En alerta, el Reino Unido vuelve al confinamiento total: temen un desborde del sistema sanitario
El Reino Unido comenzará este miércoles un nuevo confinamiento total, que se extenderá hasta mediados de febrero, para intentar reducir el drástico incremento de casos de coronavirus que se produjo tras la aparición de una nueva variante del COVID-19.
La decisión se anunció el pasado lunes por el primer ministro británico, Boris Johnson, tras describir una situación sanitaria y hospitalaria dramática. "Ante el riesgo de que los servicios de sanidad se vean superados, se impondrá a los habitantes quedarse en casa salvo para cuestiones básicas, a partir del miércoles y al menos hasta mediados de febrero", señaló el líder conservador.
Los únicos que podrán salir son los llamados trabajadores esenciales o personas que escapan de violencia doméstica.
Johnson también informó que todas las personas que se encuentran en un grupo de riesgo recibirán en breve una carta para alertarles de la necesidad de volver a aislarse hasta que el número de contagios desciendan y el sistema hospitalario vuelva a ganar capacidad de respuesta.
Johnson informó que todas las escuelas y centros educativos de Inglaterra volverán desde el martes próximo al formato remoto, con la excepción de los hijos de trabajadores esenciales y niños de sectores vulnerables, según reprodujo el diario The Guardian.
Pese a que comenzó hace varias semanas a inmunizar a su población con la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, el Reino Unido registra cifras alarmantes en los últimos días en lo que se refiere al incremento de casos.
En ese sentido, el pasado lunes se vio un nuevo récord, con 58.784 nuevos casos. Hasta el momento, el Reino Unido contabiliza 2.721.622 contagios de coronavirus y 75.547 muertes.
Récord de contagios y hospitales al borde del colapso
Según destacó el premier en su discurso a la nación, difundido por todos los canales de televisión, las hospitalizaciones en Inglaterra aumentaron un 30% la semana pasada y los hospitales están una vez al borde del colapso.
El 29 de diciembre pasado, el país vivió un récord cuando registró más de 80.000 nuevos contagios en un solo día y luego esa semana un aumento del 20% en el número de muertes.
"Es claro que tenemos que hacer más y hacerlo juntos", sentenció el premier británico, antes de intentar matizar las malas noticias con la aceleración de la campaña de vacunación de las últimas horas.
En medio de un aumento descontrolado de casos por una nueva variante de coronavirus, el Reino Unido se convirtió este lunes en el primer país en sumar a su plan de inmunización la aplicación de la vacuna de la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca.
Con más de 75.000 muertes, el Reino Unido es uno de los países de Europa más castigados por el coronavirus.
La vacuna AstraZeneca/Oxford: "la única esperanza"
El país, que ya inoculó a 1 millón de personas con la vacuna de las farmacéuticas estadounidense y alemana de Pfizer y BioNTech -que también fue el primero del mundo en aprobar-, se enfrenta a una nueva ola de contagios desde el descubrimiento en diciembre de una nueva variante del coronavirus entre 40% y 70% más transmisible.
Brian Pinker, un jubilado británico de 82 años que precisa de diálisis debido a un problema de riñón, recibió este lunes en el Hospital Churchill de la Universidad de Oxford la vacuna de AstraZeneca y esa universidad, informó la cadena BBC.
En medio de la curva ascendente de casos y muertos y con la vuelta de medidas más duras, la distribución de la vacuna AstraZeneca/Oxford, más barata y fácil de conservar que la anterior, de la que el país ya encargó 100 millones de dosis, aparecía este lunes como el único motivo de esperanza.
El servicio público de salud (NHS) informó que ya dispone de 520.000 dosis listas para ser distribuidas.
Según los científicos británicos la vacuna ofrece protección a partir de 22 días después de la primera inyección y durante al menos tres meses.
Por este motivo, y para llegar a una población lo más amplia posible, las autoridades sanitarias inglesas decidieron espaciar considerablemente, hasta 12 semanas en lugar de las tres inicialmente previstas, la administración de las dos dosis necesarias.