VIDEO | Tom Cruise protagoniza la recta final de ‘Misión Imposible’ con un thriller sobre inteligencia artificial

Cannes no vive sólo de cine de autor. En tiempos de pantallas múltiples y atención fugaz, el festival más prestigioso del mundo necesita equilibrar prestigio y espectáculo. Thierry Frémaux lo sabe: para seguir captando la atención mediática, a veces es más eficaz un Tom Cruise cayendo en paracaídas que un tributo a la Nouvelle Vague. Así, mientras Richard Linklater compite con una obra homenaje al cine francés, Cruise vuelve a la Croisette con Misión Imposible: Sentencia Final - Parte 2.

Ya lo hizo en ediciones anteriores con Top Gun: Maverick (y sus aviones supersónicos sobre el Palais) o con la última entrega de Indiana Jones. Esta vez, el esperado retorno de Ethan Hunt ha resultado más discreto: Cruise simplemente caminó por la alfombra roja, sin acrobacias ni motocicletas, acompañado por Simon Pegg, Angela Bassett y el director Christopher McQuarrie. 

Tom Cruise vuelve a Cannes con su misión más caótica: enfrentar a la inteligencia artificial

Esta es la tercera visita de Tom Cruise a Cannes, tras Un horizonte muy lejano (1992) y la Palma de Honor en 2022. A los 62, sigue corriendo contra el tiempo, dentro y fuera de pantalla, aferrado a su estatus como una de las últimas grandes estrellas del cine. Y Ethan Hunt, desde 1996, sigue cumpliendo misiones imposibles. 

En esta entrega, la amenaza no es un virus ni un dictador, sino la inteligencia artificial. El filme se estrenó el 22 de mayo y recoge con fidelidad el caos de nuestra era.

Sentencia Final - Parte 2 es un thriller frenético que no da respiro: más de 90 minutos parecen un tráiler extendido en el que las escenas se suceden sin transiciones. La narrativa es posmoderna y fragmentada, como si el propio filme se hiciera un homenaje a sí mismo, repasando villanos, romances y escenas icónicas de entregas anteriores.

IA, submarinos y caos global: Tom Cruise se lanza a su misión más frenética

La acción arranca con la búsqueda de un submarino ruso hundido, que esconde una IA capaz de destruir el mundo tal como lo conocemos. Este ente digital se infiltra en instituciones, manipula la realidad y desata el caos.

Frente a ella, un Cruise acompañado de sus viejos aliados (Simon Pegg, Ving Rhames) y nuevas incorporaciones (Hayley Atwell, Pom Klementieff) lucha por restablecer el equilibrio analógico.

La película no da tregua, y sus personajes deben recordarse constantemente qué está ocurriendo. Hay tanta acumulación de datos y giros que sólo queda aferrarse a Cruise y confiar en que nos lleve a buen puerto.

La historia oscila entre el apocalipsis global y los dramas personales, entre tiroteos, hachazos y amenazas nucleares. Pero cuando el filme desacelera —en una escena submarina silenciosa y otra aérea con toques de comedia—, vuelve a conectar con su esencia: el cine de acción clásico.

Sin embargo, como viene ocurriendo en otras franquicias, los efectos digitales desentonan. Los cromas son pobres, sobre todo en el tramo final, en contraste con el compromiso físico de Cruise. La IA es la gran villana, pero también lo es cierta pereza visual.