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Un paso atrás, ¿dos adelante?: Macri apuesta a sostener a Aranguren y ganar la "batalla cultural" por suba de tarifas

Un paso atrás, ¿dos adelante?: Macri apuesta a sostener a Aranguren y ganar la "batalla cultural" por suba de tarifas
Por Ana Clara Pérez Cotten
ACTUALIDAD - 12 de Julio, 2016

El tarifazo, la primera crisis política de dimensión que enfrenta la gestión de Cambiemos, dejó a Mauricio Macri ante un dilema:

-Sostener su posición respecto a la necesidad de corregir de forma urgente el atraso tarifario de los últimos 14 años.

-Ceder ante el reclamo de la oposición y de gran parte de los argentinos a riesgo mostrar debilidad, con los costos que esto acarrea en la dinámica de la política local.

La primera impresión es que intenta transitar el camino del medio.

Es decir, sostiene el discurso en el que acusa al kirchnerismo por haber creado un colapso energético que implica correcciones urgentes pero, al mismo tiempo, mantiene el pragmatismo de dar marcha atrás en un tema que genera el rechazo social.

Acorralado por los últimos fallos de la Justicia que daban de baja el tarifazo de gas en todo el país (y de la luz en algunas provincias), el Gobierno optó por "topear" los aumentos que llegaron en las boletas de gas.

Concretamente, estableció un máximo del 400% que será retroactivo al 1º de abril.

Para que la resolución tenga vigencia -sin entrar en conflicto con la Justicia- interpondrá un recurso extraordinario ante el fallo de la Cámara Federal platense que fue la que había suspendido tales incrementos.

De este modo, Macri retrocedió unos pasos para así incluir correcciones en su plan original, si bien en cada intervención se preocupa por dejar en claro que el diagnóstico sigue siendo el mismo: que hay que racionalizar la energía y que el no hacerlo tendrá un costo.

Pragmatismo ante todo En el macrismo no ven en la rectificación anunciada una señal de debilidad.

Más bien, buscan presentarla como una respuesta "contracultural" a lo que solía hacer el kirchnerismo.

Ante la crisis, optó por dar una respuesta política mientras queda a la espera de una definición de la Corte Suprema, porque sabe que la vía judicial es una quimera.

De todos modos, el ministro de Justicia, Germán Garavano, insistió con la postura que había ensayado la semana pasada y le pidió celeridad al máximo tribunal.

Le solicitó que "clarifique" la situación respecto de los amparos contra las tarifas y admitió que "la Argentina sigue teniendo mucha incertidumbre en sus pronunciamientos judiciales".

En el entorno de Macri aceptan que el tarifazo se configuró como una suerte de "tormenta perfecta".

Es que el otoño más frío en 60 años fue seguido por un invierno con temperaturas menores a las que se dieron en décadas.

Así las cosas, los registros climáticos se suman a la "pesada herencia" que recibiera el Gobierno, que incluye el atraso tarifario y un esquema energético inviable a futuro, habida cuenta de que el país debe importar más del 50% del gas.

En ese contexto, la crisis política puso nuevamente sobre la mesa la vieja polémica alrededor de la comunicación oficial.

Desde algunos sectores del Gobierno, entienden que la medida se comunicó mal desde el principio. A esto se le sumó la mayor confusión, las marchas y contramarchas y la "judicialización" de la medida.

Hace un mes -luego de dos rondas de consultas con gobernadores de todos los partidos- Rogelio Frigerio había enfatizado que las tarifas de gas no iban a subir más del 400% en hogares y 500% en comercios y Pymes.

En ese entonces, la opinión pública hasta estimó que los aumentos iban a ser "abordables". Sin embargo, el Gobierno no supo luego transmitir cómo se calcularían los aumentos.

También se produjo la combinación de un "doble efecto". Las bajas temperaturas hicieron que muchas personas incrementen sus consumos, por lo cual fueron recategorizadas.

De esto modo, quedaron "presas" de tarifas más altas y, a su vez, de un salto en la escala.

El resto es historia conocida: incrementos siderales en hogares de clase media y clase media-baja que en muchos casos se tornaron impagables.

Si bien las facturas permitían una cancelación mensual, los importes oscilaban entre $2.000 y $6.000. De modo tal que aquel "tope" al tarifazo, pensado a principios de junio, no representó ningún tipo de alivio para el bolsillo.

La incógnita sobre el futuro de Aranguren"Estamos aprendiendo sobre la marcha", transparentó hace 20 días el ministro Aranguren.

Lo hizo mientras explicaba el tarifazo en los servicios de luz y gas, ante un plenario de las comisiones de Minería, Energía y Combustibles y de Derechos y Garantías del Senado.

Desde entonces, tuvo que desmentir al menos dos veces su renuncia. Y si bien en el Gabinete prevalece la opinión de que Macri valora la tarea que encaró el ministro, la lógica indica que la forma de evitar que pague todos los platos rotos es haciendo saltar un fusible.

Pero, en verdad, quienes conocen cómo se gestó el ajuste, advierten que era el Presidente el que tenía la posición más dura y que Aranguren -con su impericia para las declaraciones- fue el que terminó pagando la cuenta.

El plan, entonces, es que Macri se limite a transmitir los mensajes de concientización y que los ministros sean los que realicen los anuncios, estrategia que permitirá correrlo del impacto más árido de las medidas.

Por eso los encargados de anunciar la rectificación fueron el jefe de Gabinete, Marcos Peña y el de Justicia, Germán Garavano. Aranguren sólo accedió al micrófono para explicar los aspectos más técnicos.

En el Ministerio de Energía dejaron trascender que, en verdad, él le había llevado a Macri un plan de aumentos más gradualista.

Incluso, contemplaba la diferenciación geográfica, para que así las economías de las provincias del sur no padecieran el impacto de una forma tan desproporcionada.

Fue entonces que la dupla Quintana-Lopetegui le recomendó al jefe de Estado que los ajustes debían ser "de un saque".

También trascendió que el factor que terminó por convencer a Macri de que había que optar por un vía de shock fue una conversación que mantuvo Barack Obama.

Durante su visita, el mandatario estadounidense le recomendó que tomara rápidamente todas las medidas desagradables del ajuste, porque cuanto antes asumiera esos costos más rápido vería llegar la recuperación económica.

Pero claro, aunque en el PRO están todos de acuerdo con la filosofía de la medida, las críticas empiezan a llegar cuando se trata de los aspectos técnicos del tarifazo y la forma de comunicarlos.

Eso generó una ola de rumores vinculadas con la pérdida de apoyo interno hacia Aranguren.

En las celebraciones por el Bicentenario, sorprendió que el funcionario no participara de los actos oficiales que encabezara el Presidente junto a todo su gabinete en Tucumán.

Rápidos de reflejos, ante las versiones que comenzaban a leer una señal política a raíz del faltazo, los voceros de Aranguren explicaron que había permanecido en Buenos Aires para preparar la apelación oficial del fallo dictado por la Cámara Federal de La Plata, por el que declaró nulo los incrementos en el gas.

Probablemente, Macri elija -al igual que con la medida misma- el camino del medio y deje pasar un tiempo. El Gobierno no quiere concederle a la oposición la ofrenda de la salida inmediata de Aranguren.

Hasta ahora, Macri lo ha ponderado en público por sus conocimientos técnicos sobre el sector energético.

Pero, además, el ministro fue en su momento un símbolo de los empresarios que, a riesgo de sufrir represalias, se le plantó a los funcionarios más agresivos del kirchnerismo, como Guillermo Moreno.

Ello le daría un tinte de claudicación a una eventual salida anticipada. De momento, el Gobierno tratará de que la marcha atrás con los aumentos sea suficiente como para mantenerlo en su puesto. 

La política energética en el largo plazoEl tema que todavía no tiene consenso entre los analistas es si el recorte al proyecto original del tarifazo implica una derrota conceptual del macrismo.

Hay argumentos para ambos lados. Por un lado, es cierto que la andanada de iniciativas judiciales contra la medida marcó un límite a las políticas de ajuste.

Pero, por otra parte, no es poco lo que logró rescatar: el hecho de que subas de 400% sean recibidas con "alivio" deja en claro que la población asumió que los niveles tarifarios previos al cambio de Gobierno eran insostenibles.

De hecho, en lo que Macri no parece estar dispuesto a ceder posiciones es en la justificiación más conceptual de los aumentos.

Tal es la magnitud de la crisis que durante su discurso por el Bicentenario llamó a los argentinos a "aprender a consumir la menor cantidad de energía posible" para "ser responsables y solidarios".

Pocas horas después, durante el relanzamiento de ProCreAr, insistió con el concepto aunque esta vez en un tono más coloquial que -horas antes de la rectificación de las tarifas- hizo estallar las redes sociales.

"Si en invierno estás en remera y en patas, es que estás consumiendo energía de más", afirmó Macri.

Por lo pronto, las encuestas sobre el escenario posterior a la crisis del tarifazo arrojan un dato positivo para Cambiemos: los ciudadanos parecen haber entendido que la Argentina atraviesa una crisis energética que amerita un rediseño de la política tarifaria.

No es un punto menor: el kirchnerismo no contó con ese consenso social para ejecutar un ajuste que, comparado con el que se buscó impulsar, era de menor proporción.

Saben que, después de todo, lograr la aceptación de aumentos del 400% tampoco es una empresa menor.

En los próximos días, el Gobierno lanzará una campaña de racionalización de la energía que, según advierten, no se hace desde hace más de una década de forma seria.

Apuntará a multiplicar este mensaje cada vez que un funcionario exponga sobre el tema. Entiende que resulta prioritario reforzar la comunicación en este aspecto para sostener ese apoyo virtual que hoy se jactan de conservar a pesar de la tormenta.

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