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Estaban por quebrar pero la pegaron con la innovación que fue furor en pandemia

Una pareja de emprendedores juntó los pocos ahorros que tenía y alquilaron un gran local. Casi pierden todo pero le encontraron la vuelta
11/11/2021 - 06:35hs
Estaban por quebrar pero la pegaron con la innovación que fue furor en pandemia

Tenía 5 hijos, un negocio de 450 metros vacío, pocos clientes, sin dinero para reponer mercadería y ni su familia ni amigos confiaban en sus ideas. Cómo hizo una pareja a punto de perderlo todo para crear el producto de limpieza más innovador de los últimos años que en plena pandemia fue furor por la crisis económica: las pastas concentradas de productos de limpieza. Esta es la historia de Andrés y Joana, los cofundadores de Química Maxus.

A Andrés siempre lo motivaron los desafíos y las ganas de hacer algo propio. Un día, decidió renunciar a un trabajo estable con buen sueldo para desarrollar su propio negocio. En ese momento tenía cuatro hijos. "Me habían ofrecido poner una fábrica de papel higiénico pero yo no sabía nada del rubro. Hice los números en un cuadernito y me cerraba por todos lados", cuenta.

Pero al poco tiempo el desafío se volvió una catástrofe. Los números del negoco súper rentable no eran tan así y su pequeño emprendimiento se tornó inviable: el dinero no alcanzaba, las máquinas que se rompían todo el tiempo y el sueño de lo propio hecho trizas.

Él tenía que encontrar una salida urgente o volver a conseguir un trabajo. En una de las tantas visitas a clientes para intentar cobrar, Joana su mujer recordó una experiencia que cambiaría para siempre la realidad de su familia.

"Yo lo esperaba en la camioneta mientras él iba a cobrar y ahí me acordé que no teníamos jabón líquido. Como llegábamos muy tarde a casa, le dije que le compré al cliente que tenía productos de limpieza sueltos y volvió con un bidón de 5 litros que salía muy barato. Yo no lo podía creer y le propuse ser revendedores" recuerda Joana

La idea creció a la velocidad de la luz y no hubo mucho tiempo para analizarla en profundidad. A las dos semanas empezaron a buscar un local y proveedores.

Familias y amigos le decían a Andrés que se consiga un trabajo y que no arriesgue arriesgue su futuro y el de sus hijos. Sin embargo, ellos continuaron con su idea.

Juntaron los pocos ahorros que tenían y alquilaron un local de 450 metros. Pero, el dinero alcanzaba solo para cubrir 100 metros cuadrados. "Nos quedamos sin inversión y necesitábamos vender para reponer productos" cuenta Andrés

El peor panorama

"Había dejado la fábrica por algo mejor, invertimos todos los ahorros en el local y no le vendíamos a nadie", cuenta.

Ellos hicieron los cálculos y pensaron que iban a tener un precio súper competitivo para vender por mayor productos de limpieza. Pero no era tan así. Otra vez, el plan que trazaron no se correspondía con la realidad.

"Aguantamos hasta donde se podía y un día le dije a mi señora de vender el fondo de comercio e irnos porque habíamos llegado a un momento crítico. El problema era que no se podía vender un fondo de comercio de un local que estaba vacío. Eso fue terrible. Empezamos a tener problemas de pareja, teníamos a una bebé recién nacida y había que pagar los colegios de nuestros otros hijos, el alquiler… Eran todos gastos", recuerda.

Hoy Andrés recuerda que ese fue su peor momento como emprendedor. Además de los problemas familiares que le ocasionó su negocio, iba perdiendo poco a poco el apoyo y la validación de sus amigos y de quienes lo rodeaban. Sentía que fallaba y que algo tenía que hacer para recomponer su vida laboral y familiar.

Innovar en medio de la crisis

Esa situación límite lo llevó a pensar en crear algo distinto basándose en sus necesidades y experiencia como comerciante. "Me estaban entrando pedidos mayoristas de todo el país y yo no tenía plata para invertir en un vehículo que me permita llevar grandes cantidades de productos. Entonces, lo analicé, hice muchas pruebas y pensé en hacer algo concentrado que se pueda transportar y preparar fácilmente y así ofrecerle una solución al cliente".

Los primeros testeos fueron con sus clientes habituales. Les entregaban el nuevo producto y les ofrecían una devolución en caso de que no estuvieran conformes sabiendo que corrían riesgos de perderlos para siempre. Él confiaba en las ventajas de lo que fabricaba y la más importante radicaba en el transporte. Se podía cargar en cualquier auto porque el volumen que ocupaba era el 10% del producto final y los compradores no necesitaban un montacarga para descargar ni un gran espacio para acopiar.

Cuando finalmente logró dar con la fórmula, lo hizo en completa soledad porque había perdido el apoyo de todos. A pesar de ello recordó a un viejo conocido con el que había integrado una banda y habían realizado varios intentos de emprendimiento sin éxito. Levantó el teléfono, llamó a Tibor y le contó que había llegado el momento de la revancha. Así, tras una larga charla, se unió a su proyecto y juntos llevaron adelante a Maxus.

"Al principio fue difícil la aceptación porque nadie creía en el producto. Después se dieron cuenta que era igual al que usaban y que pagaban un precio mayor sólo por agua. Entonces se empezó a difundir de boca en boca por las redes sociales y eso fue muy importante para nosotros. La misma gente hizo que el producto se venda", señala.

Hoy Maxus continúa su crecimiento de la mano de las franquicias, algo que Andrés planeó desde el momento cero. Lo que no imaginaba por ese entonces era que después de tanta frustración su fantasía de replicar su negocio en cada rincón de la Argentina se iba a hacer realidad.

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