¿Conoce el Malbec brote negro, un "secreto" exclusivo de la Argentina y con ADN propio?
Entre las 419 bodegas argentinas que exportan y las 1.828 marcas de vinos fraccionados que llegan a vinotecas, restaurantes y hogares a lo largo y ancho del mundo, hay un pequeño misterio que cautiva a los paladares. Es uno de los secretos mejor guardados de la industria, una cualidad que le confiere a un vino un alo de exclusividad único y que posibilita que una botella pueda cotizarse a u$s120, es decir, superando a muchos prestigiosos competidores de Francia, Italia y España. Se trata del Malbec Brote Negro, un producto de la Bodega Viña Alicia, que regentea Rodrigo Arizu, un apellido de alta alcurnia en el negocio del vino. En efecto, Rodrigo forma parte de una de las familias más tradicionales de esta industria en la Argentina. Es hijo del destacado winemaker Alberto Arizu, quien supo posicionar a la tradicional bodega Luigi Bosca entre las marcas más reconocidas y prestigiosas del país. La bodega Viña Alicia, ubicada en Luján de Cuyo, Mendoza, apunta a alumbrar vinos de colección y, según cuenta el propio Rodrigo Arizu, comenzó siendo "un capricho" de su padre. "Nuestra familia apuntó a hacer vinos particulares. Mi padre siempre quiso innovar en el negocio. De hecho, Viña Alicia nace de unos experimentos hace 25 años cuando, a la par de su actividad en Luigi Bosca, trabajaba con microvinificaciones con diversas variedades. Era su capricho", explicó. Hoy, a diez años de salir al mercado bajo esta marca, mantiene su estrategia inicial de hacer "muy poco pero bueno". De hecho, su capacidad no supera los 50.000 litros –un valor bajo para el promedio de la industria- y apenas comercializa unas 25.000 botellas al año. El secreto del brote negro La finca de Viña Alicia en Mendoza posee dos viñedos que datan de hace más de 100 años y fueron plantados por uno de los abuelos de Rodrigo Arizu. Y en uno de ellos fue, justamente, donde la naturaleza decidió alterar al curso de las cosas. "Los brotes del Malbec siempre son verdes y luego se tornan marrones. Pero un día descubrimos que en varias plantas los brotes comenzaban siendo negros", explicó el bodeguero, quien agregó que "además notamos que los racimos eran más chicos y tenían otro tiempo de maduración que las uvas tradicionales". En Viña Alicia comenzaron cosechando todas las uvas juntas, pero cuando detectaron estas variaciones, nueve años atrás, y comprendieron que no había registro en el mundo de un cambio de esta naturaleza, comenzaron a experimentar de manera separada. "Mi padre consultó a diversos ampelógrafos –especialistas en vides- y nunca pudieron clasificar qué variedad era. Por eso, lo que estamos evaluando es enviar una muestra a Montepellier, Francia, para analizar el ADN". La teoría del bodeguero es que se trata de "una mutación natural que ha tenido el viñedo debido a la edad. De hecho, la vid es la planta que más a mutado en la historia. Es decir que tranquilamente podríamos estar topándonos con una nueva variedad de Malbec, con ADN exclusivo". El Malbec brote negro hoy se considera la síntesis de lo premium. La primera partida salió al exterior hace siete años atrás y era muy pequeña: apenas 200 botellas. Hoy elaboran unas 2.000 y hay que estar en la lista cerrada de 100 clientes de Viña Alicia para poder acceder a algunas pocas botellas ya que la mayor parte se destina al mercado externo. En efecto, este vino se exporta a 14 países y puede alcanzar un precio que va de los u$s90 a los u$s120, valor que cuenta con el aval de la publicación más prestigiosa del sector, Wine Advocate, de Robert Parker, que lo distinguió con 96 puntos. A la hora de hablar de sus características, Arizu explicó que "después de experimentar durante dos años, nos encontramos con que es un vino que frutalmente es mucho más intenso y complejo que el clásico Malbec porque tiene notas minerales y florales no típicas de esta variedad". Para obtenerlo, en el viñedo se hacen dos selecciones manuales, previas a la cosecha y luego se colectan entre uno y dos racimos por planta. Posteriormente, se hace una maceración fría a la uva durante un día. Después, se desgrana sin máquinas, a mano, grano por grano, y va a un tanque de acero inoxidable. Allí se le hacen "bastoneos" manuales, varias veces al día, junto con remontajes. Una vez terminada la primera fermentación, se lleva a barricas nuevas de roble francés.