Es un momento sumamente complejo para la industria petrolera en general. Con un barril de crudo que por primera vez cotizó en negativo, un mercado internacional sumamente volátil e inversiones que además se ven afectadas por la pandemia, el cuadro de situación que se les presenta a empresas como YPF es por demás complejo.

Es en este escenario difícil en el que la compañía dará un paso más en la renovación de sus autoridades. Concretamente, el jueves 30 de abril la empresa llevará adelante su Asamblea General de Accionistas, donde se va a tratar un tema clave: el nombramiento de su nuevo CEO.

Se trata de un punto importante de la agenda de la petrolera porque quien todavía ostenta ese cargo es Daniel González, el último resabio del macrismo en la cúpula de YPF y que llegó a la petrolera durante la gestión del cuestionado expresidente, Miguel Ángel Gutiérrez, quien dejó a la empresa de bandera en una situación de virtual quebranto, con todos sus principales indicadores en negativo y hoy, frente a la posibilidad concreta de un default.

Esa Asamblea será importante porque completará la renovación que inició la administración de Alberto Fernández en YPF, que comenzó a mediados de diciembre de 2019, con el nombramiento de Guillermo Nielsen como presidente de la firma y que se completó luego el 27 de marzo, cuando fueron designados como directores titulares Clase A Héctor Recalde, el exgobernador de Mendoza, Celso Jaque, y el economista Ramiro Manzanal.

Con la cúpula renovada y un Gobierno que pone foco en el autoabastecimiento de hidrocarburos, las principales preocupaciones pasarán por definir una estrategia para Vaca Muerta, en un contexto en el que las inversiones globales se ven afectadas por el desplome del precio del crudo.

Sin embargo, a poco de completar el recambio de directivos, en los pasillos de la petrolera preocupan y mucho los resultados que dejó la gestión de Gutiérrez y del -hasta ahora- CEO, Daniel González, a nivel productivo y financiero.

Entre las muchas cosas que se le critican a la gestión del macrismo figura el hecho de haber dejado de poner foco en la producción de petróleo y gas. Y, en el caso de iniciativas como YPF Luz, donde avanzó con proyectos en el campo de las energías renovables, señalan que es un rubro donde tiene importantes intereses el Grupo Rohatyn, en el que Gutiérrez es socio y codirector de Finanzas.

Además, según un relevamiento interno, el macrismo dejó a YPF con indicadores completamente negativos y a contramano de las proyecciones que se habían trazado en los sucesivos Planes Estratégicos.

El primero de ellos, a cinco años, se presentó en 2017 y los resultados que dejó la gestión de Gutiérrez fueron completamente desfavorables. Si se considera el EBITDA (un indicador contable que permite calcular la rentabilidad de una empresa), se pasó de un nivel proyectado del 10% a una cifra que terminó siendo del -32%.

En cuanto a las inversiones, se previeron desembolsos por u$s4.000 millones pero, como contrapartida, la gestión finalizó con una reducción de u$s3.000 millones.

Además, el ratio de deuda, que marca lo solvente de una compañía para pagar sus compromisos, casi que se duplicó, lo que se tradujo en que YPF tenga que renegociar todos sus pasivos.

En cuanto a la producción de gas natural, las proyecciones quedaron muy lejos de la realidad: de proponer un aumento del 25%, la gestión macrista finalizó con una contracción del 18%.

El documento también muestra cómo fracasó el segundo Plan Estratégico, que la compañía presentó en 2018 y que estaba enfocado en el petróleo no convencional: además de desplomarse el ratio correspondiente a reservas, se incumplió la meta de producción, que marcaba un objetivo de crecimiento de hasta el 7%, para registrar un derrumbe del 8%.

Ahora, con el recambio de su CEO, la empresa apunta a dar vuelta esa compleja página que, advierten, afectó completamente la confianza con los inversores.