La "guerra de monedas" le pega a la soja y compromete la caja del próximo Gobierno

La oleaginosa sintió en carne propia la devaluación del yuan chino. Si bien hubo un rebote, la cotización de cara al 2016 luce muy deprimida
COMEX - 14 de Agosto, 2015

Tiempos difíciles están corriendo tanto para las empresas argentinas con perfil exportador como para el Gobierno, aferrado fuertemente a su estrategia de atrasar el tipo de cambio para anclar la inflación y así ayudar a propiciar una reactivación del consumo, si bien por el momento obtuvo magros resultados.

El plan oficial, por cierto, se está ejecutando en un contexto claramente adverso, dado que el que el resto de las monedas se están debilitando con fuerza frente al dólar, lo que agrava doblemente los problemas de competitividad de la economía.

Primero, fue la depreciación del real la que generó tensión en la plaza local, dado que Brasil es el principal destino de las exportaciones industriales. Esa moneda cotiza hoy cerca de los 3,5 por billete verde, lo que la posiciona en su nivel más bajo en doce años

Sin embargo, en los últimos días el radar se posó sobre China. La devaluación que acumuló el yuan, de más del 3% desde que se iniciara la movida financiera, no sólo tiene impacto en el mercado cambiario global, sino que también pega de lleno en los precios de las materias primas, al tiempo que agrava aun más los problemas de competitividad de la Argentina.

Menos dólaresEl cambio de escenario financiero global se produjo el último martes, cuando el gobierno de Pekín anunció una devaluación del 1,9%. Le siguió otra, 24 horas después, del 1,6 por ciento. La medida tuvo un efecto inmediato en los mercados: provocó inestabilidad en las principales bolsas del mundo y un derrape en los precios de las commodities, fuente de ingreso principal de la Argentina.

El precio de la soja, por ejemplo, acumulaba una merma de 9,5% en dos jornadas. Ese movimiento supone una inmediata afectación sobre los ingresos en divisas hacia el país, ante el menor valor de la cosecha de la oleaginosa.

El valor de la soja también se vio sacudido por un reporte del Ministerio de Agricultura estadounidense (USDA), que informó una mayor producción a la esperada en la producción de ese país. La mayor oferta prevista deprimió aun más su precio.

Si bien el jueves se produjo un rebote de la oleaginosa, que sbió 4% en Chicago, para los analistas, este Gobierno y el próximo deberán prepararse para cotizaciones deprimidas respecto de los niveles a los que se había acostumbrado el kirchnerismo en los últimos años.

De hecho, el precio futuro promedio para 2016 no supera los u$s340 la tonelada.

Además, la caída en las cotizaciones de los productos exportados por la Argentina amenaza con perjudicar el ya menguado superávit comercial. El temor es que se agrande el déficit que el país ya tiene con China.

En 2014, el rojo alcanzó una cifra récord de u$s6.300 millones, mientras que una década atrás era la Argentina la que tenía un saldo a favor, del orden de los u$s1.200 millones (ver cuadro). 

En el caso de Brasil, la debilidad del real ya le está pasando factura a la balanza comercial. Un informe de Abeceb -en base a datos del Ministerio de Desarrollo del país vecino- reveló que el comercio bilateral sufrió una contracción de casi 15% en julio respecto de los niveles de 2014, de la mano de exportaciones que se desplomaron un 27%.

Esto derivó en una disparada del déficit comercial: en julio de 2014, el rojo había sido de tan sólo u$s13 millones, cifra que contrasta con los u$s317 millones registrados el mes pasado.

Al mirar la "película", el balance también es muy negativo: durante los siete primeros meses del año, dicho déficit trepó hasta los u$s1.240 millones, tres veces más que el acumulado entre enero y julio de 2014 (-u$s396 millones).

Para el economista Jorge Todesca, "incluso, si la Argentina vuelve al crecimiento durante el próximo año, ese saldo continuaría deteriorándose, en la medida en que la economía brasileña permanezca estancada".

Frente a este escenario, el analista Gustavo Segré, en diálogo con iProfesional desde San Pablo, advirtió que "se vienen tiempos muy duros para las compañías exportadoras. La previsión es que los envíos van a seguir cayendo y se va a agravar el déficit comercial bilateral que hoy sufre la Argentina".

Más presión cambiaria

¿En qué medida esta "guerra de monedas" le mete más presión al BCRA?

Para Gastón Rossi, economista de LCG, la consultora de Martín Lousteau, "la devaluación en China es, por ahora, una perturbación más sobre los inconvenientes que ya arrastraba la economía argentina. Empeora las expectativas sobre el escenario internacional y presiona más sobre el país". 

Rossi, es de los que piensa que, tarde o temprano, la Argentina devaluará.

"En el corto plazo podremos sentirnos que somos más ricos en dólares, pero esa ilusión se disolverá en algún momento. Es imposible que podamos escaparnos a ese esquema, en medio de devaluaciones en China y Brasil, que son nuestros principales socios comerciales. No podemos continuar con un tipo de cambio semi fijo por demasiado tiempo", completó Rossi.

En este contexto, bajo la visión de Todesca, "aunque la magnitud de la corrección cambiaria del gigante asiático se perciba como leve a la luz de los movimientos locales del tipo de cambio, este movimiento tendrá fuerte impacto. En nuestro caso, con un tipo de cambio crecientemente atrasado, esta devaluación agrava el panorama de pérdida de competividad generado por la caída en los precios internacionales de las commodities y, muy especialmente, la devaluación de la moneda brasileña", acota el economista.

Así las cosas, actualmente el tipo de cambio multilateral, una "canasta" que reúne a las principales monedas de países con los que comercia la Argentina, revela que se perdió gran parte del colchón y el país está, en términos cambiarios, a un paso de quedar incluso en una situación más desventajosa que a fines de la convertibilidad

Frente a este panorama, el ex titular del Banco Central, Aldo Pignanelli, pronosticó que "esta administración va a tener que acelerar la devaluación". 

Así las cosas, el economista prevé un tipo de cambio oficial que se moverá entre los $10 y $10,50 para fin de año.

En tanto, el economista Fausto Spotorno coincidió en que el Central "no podrá ignorar por mucho tiempo más la debilidad de la moneda vecina y que, seguramente, aumente el ritmo de sus microdevaluaciones".

"Es posible que lleve el oficial a los $10,50 a fin de año. El Gobierno no tiene con qué sortear esta crisis", agregó.

Sin embargo, para Lacunza existe otra prioridad antes que tocar el tipo de cambio: bajar la inflación. Aun cuando Brasil y China devaluaron, la Argentina todavía tiene tiempo de cambiar su estrategia y darle pelea a la suba de los precios antes que seguir el camino de una maxi depreciación.

Como suele suceder, una misma problemática tiene diversos abordajes, según la escuela teórica y la ideología de los economistas. Esto también se aplica a lo que está sucediendo en el mundo financiero. Y a la receta que debería aplicar la Argentina.

En ese sentido, Héctor Valle, economista y director de YPF en representación del Estado, cree que la devaluación china "es peligrosísima" para la Argentina. Y lo que mejor podría hacer el Gobierno pasa por "preservar el mercado interno".

"El Estado tiene que hacerse cargo si los privados se corren. Tiene que realizar las inversiones que hagan falta para mejorar la competitividad y salir adelante. Inversiones en infraestructura, en el sector energético y en el transporte.

Como así también en la comercialización de las materias primas", sintetizó, sin vueltas, el economista. "El modelo es lo que pasa en YPF: el Estado se hizo cargo, hace las inversiones, y la compañía funciona realmente muy bien".

Contexto muy complicadoLuego del rally del yuan chino, el Banco Central de ese país anunció el jueves una rebaja adicional del 1,1% y dio por terminado el ajuste, en un intento de transmitir calma tras la convulsión financiera de los últimos días.

¿China puede seguir devaluando? Hernán Lacunza, ex gerente general del BCRA en la época de Martín Redrado afirmó que "el Banco Popular chino es críptico sobre sus políticas de mercado. Puede presumirse que no va a moverse de forma brusca porque, históricamente, ese no fue su estilo. Para ponerlo en un plano deportivo: China es más proclive a jugar al ajedrez que al ping pong".

La actual volatilidad en los mercados comenzó hace algunas semanas, con el derrape de la Bolsa de Shangai. Valle interpretó que, a partir de ese momento, en China se dio una fuga de capitales, que la actual devaluación intenta compensar.

Más de 90 millones de inversores chinos apostaron en la bolsa, para lo cual tomaron préstamos por más de u$s600.000 millones. Tras semejante afluencia de fondos, una vez que empezó a pincharse la burbuja, la debacle no se detuvo y las pérdidas en ese mercado bursátil llegaron a superar los u$s3,2 billones.

Si bien el debilitamiento de las monedas de Brasil y China frente al dólar es el que le marca el pulso a la guerra cambiaria, no son los únicos animadores de esta contienda global: la mayoría de las divisas de países con los que comercia la Argentina también están debilitándose, tales como el peso chileno, el mexicano o el uruguayo.

Esta desvalorización de los signos monetarios tiene un efecto concreto en esas economías: las vuelve más competitivas en términos cambiarios. ¿Qué significa esto? Que esos mercados encuentran una ecuación más favorable para exportar sus productos, al tiempo que se les encarecen las importaciones.

En este contexto, el de Argentina, sin dudas, es un caso muy paradójico: exceptuando a Venezuela, es el país que más ha venido en estos últimos dos años.

¿Esto significa que Alejandro Vanoli al frente del BCRA está liderando la "guerra cambiaria" en la región? La respuesta es un rotundo "no". Y esto se debe a que la inflación viene corriendo muy por encima de la suba que ha experimentado el dólar.

De modo que la Argentina no sólo no ganó competitividad cambiaria sino que, incluso, pasó a ser una de las economías que más apreció su moneda en la región en términos reales, quedando en una situación muy desventajosa en caso de profundizarse aun más el fortalecimiento del dólar a nivel global.

Para ponerlo en perspectiva, desde el inicio de 2014 hasta fines de año, se espera que el peso argentino acumule una devaluación nominal del 53%, superando por 20 puntos al real brasileño o por más de 30 al movimiento de divisas como las de Chile o México.

Sin embargo, con una inflación que en estos dos años va camino a sextuplicar el promedio regional, la Argentina será uno de los pocos países que terminará encareciéndose en términos reales.

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