índice Zara: cuánto pagan los argentinos de más por el mismo jean y remera que vende la firma en distintas ciudades del mundo

Idénticos productos comercializados en diferentes capitales. La "mala noticia" es que el mercado local es uno de los más caros, de entre casi 30 naciones
Por Juan Diego Wasilevsky
COMEX - 14 de Noviembre, 2012

El fenómeno de atraso cambiario que está experimentando la economía argentina no da tregua.

Así, empresas que deben salir al exterior y competir de igual a igual con productos de todo el mundo, se ven obligadas a resignar rentabilidad o directamente despedirse de esos mercados. 

Como contrapartida, las compañías que abastecen la demanda doméstica, cada vez requieren de una dosis mayor de proteccionismo, en tanto y en cuanto el dólar -que perdió todo su halo de competitividad- se abarata en términos reales, lo que termina favoreciendo la importación.  

En este contexto, de la mano de una inflación que durante años vino corriendo muy por encima del movimiento de la divisa estadounidense, se pueden encontrar consecuencias de las más diversas y que dejan en claro que los precios en la Argentina se están desfasando completamente respecto de los valores vigentes en otros países.  

Así las cosas: 

•La relación entre el peso y el dólar, considerando inflación, regresó a los niveles del 1 a 1, lo que implica que algunas empresas exportadoras hoy se encuentren en igual situación cambiaria que durante la convertibilidad.

•La Argentina es uno de los países más caros del mundo para adquirir tecnología. Si se toma el iPad 3, por ejemplo, el mercado doméstico ostenta los precios en dólares más elevados, incluso por encima de los de Brasil, que durante años lideró el ránking.

•En la actualidad, hay alimentos elaborados en la Argentina que incluso cuestan más en el propio mercado interno que en países a los que se exportan, como Uruguay o Estados Unidos. Esto se debe a que los importadores y consumidores del exterior no convalidan subas de precios de dos dígitos. De modo que muchos productores venden al mundo con baja o nula rentabilidad.

• En igual sentido, tiendas departamentales, como Falabella, venden un mismo producto en la Argentina a valores que resultan hasta un 150% más elevados que en la casa matriz que posee en Chile o en distintas filiales de Perú y Colombia.

Al respecto, el economista Eric Ritondale, de la consultora Econviews, aseguró a iProfesional.com que "la Argentina quedó muy cara en dólares y esto se observa en numerosos sectores: tecnología, alimentos, indumentaria y muchos otros más. Y la causa es que, desde hace tiempo, la tasa de devaluación viene quedando muy retrasada respecto a la inflación".

En la misma línea, Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de la Fundación ExportAr y actual consultor privado, destacó que "en el mejor de los casos, hay firmas que vienen sufriendo un alza de costos en dólares del 10% anual, por eso ahora la ecuación a muchas les cierra peor que en la época de la convertibilidad. Esto alcanza a cualquier rubro y lleva a que en la Argentina se tenga que pagar un artículo electrónico, una prenda o un café el doble que en otros países, medido en divisa estadounidense".

Más "termómetros" para medir el atraso cambiarioEn este contexto, así como el Indice Big Mac suele utilizarse como un indicador para saber si la moneda de un país está sobrevaluada o depreciada, puede apelarse a otros "termómetros" que también son orientativos a la hora de conocer la realidad del tipo de cambio.

En esta dirección, un indicador que pone de manifiesto el atraso cambiario que afecta a la economía argentina puede encontrarse en cadenas con presencia en diversos países que venden idénticos productos en distintas plazas. 

Una de ellas es Zara, una de las compañías más globalizadas en el mundo de la indumentaria, propiedad del gigante español Inditex, que factura cerca de 14.000 millones de euros al año gracias a sus 5.600 tiendas repartidas en más de 80 naciones.

El caso de Zara es particular: los catálogos de venta online correspondientes a España o Estados Unidos son prácticamente los mismos que están vigentes en Omán, el principado de Mónaco o Turquía.

Sin embargo, en un contexto en el que el Gobierno Nacional desde hace un tiempo le viene declarando la guerra a las importaciones -y que muchas compañías registran demoras a la hora de gestionar permisos para poder sacar contenedores de la Aduana-, la situación de Zara en la Argentina difiere de la dinámica que la compañía tiene en el resto del mundo.

Esto implica que, mientras que los jeans que ofrece Zara en China son los mismos que comercializa en Panamá o Israel, en la Argentina, en general, son confeccionados localmente, mientras que algunos otros llegan desde Brasil, que no deben tributar el arancel extra Mercosur.

Más allá de estas particularidades, hay un dato que no puede pasarse por alto: Zara Argentina se convirtió en una de las filiales más caras del mundo, en términos de dólar.

En efecto, un relevamiento de iProfesional.com, a partir de los precios online que publica la firma en más de 30 países, da cuenta de que los argentinos deben abonar uno de los precios más caros a nivel global. 

Si se considera un producto estándar y globalizado como es un jean, se observa que esta tienda en la Argentina ofrece su modelo más económico a un valor equivalente a u$s56, convertido al tipo de cambio oficial.

Este precio es un 70% más elevado que el nivel vigente para el local de Zara España y se ubica por encima de las tiendas online correspondientes a otros 23 países, entre los que se encuentran Estados Unidos, Reino Unido y hasta el principado de Mónaco, tal como se puede observar en la siguiente infografía:

Según queda en evidencia, el precio vigente de un jean básico para el mercado interno sólo es superado por el de Egipto, Costa Rica, Islandia y Filipinas.

Un punto clave, que ratifica el fenómeno de atraso cambiario es que si se considerara el dólar "blue", con el que ya se maneja parte de la economía, la Argentina -contrariamente a lo que sucede con el oficial- figuraría entre los 10 mercados más económicos para este producto.

En la misma línea, considerando una remera básica de algodón, en la Argentina se debe pagar el equivalente a u$s18 al tipo de cambio oficial por el modelo más económico, un valor que también la posiciona entre los mercados más costosos a nivel global, siendo sólo superada por Japón, un país con un poder adquisitivo que sobrepasa largamente el de la economía doméstica.

Como contrapartida, en territorios como Arabia Saudita, Estados Unidos, Mónaco o Hungría, su precio no supera los u$s10, tal como se observa en el siguiente cuadro:

Un punto fundamental es considerar, además del precio en dólares, el poder adquisitivo de los consumidores en función de un producto, especialmente en momentos en que el Gobierno viene destacando, una y otra vez, el hecho de que la Argentina tiene el salario mínimo más alto de la región.

El punto central es que altos ingresos no siempre se condicen con un gran poder de compra, especialmente en un rubro como la indumentaria, que viene experimentando alzas de precios de dos dígitos todos los años.

Así las cosas, en la Argentina, con un sueldo mínimo de u$s556, se puede acceder a unos 10 jeans básicos comercializados por esta cadena de indumentaria.

Sin embargo, en un país como Panamá, donde el ingreso mínimo es un 22% más bajo (u$s432), un comprador podrá adquirir 11 unidades.

La ropa, reflejo de una inflación sin pausaDurante buena parte de 2012, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, presionó a las grandes cadenas para que bajaran precios y que, incluso, presenten "canastas" de ropa a "precios populares". 

Sin embargo, lo cierto es que en la Argentina cada año resulta más caro renovar el placard.

No es para menos: según el IPC que releva la provincia de San Luis, hasta el mes de septiembre -último dato disponible-, la ropa acumuló una suba del 24% respecto al mismo mes de 2011.

Desde Finsoport argumentan que una de las causas que llevan a que la industria nacional textil dependa cada vez más de las limitaciones al ingreso de productos importados responde a que el fuerte crecimiento de los salarios en pesos no estuvo acompañado por mejoras de productividad en la misma magnitud, lo que terminó elevando considerablemente el costo salarial del sector.

Así las cosas, para las empresas que confeccionan indumentaria en la Argentina el costo laboral ya resulta un 120% más elevado respecto del nivel vigente en 1998, es decir, en plena convertibilidad.

En tanto que para las compañías que producen otro tipo de productos textiles dicho costo es del doble respecto a ese año, lo que muestra a las claras las dificultades que tienen estas firmas para competir con artículos foráneos.

En este contexto en el que la indumentaria con sello "Made in Argentina" se viene encareciendo sin freno y sin pausa y los valores que maneja el mercado interno se van desfasando respecto a los niveles vigentes en buena parte de los mercados internacionales, desde la Fundación ProTejer, alineada con el Gobierno, argumentan que el 67% del valor de una prenda está relacionado con costos como el alquiler de locales comerciales, gastos financieros e impuestos y que sólo el 23% restante está asociado con el costo de producción.

Devaluación brusca, una espada de doble filoTodos estos indicadores no hacen más que ratificar las dificultades que está atravesando la economía en general y las empresas argentinas en particular a la hora de competir con el mundo a causa del atraso cambiario.

Este fenómeno, que llevó a que la paridad entre el peso y el dólar en términos reales haya regresado al 1 a 1, implica que las compañías que abastecen al mercado doméstico requieran cada vez de mayores dosis de proteccionismo para no sucumbir frente a la competencia importada, dado que las compras al mundo se pagan al tipo de cambio oficial y resultan más ventajosas a medida que se profundiza dicho atraso cambiario.

En definitiva, si bien la política del "cerrojo" tiene como objetivo prioritario cuidar los dólares, también cumple el rol de suplir la pata de competitividad que las firmas nacionales están perdiendo por la disparada de costos, en un contexto en el que el dólar y la productividad avanzan pero de a cuentagotas.

Sin embargo, para los expertros el fenómeno de atraso cambiario no se corregiría con una simple y contundente devaluación, que sirva para posicionar nuevamente a la Argentina en el "club" de los países más baratos medidos en divisa estadounidense, tal como ocurría en la primera etapa del kirchnerismo. 

Para Ritondale, "es demasiado tarde para hacerlo sin sufrir consecuencias. Actualmente hay una inercia inflacionaria tal que un salto brusco del dólar se iría a precios. Todavía se pueden hacer algunas correcciones, pero cuanto más se demore en tomar las medidas necesarias, peor va a ser salir de este escenario".

Además, en momentos en que el Gobierno avanza en distintos frentes para evitar que la sociedad "piense en verde" y pase a tener una "conciencia pesificada", Ritondale alertó que "la moneda nacional ya perdió una función, como la de ser reserva de valor, y está perdiendo la segunda: dejar de ser una referencia. Lo que genera la inflación es que un consumidor no termine sabiendo si un producto está caro o barato".

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