Papa Francisco, sobre el final de la vida: "Le pedí al Señor que no me agarre inconsciente"
Este lunes por la mañana se confirmó el fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años. La noticia fue difundida oficialmente por el Vaticano, tras su última aparición pública desde el balcón de la Basílica de San Pedro durante la celebración de Pascua.
Jorge Mario Bergoglio había reflexionado sobre la muerte y su manera de afrontarla en una entrevista concedida a Infobae: "Que al menos la vea venir", había declarado en ese diálogo.
Con actitud resuelta y tono sereno, el pontífice aseguraba que no temía a la muerte. "Sé que va a venir", afirmaba, acompañando sus palabras con un gesto de manos. Recordaba además una intervención quirúrgica compleja a la que debió someterse años atrás: "Alguna vez que me pareció que podría haber riesgo, me preparé".
Francisco habló sobre la muerte y dejó un último mensaje de paz en su despedida pública
Durante la misma conversación, profundizó sobre sus deseos espirituales frente al final de la vida: "Le pedí al Señor que no me agarre inconsciente, eso no". En febrero, el Papa fue hospitalizado en el Hospital Gemelli de Roma por una neumonía bilateral. Luego de 38 días de internación, recibió el alta médica el 23 de marzo.
En otro pasaje de la entrevista, Francisco abordaba con una sonrisa la idea de cómo se vive el temor a morir: "Dicen que es raro que exista el miedo a la muerte, el miedo es verla venir".
Consultado sobre qué esperaba del momento posterior al fallecimiento, respondió: "Debe de haber una luz muy grande, una felicidad muy grande. Un camino muy grande en el camino del encuentro con Dios". Y concluyó: "Yo creo que Dios hasta último momento, espera y ayuda".
Último mensaje de Francisco: paz, libertad y un llamado a la responsabilidad política
Más allá de su frágil estado de salud, el Papa encabezó la tradicional bendición Urbi et Orbi desde el balcón vaticano el pasado Domingo de Pascua. En una silla de ruedas y sin asistencia respiratoria visible, deseó un "feliz domingo de Pascua" y remarcó su llamado a la "libertad de pensamiento y a la tolerancia", ante una multitud congregada en la Plaza de San Pedro.
Su presencia generó una ovación entre los fieles, quienes interpretaron su participación como una muestra de fortaleza espiritual. Ante unas 35.000 personas, el pontífice declaró: "No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás".
También instó a los líderes políticos a actuar con responsabilidad: "Un llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas a no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo".
En ese mismo mensaje, hizo referencia a la situación en Medio Oriente: "Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz".
¿Quién puede ser el sucesor del papa Francisco? Esta es la carrera de los cardenales para ser el nuevo Pontífice
Con el fallecimiento del Papa Francisco, la mirada de la Iglesia Católica se posa en el futuro, con la inevitable pregunta sobre quién sucederá a Francisco. La especulación se intensifica, dibujando un complejo panorama de cardenales papables cuyas trayectorias y visiones podrían moldear el próximo capítulo del papado. El proceso, envuelto en el misterio del cónclave, promete ser un crisol de influencias y expectativas.
El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, emerge como una figura central y uno de los favoritos. Su dilatada experiencia diplomática y su papel en la administración de la Santa Sede le otorgan un perfil de estadista, capaz de navegar las complejidades del mundo contemporáneo. Su moderación y habilidad para el diálogo podrían ser claves en un momento de polarización global.
Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, representa una corriente pastoral centrada en la justicia social. Su cercanía a la Comunidad de Sant’Egidio y su mediación en conflictos internacionales le han ganado reconocimiento. Su enfoque en los vulnerables y su llamado a la solidaridad resuenan con quienes buscan una Iglesia comprometida con los desafíos del presente.
El actual Patriarca de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, añade una perspectiva crucial desde el corazón del conflicto en Tierra Santa. Su conocimiento de la región y su capacidad para dialogar con diferentes religiones lo convierten en una voz relevante en un mundo marcado por la división.
Saliendo de Italia, la dimensión global de la Iglesia se refleja en la presencia del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo emérito de Manila y actual Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Su carisma y su capacidad para dialogar con diversas culturas lo convierten en un puente entre la tradición y la modernidad, representando la creciente influencia del catolicismo asiático.
Peter Erdő, arzobispo de Budapest, aporta una sólida formación teológica y experiencia en el diálogo ecuménico. Su liderazgo en eventos internacionales y su capacidad para construir puentes entre diferentes confesiones lo sitúan como un candidato con un perfil intelectual y diplomático.