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Los grandes opositores del empresario norteamericano en el Partido Republicano, ahora empiezan a cerrar filas en torno al presidente electo
10/11/2016 - 16:10hs

El Partido Republicano entró este miércoles en una dimensión inexplorada, tras una campaña electoral que le dio la victoria, pero también lo sumerge en las aguas del populismo que tan enfáticamente rechazó en épocas anteriores.

Donald Trump ganó con un discurso "incendiario", frecuentemente xenófobo y machista, sin el apoyo de los grandes referentes del Grand Old Party, que ahora deben hacerse cargo del triunfo. 

En la noche electoral, el presidente electo llamó a la unidad a los conservadores. La cuestión es: ¿representa Donald Trump a su partido?

Trump es una criatura políticamente inclasificable. Conservador en su política fiscal y de defensa (promete bajar los impuestos y subir el gasto militar), crítico con la globalización -quiere renegociar los tratados comerciales porque los considera perjudiciales para los trabajadores americanos-, más abierto que el núcleo duro de su partido en terrenos sociales como los derechos de los homosexuales e inflexible con la inmigración.

No es un republicano en esencia, tampoco un progresista. Ni es moderado, ni es radical. Ha identificado unos problemas, simplificado a los villanos y propuesto soluciones inconcretas en la línea del populismo.

Se abren ahora un millar de incógnitas sobre cómo será la nueva Administración estadounidense. ¿Su simpatía por Rusia cambiará la postura de Estados Unidos en el conflicto sirio? ¿Apoyará a El Asad? ¿De veras construirá el famoso muro de separación con México?

Influirá en todas las respuestas el tipo de Gabinete que forme. Precisamente por su condición de "outsider", por su aislamiento del partido, al empresario neoyorquino no se le asocian inmediatamente nombres posibles para determinados puestos.

Lo apoyaron durante la campaña figuras en los márgenes del Partido Republicano: el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, y el ex presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. Ahora suenan como posibles miembros de ese Ejecutivo.

También lo apoya el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, aunque está sumido en un escándalo grotesco: dos colaboradores suyos fueron condenados por provocar caos de tráfico como castigo contra un alcalde que se opuso a Christie.

En cambio Paul Ryan, la máxima autoridad de los republicanos en Washington, se negó a hacer campaña por Trump y dijo "me pone enfermo" cuando estalló la polémica del vídeo misógino del candidato.

Entonces el empresario le contestó por Twitter: "Nuestro débil e inefectivo líder, Paul Ryan, tuvo una mala conferencia telefónica en la que sus miembros protestaron por su deslealtad".

Este miércoles, sin embargo, desde su Estado, Wisconsin, Ryan elogió enormemente a Trump: "Esta ha sido una gran noche para nuestro partido y ahora debemos centrarnos en unir el país gracias a Donald Trump".

El nuevo presidente electo, que ha vivido un año y medio de campaña instalado en la polémica, con comentarios machistas o xenófobos, también llamó a la conciliación tras formalizarse su victoria la madrugada del miércoles.

"Ahora es el momento de la unidad entre republicanos y demócratas", afirmó. "Quiero decir a la comunidad internacional que defenderemos los intereses de América primero, pero negociaremos con justicia", continuó.

Los republicanos no solo han ganado las elecciones presidenciales, sino que se han reforzado en las cámaras legislativas, recordó el diario El País.

Y podrán nombrar otro juez conservador en el Tribunal Supremo, que en Estados Unidos es otro poder político por su papel de intérprete de las leyes y su arbitraje sobre decisiones de los gobernantes a diferente niveles.