Diversificación de la Matriz Energética: llegó la hora de la "biomasa"
La demanda de energía eléctrica hará necesaria la incorporación de entre 6.000 MW y 8.000 MW de nueva capacidad instalada de generación, de cara a los próximos cuatro años.
¿De qué fuentes provendrá esta oferta? A diferencia de otros países de la región, como Brasil -donde las energías de origen renovable suman aproximadamente el 45% del total- la matriz energética argentina está poco diversificada.
Depende casi en un 90% de fuentes no renovables, como el petróleo y el gas natural.
Este escenario no resulta prometedor, si se tiene en cuenta, la reducción de las reservas de combustibles fósiles y las altas barreras financieras y tecnológicas que existen para explotar los últimos yacimientos de shale gas descubiertos.
A esas dificultades, se le añaden la vulnerabilidad a la que está expuesto el sistema por la necesaria importación de fluidos.
Asimismo, estas fuentes de generación generan un efecto negativo para el medio ambiente, ya que el dióxido de carbono que se produce con la combustión (que se encuadra en los llamados "gases de efecto invernadero") es uno de los principales responsables del calentamiento global.
Sin embargo, en el país existen condiciones excepcionales para el desarrollo de proyectos de Energía Renovables.
Más aun, no sólo resultan muy eficientes desde el punto de vista económico, sino que constituyen una forma propicia para diversificar la matriz a partir del desarrollo de las llamadas "energías limpias".
Esta "democratización energética" es una tendencia que ya se observa a nivel global, ya que este tipo de proyectos han crecido a pasos sostenidos.
En los últimos años, la Argentina ha introducido algunas modificaciones positivas en el marco regulatorio, tendientes a fomentar la inversión en este campo.
Profundizar este camino se traducirá en grandes oportunidades y, para ello, conviene analizar los diferentes sistemas adoptados en aquellos países que vienen evidenciando el mayor crecimiento.
Como resultado de los incentivos propuestos por el marco normativo, la respuesta de los inversores no se ha hecho esperar.
Buen arranqueEn el marco del Programa RenovAr, el Ministerio de Energía recibió un total de 123 ofertas por un total de 6.366 MW, seis veces más que los 1.000 MW licitados originalmente.
Al analizar la composición de las ofertas recibidas, se observa que las mismas se concentraron fundamentalmente en proyectos de energía solar y eólica.
En tanto, los de biomasa y biogas -que fueron en total 11- no alcanzaron para cubrir la cuota licitada para cada categoría (65 MW y 15 MW respectivamente).
Las autoridades están estudiando cómo hacer más atractivas este tipo de iniciativas, ya que esto puede tener un impacto significativo en las comunidades en las que se instalen.
Incluso, en muchos casos, contribuirán a la transformación y al desarrollo de la agricultura en gran parte del país.
En este contexto, las opciones que se analizan son la de lanzar una licitación específica para la categoría o bien incluir condiciones especiales en los pliegos de la próxima compulsa.
La biomasa fue el primer combustible empleado por la humanidad y el más importante hasta la revolución industrial.
Se trata del aprovechamiento de la materia orgánica para generar energía a partir de distintos procesos.
Dependiendo de la tecnología utilizada, se puede lograr energía térmica y eléctrica a partir de la combustión o bien:
- Utilizar biodigestores para obtener gas y otros subproductos como abono o fertilizante
- Usar los llamados cultivos energéticos para transformarlos en biocombustibles.
Una característica de la biomasa es la posibilidad de contar con un suministro firme, a diferencia de la intermitencia propia que presenta la energía eólica y la fotovoltaica.
La transformación en energía de residuos generados en procesos agrícolas, ganaderos e industriales, posibilitaría la operación de las centrales de biomasa de baja potencia.
Esto, a un costo por MMbtu de hasta 6 veces más competitivo que la producción a partir del uso del gasoil.
Además, estas centrales podrían ser una solución para la canalización de residuos urbanos que constituyen hoy en día un gran problema en muchos municipios.
En cuanto a la producción de biocombustibles con cultivos energéticos, como el maíz, o el sorgo, existe una gran oportunidad de impulsar una gran transformación, similar a la producida por la incorporación de la biotecnología a fines de la década de los 90 y, nuevamente, expandir la frontera agrícola.
A través de la instalación de destilerías a escala, se podrían transformar emprendimientos que, por razones de distancia al puerto, elaboran soja o no producen en establecimientos para la producción de biocombustibles y proteína animal.
En Argentina, el potencial de aprovechamiento energético de la biomasa es mucho mayor al de su utilización. Los mencionados son sólo algunos de los ejemplos para ilustrar cómo la implementación a futuro.
Para ir camino a un matriz diversificada y sostenible-aprovechando las particularidades de cada forma de energía renovable-resulta necesario avanzar en la creación de un marco regulatorio adecuado.
Además, en remover las barreras que dificultan llevar adelante estos proyectos, siguiendo los ejemplos de éxito de muchos países desarrollados y emergentes. Estamos por el camino correcto, sólo hace falta profundizarlo.