtiendo en la apertura de más sucursales porque "nuestra visión es seguir creciendo en participación de mercado. Y para eso hay que sumar metros cuadrados".
ASU nuclea a 39 compañías, entre las que se encuentran las grandes cadenas de supermercados con presencia en casi todo el territorio nacional, y también aquellas más locales y/o regionales, que tienen gran influencia sobre sus áreas de cobertura. Carrefour, Wal-Mart, Jumbo, Coto conviven en el mismo espacio empresario con La Anónima, Toledo, Atomo, Josimar, Día%, La Gallega, Yaguané, Alvear y La Reina, entre otros.
De impuestos y utilidadesEl ejecutivo defendió el aporte que hace el sector supermercadista en cuanto a contribución impositiva. E insistió en que "el proceso de mayor formalización de la economía permitirá ampliar la participación de mercado. Tenemos, además, el compromiso del Gobierno de avanzar sobre la economía informal".
Cada $100 que ingresan en la caja del supermercado entre un 32% y un 35% aproximadamente se paga en diversos tributos: IVA, ingresos brutos, tasas municipales, impuesto al cheque, a las ganancias y a las contribuciones territoriales. Lo que queda se destina a los costos operativos, es decir, compra de mercadería, logística, empleados y aportes patronales.
Desde ASU señalaron que se debe prestar atención constante a estas variables para mantener el negocio, cuya rentabilidad tanto en la Argentina como en el mundo siempre se mueve en torno al 2%. Pero la situación puede variar cuando el consumo comienza a retroceder, tal como comenzaron a mostrar los índices de los primeros meses del año.Entre enero y abril de 2016 el consumo de alimentos cayó 2,3%, según las mediciones de CCR, que son las que toman en la asociación. ¿Cómo afectó esta situación a la rentabilidad? "Todavía es muy temprano para evaluarlo pero lo ha erosionado. El aumento de las tarifas supone medio punto del costo operativo del supermercado", señaló Vasco Martínez.
Hasta finales del año pasado, cuando ya se había medido una primera caída de consumo, los supermercados lograron mantener el negocio, cuya rentabilidad se ubica en torno al 2%. "En un año muy bueno, la utilidad es de 2%. En el último año la utilidad del sector fue de 2% ", admitió.
En paralelo a la caída del consumo otra situación que comienza a percibirse en los supermercados es el ascenso de las segundas marcas que, en algunos casos, han experimentado incrementos alzas de hasta 20%. Si bien no discriminó en qué productos se están dando estos primeros cambios, y anticipó que la tendencia para los próximos meses es a que sigan creciendo no será de un modo tal que mueva el amperímetro de manera notable.
Lo que tampoco parece afectar a los supermercados son los boicots convocados por consumidores, justamente con el objetivo de frenar la suba de los precios. Vasco Martínez volvió a afirmar que echarle la culpa a los supermercados es el camino más fácil y aseveró que esas iniciativas no generaron ningún impacto en las ventas, aunque sí a nivel de los medios de comunicación.
Aún frente a la caída del consumo y al impacto del aumento de tarifas de los servicios sobre los costos operativos, la perspectiva hacia delante de ASU es positiva. Por un lado, destacó que "no hay riesgo de caída de empleo (en el sector de supermercados). Sí tenemos más rotación que en otras actividades pero se debe recordar que en esta industria hay mucho primer empleo, empleo joven y de estudiantes, pese a que el promedio de antigüedad en el trabajo viene subiendo de manera constante". Las 39 cadenas nucleadas en la asociación emplean, actualmente, a 93.000 personas de manera directa.
Por otro lado, Vasco Martínez mencionó el impacto que en el corto plazo tendrán las medidas económicas tomadas en estos meses por el Gobierno y los cierres de las paritarias: "Cuando las correcciones macro encaradas conecten con la economía de la calle se va a producir un repunte en el consumo", estimó. Las buenas expectativas se vislumbran para la última parte del año y el inicio de 2017.
También consideró que hacia esa parte del año se advertirá el impacto de las paritarias. "Desde 2011 en adelante, cuando las paritarias comenzaron a atrasarse, los principios de año comenzaron a ser más malos que antes (N. de la R. en términos de consumo). Cuando las paritarias se atrasan, el escenario es de precios nuevos y salarios viejos. Y los cierres de las paritarias de los sectores más grandes ayudarán a recomponer el consumo", concluyó.