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Matar a la nena que va a la escuela: la necesidad de votar mejor

El desgarrador homicidio de Morena Domínguez refleja la urgencia de seguridad en Argentina. Un llamado a replantear prioridades y a utilizar el voto
10/08/2023 - 16:40hs
Matar a la nena que va a la escuela: la necesidad de votar mejor

El salvaje homicidio de Morena Domínguez, se transformó en una fotografía de la realidad, una instantánea tomada en un momento especial, justo antes que los argentinos tengamos que elegir como sigue nuestra vida de acá en más, que modo de encarar nuestras problemáticas seleccionaremos, como vamos a seguir adelante.

En un momento como este, los homicidas de Morena nos ofrecieron un retrato. Una nena que iba al colegio, a educarse, a aprender, a disfrutar con sus amigos y de paso, granjearse un futuro, una nena de una familia humilde, que solo con mucho empeño y mucho estudio puede vislumbrar un horizonte un poco más venturoso que la realidad de su familia, una nena que sacó su teléfono para avisarle a su abuela que había llegado con bien, fue asesinada.

Y le dio muerte un grupo de personas que entra y sale de la cárcel casi de continuado, como modo de vida, que consume paco toda la noche, que no tiene reparos en matar por un celular. Que amedrentan a los sanos y los trabajadores, desde una libertad que no es justo que posean.

La pobreza claro no es excusa, porque pobres son todos los protagonistas. Los que mueren, son los que deciden trabajar e ir a la escuela buscando mejorar su situación. Los que predominan y matan son los que consumen o trafican drogas, los que roban o asesinan con liviandad. Uno de ellos, después de matar, fue a distintos centros donde se compran cosas robadas para intentar vender el celular. Esa es su posición frente al acto de matar: total indolencia.

¿Qué hemos estado haciendo? Existe un Estado, que por delegación de cada uno de nosotros, ostenta el monopolio de la fuerza legítima, con el objeto de evitar que los conflictos se diriman mediante la venganza privada, con el fin de impedir que se imponga la ley del mas violento.

Pero ese estado y sus organizaciones se han retirado, no cumplen su función primordial, no son estado, porque ese monopolio es una característica que lo distingue. Brindar salud sí, educación también, percibir impuestos y redistribuir además, pero sustancialmente un estado lo es, cuando el monopolio del uso de la fuerza esta en sus manos, lo ejerce y controla la paz social.

La Justicia ha ideologizado su rol y las penas no se cumplen. Se buscan decenas de excusas para liberar detenidos. Las cárceles se han transformado en escuelas del delito, de modo que, el que entra por un hurto, sale un asesino dispuesto. Las fuerzas del orden, mal pagadas y mal entrenadas, son además señaladas cuando utilizan los instrumentos que les hemos dado para restaurar el orden.

Crimen de Morena: implicados con antecedentes y penas que no se cumplen.

Inseguridad: la importancia del voto para redifinir la situación

Cuando enfrentamos una elección, priorizamos. Nadie es perfecto y los postulantes tampoco. Y elegimos por algunas de sus características sobresalientes, por aquello en lo que se destacan, al menos, en contraposición con los otros. Al mismo tiempo, en las encuestas de opinión pública, la inseguridad aparece siempre en primer o segundo lugar entre las mayores preocupaciones de la sociedad. Pero, sin embargo, durante los últimos 20 años, nunca parece haber sido el disparador principal de nuestro voto.

Los gobiernos que hemos elegido jamás han puesto el acento en políticas de seguridad definidas y agresivas para que el Estado recupere la calle y nos devuelva la paz. Y sin embargo nuestros hijos van al colegio como Morena. Salen a la calle, toman el colectivo, se ven permanentemente expuestos a aquellos que han decidido vivir de la violencia.

Y no se trata del lugar geográfico donde vivan. Hace algo mas de un año, un joven amigo que bien podría ser mi hijo, volvía de divertirse una madrugada a su casa en pleno barrio de Palermo y fue abordado por tres delincuentes que le arrebataron el celular e innecesariamente lo golpearon y lo lastimaron. Bien su cabeza podría haber golpeado el cordón de la vereda en su caída y haber muerto. De modo que no importa donde estemos, todos nos vemos a merced de esto, todos tenemos miedo por los nuestros, y a la vez, no hacemos casi nada para buscarle una solución definitiva. El único instrumento que tenemos para hacernos oír en serio, el voto, lo usamos para otra cosa. Claramente, una curiosidad humana mas de estas extrañas tierras, que por ahora, habitamos.

Incluso, entre la enorme cantidad de gente que abandona el país en busca de un futuro mejor, el hecho de poder vivir en paz, de estar seguros en otras latitudes, aunque padezcan penurias económicas, es uno de los motivos principales. Pero no lo es a la hora votar.

Y queda claro, porque hemos elegido sistemáticamente gobiernos que pugnan por los derechos de los delincuentes por sobre los de las víctimas. No es que esté mal, todos tenemos derechos y con la Constitución en la mano, deben cumplirse a rajatabla, pero la protección de las personas de paz y trabajo, de su seguridad, de su derecho a la vida, ni siquiera colisiona con los de aquellos que agreden la vida, que la desprecian.

El caso del brutal asesinato de Morena nos retrata a todos como sociedad, exhibe involuntariamente cuáles han sido nuestras prioridades, que hemos privilegiado todo este tiempo, adónde estamos parados. Tener un buen salario y menos inflación es muy importante, pero para ello tenemos que vivir antes que nada. Y para vivir tenemos que cuidarnos, y tenemos que exigir que el Estado nos cuide. Y al margen de las marchas de reclamo posteriores a las tragedias, solamente tenemos un instrumento en serio para hacernos oír: el voto.

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