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Vivían en Capital, se mudaron a la Patagonia y un incendio arrasó con su empresa: así resurgieron más fuertes

Viajaron al sur para emprender, descubrieron un nicho muy rentable y su idea fue un éxito hasta que un incendio arrasó con todo y debieron volver a empezar
08/06/2021 - 17:58hs
Vivían en Capital, se mudaron a la Patagonia y un incendio arrasó con su empresa: así resurgieron más fuertes

Una pareja de emprendedores deja la vorágine de Capital Federal para instalarse en el sur, donde descubren un nicho muy prometedor: instalar sistemas de calefacción central por agua. Su idea se convierte en un éxito, el negocio prospera y los clientes se multiplican hasta que la desgracia los alcanza: un gran incendio arrasa con su local y pierden absolutamente todo.

Sin insumos y con deudas, la pareja se debate entre irse de ese lugar al que habían ido a emprender o quedarse y empezar de nuevo. La historia de Instalaciones Patagónicas, la empresa líder en servicios de calefacción central por agua, es la historia de un renacimiento.

Marcelo Remolina y Fátima Morandi estaban en pareja y vivían en Capital Federal. Él trabajaba en Aguas Argentinas, ella en una empresa de implantes capilares y aunque la vida en la gran ciudad les gustaba, proyectaban mudarse a un lugar más tranquilo cuando tuvieran hijos. Al poco tiempo de casarse, Marcelo recibió una oferta para trabajar en la empresa de un familiar, en Neuquén, y junto con su esposa decidieron probar suerte.

Se mudaron a esa provincia del sur, donde pronto Fátima consiguió trabajo en una clínica de cirugía plástica. Al principio todo marchaba bien, hasta que un día Marcelo supo que la empresa que los había llevado hasta allí no iba a cumplir con el acuerdo prometido.

"Fue todo un tema, porque teníamos que decidir si seguíamos o no", recuerda Fátima. "Era una decisión bastante difícil", agrega Marcelo. "Estábamos esperando a nuestra primera hija y arriesgarnos sin un capital económico era complicado, pero decidimos tomar el riesgo", cuenta.

Las situaciones más apremiantes suelen estimular la creatividad. A Marcelo, la necesidad de buscar un emprendimiento propio lo llevó a descubrir un nicho muy rentable. En aquel tiempo, en Neuquén, no existían empresas de instalaciones que ofrecieran un servicio integral con un proyecto de ingeniería, la instalación y la provisión de los materiales.

En ese entonces había plomeros o constructoras que subcontrataban, pero las grandes empresas necesitaban un servicio completo. "La idea nace de ver la posibilidad, en función de la cantidad de trabajo que hay en Neuquén, que es una ciudad muy pujante", explica Marcelo. "Vimos ese nicho que no estaba cubierto y nos arriesgamos", agrega. 

Un emprendimiento que crece y el fuego que arrasa todo

 Los comienzos de Instalaciones Patagónicas fueron arduos. Marcelo se ocupaba del desarrollo de los proyectos y la ejecución, con la ayuda de un socio que llegó desde Buenos Aires. Fátima se encargaba de las tareas administrativas, que alternaba con el trabajo en la clínica y con la crianza de su hija.

Durante los primeros años vivieron de sus ahorros. Poco a poco fueron avanzando. En Plottier, encontraron un local que se alquilaba junto con la casa de al lado y se mudaron. Acondicionaron ese gran espacio donde antes funcionaba un taller mecánico y sumaron a Mónica, la hermana de Marcelo, para atenderlo y sumar, así, el servicio de venta al público.

Marcelo sabía que era necesario contar con productos para ese local, pero también era consciente de que no tenía capital para stockearse. Una vez más, el ingenio lo ayudó a encontrar la solución: "Acá el que construye congela precios", explica "no va comprando a medida que la obra avanza, sino que compra y lo guarda".

Muchos de sus clientes no tenían lugar para acopiar esos materiales, por eso Instalaciones Patagónicas se los guardaba hasta que llegara el momento de usarlos. El local de Plottier, más que un negocio, era un depósito donde el 90% de los materiales pertenecía a los clientes.

"Esa mercadería nosotros la trabajábamos", explica Fátima "la vendíamos y con las ganancias invertíamos en más materiales". A esta altura, la empresa ya había logrado hacerse un nombre y los clientes buscaban a Instalaciones Patagónicas por la calidad de servicios.

El negocio prosperaba, Marcelo y Fátima esperaban a su segunda hija, habían encontrado el lugar que anhelaban para formar su familia y la vida transcurría sin grandes sobresaltos. Nada hacía sospechar que la desgracia podía sorprenderlos. En la madrugada de un día lunes, el matrimonio despertó al sentir ruidos en el depósito. Marcelo pensó que habían entrado a robar y cuando abrió la puerta, lo que vio lo espantó: "Me encontré con una cortina de fuego", recuerda. "Era como un dragón inmenso, no me lo olvido más". Subió al techo para intentar controlar las llamas mientras su esposa llamaba a los bomberos.

Muchos conductores que pasaban por la ruta se detuvieron a tratar de ayudarlo. "Era imposible", recuerda Marcelo. Acudieron los bomberos de Plottier y de Neuquén, "no podían apagarlo", recuerda Fátima, que en un momento temió que el fuego alcanzara también su casa "estábamos desesperados".

Solo la casa se salvó. Del local y del depósito donde guardaban caños, calderas, radiadores, herramientas y todos los materiales que sus clientes ya habían pagado, solo quedaron las paredes tiznadas. "Miraba para adelante y había mucha de esa mercadería que teníamos que pagar y no teníamos ahorros para comprarla inmediatamente. Estuve muy deprimido, la verdad que en un momento pensé en irme", comenta Marcelo. 

Después de la conmoción, con la mente en frío, el matrimonio tomó una determinación: "Decidimos quedarnos y remarla", afirma Marcelo.

Marcelo Remolina y Fátima Morandi se mudaron al sur del país para iniciar su negocio

Renacer de las cenizas, crecer y seguir creciendo

Instalaciones Patagónicas contaba con un seguro contra robos pero no contra incendios. Aún así, el servicio brindaba una pequeña indemnización para este tipo de eventos y con ese dinero volvieron a poner en condiciones el local.

Los vecinos se habían enterado del incendio por los diarios y se solidarizaron: "Nos venían a comprar cosas que quizás no necesitaban", recuerda Marcelo.

La mayor parte de sus proveedores repuso la mercadería que habían perdido y extendió los plazos de pago para que la empresa pudiera afrontarlos. "Eso nos ayudó a seguir, la verdad que de otra forma no hubiéramos podido. A partir de ahí empezamos a trabajar de vuelta para pagar todo lo que habíamos perdido, subsistir y seguir con la empresa en marcha", reconoce Marcelo. 

Instalaciones Patagónicas salió a flote, volvió a crecer, se mudó y abrió nuevas sucursales. La primera en Neuquén, a pedido de los clientes, que se concentraban en esa capital, y otra en Cipolletti. Aunque les iba cada vez mejor, ese aumento constante de los márgenes de ganancias no se traducía en crecimiento para la empresa.

El problema estaba en las diferencias en la visión de negocio del matrimonio y la de su socio. "Nosotros pensábamos en reinvertir lo que ganábamos", explica Fátima. "Para él había que repartir las utilidades todos los meses, entonces siempre había un tira y afloje", cuenta.

Finalmente, pudieron llegar a un acuerdo: su socio recibió su parte y se retiró. Marcelo y Fátima continuaron invirtiendo en la empresa, que impulsada por los programas Procrear y el Ahora 12 creció hasta ubicarse entre los grandes comercios del rubro.

Ante ese crecimiento, ambos contrataron una coach. "Nos hizo ver cómo estábamos parados", explica Fátima, "porque crecíamos pero nunca nos deteníamos a ver dónde estábamos y si lo que hacíamos estaba bien".

Con ese asesoramiento, reestructuraron la empresa, invirtieron en marketing y cambiaron su imagen, capacitaron mandos medios para poder delegar y así poder enfocar su atención en hacer buenos negocios. Hoy cuentan con más de 40 empleados y son una de las empresas más importantes en instalación de sistemas de calefacción por agua del país.

Atrás quedó aquel día en que el fuego arrasó con todo, pero ellos no se olvidan de lo más importante: "Estamos muy agradecidos con todos los que nos apoyaron cuando lo necesitamos. Fueron personas fundamentales para nuestro crecimiento", asegura Fátima. 

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