Consumo de carne en Argentina: que revelan los últimos informes de INDEC y SENASA
Para el argentino, la carne, en particular la vacuna, es mucho más que un alimento; es un pilar de la identidad cultural y social, el centro de reunión familiar en un asado y un indicador de bienestar económico. A lo largo de los últimos años, factores como la inflación, la suba de los costos de producción y la apertura de mercados externos que demandan cortes de alta calidad han llevado a un encarecimiento sostenido del producto. Esto provocó, en distintos momentos, caídas históricas en el consumo per cápita que obligaron a muchos hogares a reducir la frecuencia con la que ponían carne en su mesa y a buscar alternativas más económicas como el pollo o el cerdo.
Sin embargo, los datos más recientes provenientes de organismos oficiales sugieren que la tendencia de consumo ha comenzado a revertirse, o al menos a mejorar. Tras períodos de retracción, que incluso llevaron a la Argentina a registrar consumos que no se veían desde hace décadas, los últimos informes de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, basados en datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y la Aduana, arrojan un panorama más alentador. La noticia indica que, lentamente, el consumo de carne en el país está volviendo a números más cercanos a los tiempos pasados, marcando un repunte en el gusto del argentino.
Este cambio de tendencia no solo impacta en la mesa familiar, sino que también tiene implicaciones directas en la cadena de valor ganadera y en el equilibrio de la producción nacional, consolidando el sector como un motor clave de la economía local. El aumento, aunque todavía moderado en el contexto histórico, es visto como una señal positiva de recuperación en el poder adquisitivo y la disponibilidad de proteínas de alta calidad.
La carne vacuna lidera la recuperación del consumo
El informe de la Secretaría de Agricultura confirmó que, en términos interanuales, el consumo per cápita de las principales carnes (bovina, porcina y aviar) experimentó un crecimiento del 3,6% para agosto de 2025. Este aumento no es uniforme entre las distintas variedades, sino que está fuertemente traccionado por la más tradicional de todas: la carne bovina.
De acuerdo con los datos relevados, este 3,6% de incremento se traduce en un total de 3,98 kilos adicionales de consumo per cápita anual. De ese total, la carne vacuna explica más de la mitad de la suba, con un incremento de 2,16 kilos. En una medida menor, aunque también significativa, el aumento se completa con la carne porcina, que aporta 1,26 kilos al consumo individual, y la carne aviar (pollo), que suma 0,56 kilos. Este comportamiento positivo en el consumo vacuno se complementa con una mejora en el lado de la producción, que, en lo que va del 2025, ha crecido un 1,03% respecto al mismo periodo del año anterior.
Beneficios nutricionales: el valor de la proteína
El aumento en el consumo de carnes no solo tiene una lectura económica o cultural, sino que también es relevante desde el punto de vista nutricional. Es fundamental destacar que el consumo de carnes proporciona proteínas de alta calidad, un factor sumamente importante y beneficioso para la salud humana en todas las etapas de la vida.
Estas proteínas aportan los aminoácidos esenciales que el cuerpo humano no puede producir por sí mismo, siendo una fuente muy importante de nutrientes vitales. Su ingesta contribuye activamente al desarrollo y la reparación de los tejidos musculares, además de ser crucial para la salud de los huesos y la piel. Por esta razón, la presencia de carnes en la dieta es fundamental para mantener altas las defensas del organismo y asegurar una alimentación de excelente calidad en términos proteicos. En este sentido, la recuperación en el consumo de carne bovina, porcina y aviar es vista también como una mejora en el perfil nutricional promedio de la población argentina.