Cristina y su "Déjí  vu" menemista: instala la re-re con la mira puesta en su liderazgo post-2015

Tras las insinuaciones de Máximo llegó la confirmación de la dirigencia kirchnerista: hay una estrategia para plantear la re-reelección
ECONOMÍA - 16 de Septiembre, 2014

Hay, por lo menos, un punto en el que hay consenso sobre el kirchnerismo: nadie podrá acusarlo de aburrido ni de dejar sin tema a los medios de comunicación.

Hasta hace tres días, el ámbito político parecía conmocionado por las noticias sobre movimientos conspirativos que le impedirían a Cristina Kirchner completar su mandato.

Y ahora, súbitamente, la agenda política tiene como tema central la posibilidad de una re-reelección que habilite a la Presidenta a seguir ocupando el sillón de la Rosada hasta el 10 de diciembre de 2019.

La primera reacción fue de estupor. Tras el discurso de Máximo Kirchner ante la militancia de La Cámpora, parecía que todo quedaba en el terreno de las insinuaciones.

La frase: "Si están tan interesados en terminar con el kirchnerismo, ¿por qué no compiten con Cristina?", había estado acompañada por una pícara aclaración de que, tal vez, después de pronunciarla debería dormir en la casa de un amigo por causar el enojo materno-presidencial.

Quedaba en duda si, efectivamente, Máximo estaba proponiendo la posibilidad de que Cristina se postulara a la re-re. Y, en caso de que ello fuera cierto, quedaba flotando el interrogante de si estaba cumpliendo instrucciones de la Presidenta o si se trataba de una idea personal.

Pero esas dudas, que dieron lugar a las elucubraciones de los analistas durante dos días, quedaron definitivamente sepultadas este lunes: ahora queda claro que hay una estrategia de comunicación, centralmente ideada y planificada, para instalar el tema de la re-re en agenda.

Quienes conocen el ámbito político saben que es casi imposible que en ningún partido -y menos en el kirchnerismo que en cualquier otro- un funcionario de segunda línea se anime a formular, sin previo permiso del jefe, una propuesta que implique una reforma constitucional.

Pero eso mismo fue lo que ocurrió: figuras como Aníbal Fernández, Carlos Kunkel, Mariano Recalde, Andrés "el Cuervo" Larroque y hasta el ministro Axel Kicillof salieron a opinar sobre el discurso de Máximo, en una curiosa coincidencia respecto de lo positivo que sería que se le diera a Cristina la posibilidad de medirse ante los candidatos opositores en las urnas.

"Si hablan tan mal de Cristina Kirchner, ¿por qué no la dejan competir? Modifiquemos la Constitución, el artículo 30 dice que se puede", planteó Fernández en una entrevista radial, dando muestras de que tenía el argumento bien estudiado desde el punto de vista legal.

También Kunkel se encargó de provocar a la oposición: "El desafío que hacemos es si estarían dispuestos a competir con la jefa de nuestro partido ya que ellos dicen que se agotó. Si no están dispuestos que digan el por qué".

Y, demostrando también que el tema había sido previamente analizado en la cúpula partidaria, sacó a relucir el argumento legal: "Si el impedimento es una ley, una ley la votan los diputados y senadores que están con mandato vigente en cada momento histórico. Si no se puede derogar ninguna ley, entonces disolvamos el Parlamento", fue su provocador planteo.Reflotando la estrategia menemista

Es inevitable, al menos para los que tienen más de 35 años, la sensación de "Déjà vu" con el menemismo de sus tiempos finales.

También en aquella época Carlos Menem conseguía mantenerse en el centro del debate, aun tras el desgaste de 10 años en el poder, al plantear la campaña re-reeleccionista de 1999.

Así, más que discutirse sobre la recesión que ya se hacía evidente o sobre la sostenibilidad del "uno a uno", el ámbito político se entretenía con la especulación legal respecto de si se podía o no habilitar un tercer mandato.

Por aquellos días, los más altos funcionarios del Gobierno argumentaban que, como la Constitución había sido reformada en 1994, debía considerarse que el período de 1995 era el primero y no el segundo de Menem.

La campaña, naturalmente, no prosperó. Pero fue particularmente eficaz para otro propósito: esmerilar la candidatura de Eduardo Duhalde, enemigo íntimo de Menem.

El ex vicepresidente y entonces gobernador de Buenos Aires, personificaba la clásica combinación de continuidad y cambio que caracteriza al peronismo. Su discurso era muy crítico, y era sabido por todos la antipatía personal que se profesaban con Menem.

De manera que se planteaba la duda sobre si Menem prefería que el peronismo perdiera, porque eso terminaría con la carrera de Duhalde y consolidaría al riojano como líder partidario, que preparaba su regreso mientras Fernando de la Rúa pagaba el costo político de la crisis económica.

Quince años después, el parecido entre ambas situaciones es notable. Al enfatizar sobre el liderazgo indelegable de Cristina, los kirchneristas están dando a entender que no habrá candidatura alguna que represente al oficialismo.

Y esto refuerza las sospechas de quienes vienen argumentando que Cristina quiere, íntimamente, que Mauricio Macri gane las elecciones, para borrar los otros liderazgos dentro del peronismo y encolumnar a la oposición con vistas a un regreso en 2019.

Es lo que algunos analistas han dado en llamar también "la estrategia Bachelet", en alusión a cómo la mandataria chilena logró sostener su capital político mientras gobernaba el conservador Sebastián Piñera y luego regresó triunfal para un nuevo mandato.

Esta posibilidad ya venía siendo analizada por la cúpula partidaria: trascendió que en la reunión secreta de gobernadores peronistas -que incluyó a Daniel Scioli y al cordobés José Manuel de la Sota- se expresó el temor de que Cristina ya hubiese tomado la decisión de favorecer una derrota peronista.

Ahora, estos temores parecen plenamente confirmados ante frases como ésta, pronunciada por "El Cuervo" Larroque: "¿Qué legitimidad puede tener un próximo gobierno que no compite con quien concita la mayor adhesión de nuestro pueblo?".Un mensaje para el ámbito político

Lo cierto es que cuesta mucho encontrar a alguien que se tome en serio la posibilidad de una re-re.

Los analistas consideran que, más bien, todo el objetivo de la campaña es consolidar la identidad K como proyecto con continuidad post-2015 y afianzar el liderazgo de Cristina.

"Por supuesto que no hay ninguna posibilidad de que haya una re-reelección. Lo que el kirchnerismo está haciendo es mostrar que está fuerte y que incidirá en las elecciones", observa Julio Burdman, docente de ciencias políticas en la UBA.

En tanto, el politólogo Enrique Zuleta Puceiro cree que el objetivo, tanto del discurso de Máximo como de las declaraciones posteriores, es contrarrestar los diagnósticos de que el proyecto k está en su etapa final.

"Es, por un lado, un mensaje hacia la interna, una forma de mantener una ortodoxia vigilante y fortalecer la unidad. Por otro, hacia el resto del arco político, para transmitir que la idea de que ‘nos vamos pero porque nos toca irnos, y no porque ustedes nos ganen una elección'", afirma Zuleta.

Y recuerda, además, que esta iniciativa es "una forma de anoticiar a la sociedad argentina de que ese es un sector que va a permanecer firme y que a quien venga le va a costar gobernar con 50 o 60 diputados de La Cámpora con amplio poder de veto".

Desde la vereda cercana al oficialismo, el analista y encuestador Artemio López interpreta que el mensaje es que ninguna de las candidaturas que se están barajando con vistas a 2015 terminan de convencer ni a Cristina ni a la militancia.

"El mecanismo para resolver la ausencia de candidatos se verá más adelante, pero no creo que sea fácil habilitar una reelección. En cambio, lo que sí quedó en claro que los candidatos de los que se habla no son representativos ni satisfactorios para el volumen organizativo de La Cámpora. Y comienza a haber una discusión de cara al 2015 que deja abierta la posibilidad de barajar y dar de nuevo", fundamenta Artemio López.

En otras palabras, por si quedaba alguna duda respecto del escaso entusiasmo que la candidatura de Scioli despertaba en el kirchnerismo más "cristinista", lo ocurrido en las últimas horas es la confirmación final.

Acaso la novedad radique en que tampoco los pre-candidatos más "del riñón" parecen dar la talla como para recibir la aprobación de la Presidenta. Lo cual incluiría a Kicillof, de quien se había especulado intensamente con la alta exposición que obtuvo el ministro por las negociaciones con los "fondos buitre".

Y el componente más novedoso que queda es el de la irrupción de Máximo Kirchner como nueva figura política con aspiraciones.

Como dijo el propio Kicillof: "La figura de Máximo, que siempre está presente en la organización, lo que hizo fue catalizar un sentimiento y dejó en claro las líneas centrales de nuestro trabajo".

Para el ministro, la concentración de 40.000 jóvenes en el acto del sábado fue la respuesta de la alegría militante "ante el mal clima social que algunos quieren establecer".El "timing" perfecto para el contra-ataque

En esa observación de Kicillof, posiblemente resida un ingrediente clave: el "timing" de la campaña no es casual ni inocente, sino que ocurre precisamente cuando proliferan las versiones sobre un descontrol de la economía y un estallido social.

El propio Gobierno se encargó en los últimos días de pronosticar los ya clásicos disturbios de diciembre y también "una matiné" para los próximos días, con intentos de desestabilización política.

Por lo pronto, esa jugada ya cumplió un primer objetivo: las advertencias de Cristina y sus funcionarios han inhibido a dirigentes sindicales como Hugo Moyano, que prefieren no mostrarse demasiado confrontativos en estos momentos.

La campaña de la re-re demuestra, además, que el kirchnerismo mantiene los reflejos que lo han llevado a recuperar la iniciativa política cada vez que la economía le había dado algún sinsabor.

Como observa el analista Jorge Asís: "El cristinismo, con la producción de acontecimientos, vuelve a la carga. Se detiene sólo para tomar envión. Va siempre. Produce los acontecimientos con lo que tiene, que no es poco".

No es un detalle menor el momento en el cual se lanza esta campaña: justo cuando la Presidenta, luego de haber planteado ser víctima de un boicot, se apresta a protagonizar dos eventos de alta visibilidad internacional.

Primero, la reunión con el Papa -el reconocido autor de la consigna "cuidar a Cristina"- y, luego, el discurso ante la asamblea de las Naciones Unidas, que acaba de votar a favor de la iniciativa argentina para impedir la acción de "fondos buitre" en los canjes de deuda soberana.

Mientras tanto, la militancia K ya tiene un poderoso mensaje: hay futuro asegurado, el kirchnerismo no tiene intenciones de retirarse en 2015 y, además, ya tiene previsto su argumento irrefutable para el caso de un traspié electoral.

Pase lo que pase en 2015, el derrotado será otro. Lo expuso con claridad Mariano Recalde, uno los más connotados "camporistas": "La única forma de ganarle al kirchnerismo es ganarle a Cristina".

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