"No aclares que oscurece": cuanto más se niega la pelea Fábrega-Kicillof, mayor es la presión al dólar

Desde hace al menos cuatro décadas, cuando un alto funcionario debe ser confirmado es porque su situación está complicada. El Gobierno niega disputas
Por Fernando Gutiérrez
ECONOMÍA - 27 de Mayo, 2014

En la cultura política argentina, los comunicados aclaratorios tienen, a veces, la propiedad de generar el efecto opuesto al buscado. 

Es algo que saben bien los veteranos de la comunicación: desde hace por lo menos cuatro décadas hay una máxima que afirma que cuando un alto funcionario es reconfirmado mediante un comunicado, es porque está a punto de ser renunciado.Como los mercados suelen anticipar las crisis políticas, los gobiernos reaccionan tratando de influir en el campo de la opinión pública, pero logrando, con mucha frecuencia, que los activos considerados "de refugio" eleven su cotización.Algo de esto volvió a sentirse en los últimos días, con la ola de rumores sobre las fuertes disputas entre el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, y el ministro de Economía, Axel Kicillof.Y llamó la atención particularmente el comunicado de la entidad monetaria, justo al final de una jornada cargada de nerviosismo, en la cual el dólar blue superó el techo psicológico de los $12 y la brecha cambiaria volvió a situarse en la zona del 50 por ciento.Tanto lo inusual del tema como el tono de la redacción llevaron a la sospecha de que el texto había sido dictado desde la Casa Rosada: siguiendo una línea clásica del "relato" kirchnerista, se atribuyó a fuerzas desestabilizadoras -del mercado financiero y de los medios de comunicación- los rumores de la pelea Kicillof-Fábrega.Pero no sólo se afirma que ambos funcionarios se comunican fluidamente para articular sus políticas sino que, se aclara explícitamente, en cualquier caso nada se hace sin el consentimiento de Cristina Kirchner.Fue un comunicado de reminiscencias "ochentosas". Ante la desconfianza del mercado financiero, se responde con una sobreactuación de autoridad y de control de la situación."En términos de comunicación política es algo muy contraproducente. Lo único que hace es dejar más dudas, tanto sobre la pelea interna como sobre la fortaleza de la Presidenta. Porque hay ciertas cosas sobre las que un Gobierno no tiene que pronunciarse sino demostrar con hechos", sostiene Diego Dillenberger, experto en comunicación política.Desde su punto de vista, la reacción de los mercados podría ser absolutamente opuesta a la buscada: en su intento de señalar culpables de una conspiración desestabilizadora, puede terminar por instalar la idea de que el equipo económico está más débil de lo que se suponía."Me extraña que una cosa así le haya pasado a este Gobierno, que suele tener buen manejo de lo simbólico. Hubiese sido mucho más efectivo buscar una excusa para mostrar juntos a Kicillof y a Fábrega y confirmar que hay una conducción profesional", afirma Dillenberger.

Y agrega: "En lugar de eso, se puso el foco en que la que manda en economía es la Presidenta, y eso no le aporta ninguna tranquilidad al mercado financiero".Daños colateralesLas primeras reacciones de los analistas parecen confirmar este "efecto no deseado". Alfonso Prat-Gay interpretó el párrafo final del comunicado del Central como una disminución en el margen de acción de Fábrega."Es algo inédito, no recuerdo que antes el Banco Central haya hecho algo así. Más que desmentir, casi que ratifica todas las sospechas que existen sobre una pelea entre ellos. Pero, más preocupante, el comunicado está en el límite de violar la propia Carta Orgánica del Banco Central", afirma Prat-Gay, quien ocupó la presidencia de la autoridad monetaria entre 2002 y 2004."Al recordar que quien define toda la política económica es Cristina Kirchner, pueden generar un efecto boomerang. Porque la Carta Orgánica dice claramente en su artículo 4 que no recibirá instrucciones, órdenes ni sugerencias por parte del Poder Ejecutivo a la hora de cumplir sus funciones", argumenta el economista.

"Entre ellas figuran la de regular la cantidad de dinero y la de fijar las tasas de interés", añade.Precisamente, el manejo de la "canilla" de dinero para lubricar el consumo, así como el nivel de las tasas como forma de facilitar el crédito, son los grandes temas que se han puesto a debate en las últimas semanas, y donde se percibe posturas contrapuestas entre Fábrega y Kicillof (ver nota: "Guerra de dos mundos: Cristina en la disyuntiva entre el 'modelo Fábrega' y el 'modelo Kicillof'"). Lo cierto es que varios analistas interpretan que todas las medidas recientemente adoptadas por el Banco Central implican una "resistencia" contra la postura "pro reactivación mediante emisión de dinero y expansión fiscal" promovida desde el ministerio de Economía.Para el economista Tomás Bulat, la administración que el BCRA ha hecho de los sojadólares deja en claro la existencia de una disputa interna."Cada vez que le entraron muchos dólares, Fábrega hizo subir las reservas apenas un poquito. Las va incrementando de a 6 o 7 millones, a pesar de que algunos días las podía haber elevado de a 200 millones. Sin embargo, él preferió hacer algún pago", observa Bulat."¿Por qué hace eso, para darle una señal al mercado? No, es una señal para adentro, porque si en el Ministerio de Economía veían un gran repunte de las reservas, iban a interpretar que ya estaba todo arreglado y que se podía volver a la política anterior", agrega el economista, quien no oculta su alarma por el hecho de que todos los anuncios realizados por la Presidenta en las últimas semanas implican aumentos del gasto público.Otros analistas han puesto el foco en lo que ocurrió al día siguiente de la gran escapada del blue. Esa jornada, tras el nerviosismo por la pérdida de reservas -la primera en muchas semanas-, el Banco Central "pisó" los dólares y cortó las ventas, incluso para pequeños pedidos de importación y para el saldo por gastos con tarjeta de crédito de argentinos en el exterior.La consecuencia fue que las arcas del Banco Central volvieron a subir. Pero nadie lo atribuyó al efecto tranquilizador del comunicado de prensa, sino al enérgico cierre de la "canilla" de dólares."Fábrega les está diciendo a los bancos privados que tienen que usar sus propios billetes verdes para cubrir esas necesidades comerciales. Es una medida extrema y refleja que el problema es más complicado de lo que se cree", es la explicación de Aldo Pignanelli, otro ex titular del Central muy escuchado en estos días."En definitiva, lo que está haciendo Fábrega es actuar sobre las consecuencias, porque no puede manejar las causas, que están en las fallas de política económica del Gobierno", agrega.Habla el mercadoMientras tanto, el mercado financiero manda sus señales, que de por sí han sido contundentes. Bien lejos de la "pax cambiaria" que se suponía garantizada durante toda la temporada de ingreso de divisas de la exportación agrícola -es decir, desde abril hasta junio inclusive-, hay luces de alarma cuando todavía no ha terminado mayo y aun quedan muchos sojadólares por llover.Por más que la cotización de la divisa informal haya caído desde su máximo de $12,20, la situación no ha vuelto a ser la de antes, tal como queda evidenciado en el hecho de que los bonos nominados en dólares, vistos como refugio de una devaluación, han subido sus cotizaciones.Lo cierto es que hoy ya no hay analista que ponga en duda que el "blue domesticado" -ese que hasta se ubicaba por debajo del "dólar tarjeta", en una brecha de 30% respecto del tipo de cambio oficial-, es algo que va quedando en el pasado.Pero claro, la interpretación sobre por qué ocurre esto no coincide con las acusaciones de que el movimiento obedece a la clásica conspiración de especuladores financieros y medios de comunicación opositores.

Para algunos, simplemente fue un movimiento pendular tras una reacción temerosa del mercado."La disminución de la brecha no se debía a una mejora en las cuentas públicas o a atributos positivos de la política economía. El recorte se produjo por una venta de dólar blue, ante el cambio de las condiciones de financiamiento que operaban en el mercado. Restablecido los flujos de fondos de las compañías, el billete paralelo vuelve a ser un activo altamente demandado", argumenta el consultor Salvador Di Stefano.Y agrega que, así como el valor anterior a la corrida era demasiado bajo, tampoco debe esperarse una cotización "sin techo"."El volumen de operaciones no es relevante, ya que alcanzaría a unos u$s7,5 millones diarios, lo que hace presagiar que con tan bajo volumen el precio no se espiralizará. Tendrá una alta volatilidad, pero de ningún modo lo veo trepando por encima de los $13 en el corto plazo", agrega.

Miedo versus comunicadosSi hay algo claro a esta altura del año es que, a pesar de todas las desmentidas sobre desavenencias internas, el mercado está muy desconfiado sobre lo que pueda ocurrir en el plano cambiario en la segunda mitad del 2014. "Vamos a ver mucha tensión en la política cambiaria y de tasas de interés y un escenario de gran nerviosismo para el cuarto trimestre, que es normalmente el momento más complicado del año", sostiene el influyente Ricardo López Murphy.En la misma línea, Pignanelli saca una conclusión preocupante tras los movimientos de los últimos días: "Los dólares de la soja ya no alcanzan, hay que pagar mucho por la importación de combustibles y por otras obligaciones. Y cada vez es más evidente que lo que entra no es suficiente para hacer frente a la demanda".Y es allí donde queda todavía sin respuesta el interrogante de qué hará Fábrega si las cosas se complican. ¿Seguirá sobreactuando una subordinación total a la Presidenta y una sintonía con Kicillof?No todos creen en esta hipótesis. Para Di Stefano, "la política y la economía ya son como el programa de Tinelli: todos están peleados pero son parte del mismo barco". Otros, en cambio, creen que Fábrega está jugando fuerte y que no hay que tomarse a la ligera la provocativa frase atribuida al titular del Banco Central que trascendió en los últimos días: "Si leyeras que tuve un infarto, no te preocupes, sería la forma de renunciar"."No descartaría que fuera una frase filtrada desde su entorno. Sería una forma elegante de mandar un mensaje para decir que no está dispuesto a poner en riesgo las reservas, que son su responsabilidad", apunta Dillenberger.Mientras tanto, el mercado financiero sigue inquieto, sin prestar demasiada atención a los "calmantes" que le llegan en forma de comunicados oficiales. Queda por verse si habrá efecto boomerang. Será, en todo caso, como un interesante caso de estudio para los expertos de la comunicación política.

Te puede interesar

Secciones