Una luz amarilla se enciende en el horizonte y trae seria preocupación al modelo "K"

La acelerada caí­da del superávit comercial implica que el lubricante del modelo empezará a escasear. Los analistas anticipan mayor presión sobre el dólar
Por iProfesional
ECONOMÍA - 10 de Agosto, 2010

Siempre que llovió paró. Esa fue la frase que inmortalizó el siempre recordado Alberto Olmedo.¿Y si este pronóstico -que inevitablemente se cumple– se da en el caso de la lluvia de dólares de la soja?¿Está la Argentina preparada para afrontar, ya no un cese, sino una leve disminución en la intensidad de esa lluvia? "La economí­a argentina hoy es viable gracias a los dólares de la soja", advertí­a dí­as atrás el economista Miguel Bein.Los argentinos conocen, como pocos en el mundo, de los cambios de contexto. Saben que algunos se dieron de modo pausado, otros repentinos.Ahora el foco de atención está puesto en hacer del consumo un paraguas para protegerse y no perder contra la inflación. Seguramente esto seguirá así­ en los próximos meses.Pero hay algunas luces de atención que se advierten en el horizonte.Sucede que el colchón que le garantiza estabilidad a la economí­a ha venido deteriorándose a toda velocidad. Es la famosa "caja verde" que aceita los engranajes del modelo "K", compuesta por los dólares que se reciben de las ventas al mundo, descontados aquellos que se requieren para pagar lo que se compra del exterior. Sucede que, con la ayuda del dólar planchado, los productos importados se volvieron baratos para los argentinos, que disfrutan de este nuevo boom de compras.Así­, mes a mes, las estadí­sticas muestran que la adquisición de bienes importados crecen prácticamente al doble de velocidad que las exportaciones (40% frente a un 20%).Y este tema acrecienta la preocupación en el Gobierno, habida cuenta que el saldo comercial resulta fundamental para:

  • Abastecer la demanda de dólares de particulares y empresas, que no da tregua, más allá de que no se registren los niveles de otros años.
  • Mantener alto el nivel de las reservas del Banco Central, que ahora más que nunca debe cumplir su función de reforzar la caja del Ejecutivo, necesaria para hacer frente a sus necesidades fiscales y de pagos externos.

 Como se espera que la compra de moneda extranjera por parte del público vaya en aumento -a medida que el billete verde siga abaratándose en manos de la inflación y por el natural temor que irá provocando la cercania de las elecciones- el hecho de que haya una tendencia decreciente en el saldo comercial (principal proveedor de dólares del paí­s) es visto como un anticipo de las dificultades que se aproximan.Para los analistas, el semáforo del modelo "K", que estaba en verde, pasó a mostrarse con luz amarilla. Por el lado de la demanda, el nivel de compras de divisas del sector privado ya acumula un total de u$s6.680 millones entre enero y junio. Y se estima que sobrepasará cómodamente la barrera de los u$s10.000 millones para todo 2010. En tanto, del lado de la oferta, ya se espera un ingreso neto cercano a unos u$s12.000 millones cuando, en 2009, esa cifra habí­a llegado a los u$s17.000 millones.

Este escenario de caja "más apretada" se da a pesar de la "lluvia de dólares de la soja". Y esto es lo que enciende luces de alerta. Ahora bien, ¿quién se encargó de incrementar la preocupación? El propio ministro de Economí­a, Amado Boudou. Para sorpresa de gran parte del empresariado y de analistas, que siguen muy de cerca este tema, deslizó que el año terminará con un saldo de u$s10.000 millones en la balanza comercial. De ser así­, (un 40% menor al del año pasado) la presión sobre la cotización del dólar irá en aumento con el paso del tiempo.Para otro paí­s, esa cifra no serí­a preocupante. Pero sí­ lo es para la Argentina. Y es visto como un anticipo de que las tensiones en la plaza cambiaria están a la vuelta de la esquina. "Si la proyección del ministro Boudou llegara a cumplirse, eso serí­a una señal de que vamos a tener problemas antes de lo previsto. Porque la única fuente que tiene el paí­s para obtener dólares es el excedente comercial. Y si ese margen se achica, vamos a tener tensiones en el tipo de cambio", advierte Jorge Todesca, ex viceministro de Economí­a y titular de la consultora Finsoport.Lo cierto es que la previsión de Boudou resultó ser tan pesimista que hasta confundió a los analistas. Algunos hablan de un acto fallido, varios de un "sincericidio" y otros especulan que con que el ministro tiró una cifra baja para luego llevar la buena noticia de que la misma terminará siendo superior.Lo cierto es que si se compara la oferta con la demanda de divisas, que podrí­an llegar peligrosamente a rozarse, y a esto se le suma las necesidades de dólares por parte del Ejecutivo, el contexto cambiario está lejos de resultar holgado en el mediano plazo."Aunque el Gobierno tienda a realizar un pronostico conservador –para atajarse por si llega a haber alguna sorpresa- lo que no se puede negar es que el deterioro existe. Y empiezan a prenderse luces amarillas", remarca Alejo Espora, jefe de research económico del Banco Ciudad. Espora fundamenta sus dichos al afirmar: "Todo indica que se mantendrá esta situación de importaciones creciendo al doble que las exportaciones".Semáforo amarilloEntre los motivos para pensar que se incrementará la presión sobre el mercado cambiario, se encuentran que:

  • Difí­cilmente se repita la performance excepcional de la actual cosecha sojera, que permitió que el paí­s pueda mantener el dólar planchado y esto, a su vez, favorecer a que los argentinos se dediquen a consumir.
  • La situación de la matriz energética local, que obliga a importar en mayor proporción, y que tenderá a "succionar" más billetes de esa caja verde que tanto se necesita preservar.
  • La compra de insumos y maquinarias del exterior, que tenderá a debilitar el excedente actual de billetes, habida cuenta de que muchos sectores están trabajando a pleno y, en consecuencia, el ritmo económico no podrá sustentarse sólo con la capacidad ociosa que hasta ahora tuvieron las empresas.
  • el boom de la industria automotriz, que también es sinónimo de boom importador. Cada auto que se fabrica en la Argentina es una "máquina de aspirar" dólares por la fuerte participación de los componentes traí­dos del exterior. Se estima que cada 10 puntos que crece la producción de vehí­culos, la importación de autopartes se dispara 9 puntos. Así­, el sector cerrará este año con un déficit comercial de u$s7.000 millones, un 90% más alto que en 2009.

El problema es que el argentino mira al dólarEn este contexto, en el que se anticipan mayores tensiones en la plaza cambiaria, hay una cuestión clave que no puede dejarse de lado.Sucede que en otros paí­ses, como Brasil, sin ir más lejos, sus habitantes miran de cerca solamente a su moneda. Compran, invierten y ahorran en reales. No siguen con tanto detenimiento qué ocurre con el billete verde.En la Argentina la situación es bien distinta. Se realizan transacciones en pesos, pero se ahorra en moneda estadounidense. Y si ésta sube de golpe unos centavitos, ya es motivo suficiente para despertar el temor e inducir a reforzar la compra de más billetes. El Gobierno es conciente de esto. Y sabe que no puede aspirar a ganar una elección si no muestra que "la fiera está domada y bien contenida". Pese a ofrecer esta tranquilidad, la tendencia de la sociedad es a incrementar la compra de dólares como mecanismo de protección. "La gente no piensa que el tipo de cambio va a estar bajo todo el tiempo", advierte el economista Orlando Ferreres, quien además resalta que "cuando se avecina un perí­odo electoral, los argentinos tienden a protegerse pasándose al dólar".Más allá de la baja experimentada en julio, "hay un factor cultural que lleva a que en los próximos meses la fuga de capitales se intensifique", señala Mauricio Claverí­, analista de comercio exterior de la consultora Abeceb.El analista agrega que, en la medida en que el flujo de capitales que ingresa al paí­s se siga deteriorando, "el modelo económico estará funcionando al lí­mite". Zona de riesgoJorge Vasconcelos, director del Ieral, señala que por debajo de los u$s12.000 millones de superávit comercial, se entrará en zona de riesgo a la hora de financiar la demanda de dólares de ahorristas y empresas.Advierte que la economí­a empezará a mostrar sí­ntomas de deterioro principalmente, en el nivel de actividad y en el empleo, dados los altos precios y salarios, medidos en dólares.Y esta situación se da, en simultáneo, con cifras récord en el consumo de artí­culos importados y en el turismo al exterior. Las estadí­sticas oficiales señalan que unos cinco millones de argentinos viajaron el último año fuera del paí­s, y se llevaron a esos destinos unos u$s4.000 millones.La historia reciente muestra que las épocas del "deme dos", asociadas a momentos de atraso cambiario, terminaron con correcciones bruscas en la cotización del dólar. Es cierto que la situación actual exhibe algunas diferencias con situaciones vividas en el pasado, principalmente porque hasta ahora han entrado más dólares de los que salieron (no hay déficit de cuenta corriente).Pero también es innegable que el deterioro en la caja verde tiende a acelerarse. "La sensación del atraso cambiario, que hoy está latente, podrí­a agravar más la situación de tensión. Porque si el mercado descuenta que se viene una corrección, entonces esto presionará con un nivel mayor de dolarización", señalan desde el Banco Ciudad. ¿Prohibido enfriar?Hay otra posibilidad mencionada por los analistas, aunque resulte mala palabra para el Ejecutivo: enfriar la economí­a."Está claro que el Gobierno no va a pensar en una alternativa que implique devaluar bruscamente el peso y que, en todo caso, lo que va a intentar es ponerle un freno a las importaciones", puntualiza Eric Ritondale, economista de la consultora Econviews, que dirige Miguel Kiguel.Ritondale afirma que la variable de ajuste será, necesariamente, el nivel de actividad económica. "Por más que se hable del boom del consumo, la verdad es que en este momento un componente fuerte de las importaciones es la compra de bienes de capital. Subieron fuerte, porque es algo que siempre ocurre en los momentos de reactivación. Ahí­ apuntarán los controles del Gobierno, ahora que hay necesidad de cuidar la caja", sostiene el analista.En la misma lí­nea, Espora afirma que los intentos de frenar las importaciones "son medidas estériles y destinadas a quedar en algo folclórico antes que real".La lluvia de dólares producto del "yuyito" es la que permite que la fiesta consumista siga y que el billete verde continúe "encorsetado", para que la inflación no se desboque más de lo que está.La pregunta que comienza a imperar es qué pasará si esa lluvia disminuye en su intensidad, producto de cambios en el mundo y que están fuera de la órbita de control argentino.Siempre que llovió paró. Pero esta vez la Argentina necesita que esa lluvia verde no amaine, para no entrar en zona de turbulencia antes de tiempo.Fernando Gutiérrez(c) iProfesional.com

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