NEGOCIAN NUEVOS APORTES

Llegó el efecto Argentina al FMI: tras préstamo récord a Macri, el organismo suma dólares para controlar riesgos de contagio

La entidad revisará el sistema de cuotas de sus miembros. El monto actual no alcanza para asistir a otros países de la misma manera que hizo con Argentina
ECONOMÍA - 12 de Diciembre, 2018

Después del préstamo extraordinario que acordó con la Argentina por u$s57.000 millones, el Fondo Monetario Internacional deberá encarar en los próximos meses la decimoquinta revisión de las cuotas que aportan sus 189 miembros para recapitalizarse.

El proceso estaba pautado desde 2016 pero cobró impulso en la cumbre del G20 en Buenos Aires, en donde los líderes del mundo pusieron el ojo sobre los riesgos latentes de defaults de deuda en países emergentes y el temor a un contagio de la sacudida que sufrió la economía argentina.

En medio de la puja comercial entre China y Estados Unidos, los ministros de finanzas decidieron reforzar el sistema financiero global ante las alertas que se encendieron por las debilidades aún irresueltas.

John Kirton, codirector del G7 y el G20 Research Group en Canadá, explicó a iProfesional que "el gran logro del G20 fue incluir la revisión de las cuotas de capital del FMI porque no hay suficiente dinero para financiar tres Argentinas".

En otras palabras, el sistema de cuotas actual del organismo no alcanzaría para replicar una asistencia similar en caso de que otros países se vieran afectados por un shock de liquidez.

El poder de fuego del FMI es motivo de preocupación entre los banqueros centrales del mundo. En su último informe presentado en Buenos Aires, el Grupo de Personas Eminentes del G20 sobre Gobernanza Financiera Global (EPG, por sus siglas en inglés) advirtió sobre la falta de una red de seguridad financiera y recomendó al FMI movilizar recursos para asegurar la estabilidad global "en caso de una crisis sistémica".

El órgano está integrado, entre otros, por el economista John Taylor, que días atrás señaló en la UCEMA la existencia de "riesgos de corto plazo" para los emergentes.

En ese escenario, el plan para reconstruir un “FMI fuerte” prevé una nueva fórmula basada en cuotas y un importante incremento de los recursos, que hoy alcanzan u$s1,4 billones.

Según el EPG, las cuotas fijas representan un 48% de los aportes, mientras que un 20% corresponden a acuerdos multilaterales y otro 30% a bilaterales. El problema es que estos últimos vencen en 2020. Por ello, el grupo de expertos señaló que "cuando los préstamos bilaterales expiren, la base de recursos del Fondo no va a ser suficiente para cubrir las necesidades globales".

La última revisión de cuotas, definida en 2010 cuando todavía estaban calientes las brasas de la crisis financiera, recién entró en vigor en 2016 con una serie de importantes cambios, entre ellos la duplicación inédita de las cuotas totales y el ascenso de China al segundo puesto dentro del FMI, con un 6% de los votos, dejando atrás a Japón.

Ahora, el gigante asiático impulsa un nuevo cálculo que refleje su peso actual dentro del organismo, en donde Estados Unidos aporta la mayor cantidad de recursos y sigue siendo el principal decisor con el 15% de los votos, según el ranking elaborado por el FMI. 

El sistema de cuotas se sustenta en la posición relativa de cada miembro en la economía mundial (un mix entre el PBI, el grado de apertura, la variabilidad económica y las reservas internacionales) y determina la cantidad máxima de fondos que deben aportar, así como el tope de financiamiento que pueden obtener.

Esto, a su vez, se traduce en el número de votos. Así, por ejemplo, la Argentina participa con el 0,67% del total de aportes y un porcentaje similar de votos. Por su cuota, le hubiera correspondido un financiamiento inferior a los u$s30.000 millones, pero la buena relación de Macri con el presidente Donald Trump y Lagarde permitió obtener casi el doble de ese monto y acceder así al mayor programa de la historia del organismo, sin contar el de Grecia, que contó además con fondos europeos.

Según los cálculos de la Unidad G20 del Ministerio de Hacienda, los emergentes están subrepresentados en un 6,5% dentro de ese grupo y en un 7,4% en el total de países. En cambio, si el PBI o las reservas internacionales tuvieran una mayor ponderación dentro del cálculo de las cuotas, como propone el país asiático, esas economías podrían tener una representación superior.

“Si se hace una revisión que tenga más en cuenta la cuota fija, avanzarían los emergentes en el share, mientras que los avanzados perderían representación”, explicó a iProfesional Laura Jaitman, la economista designada por el ministro Nicolás Dujovne para negociar en el G20.

Temor al contagio

China ya protagonizó una puja similar con Washington este año en la recapitalización del Banco Mundial por u$s13 billones. La reforma incrementó en un tercio su participación en las acciones, a cambio de una suba de tasas en ese país tras las quejas de la administración de Trump sobre el financiamiento excesivo al gigante asiático y a otros países atrasados.

El incremento de fondos apuntó, según la propia entidad, a “permitir una mayor respuesta a los riesgos a la estabilidad y seguridad global, particularmente en los países más pobres y estados frágiles”.

De igual modo, la reforma del FMI no se trata solo de una redistribución del poder dentro del organismo en función de la nueva economía global. La discusión también encierra definiciones sobre su nivel de solvencia y el rol que debería cumplir en un escenario de mayor volatilidad.

Muchos economistas dicen que el FMI no tiene los fondos suficientes para actuar como prestamista de última instancia a nivel internacional cuando hay problemas de liquidez a nivel global”, aseguró Eric Ritondale, economista jefe de Econviews.

Tampoco ayuda el hecho de que Estados Unidos aumentó en forma significativa su gasto en los últimos años y China ya no tiene la misma capacidad para financiar los déficits externos del resto del mundo, con su economía creciendo a un menor ritmo.

La profesora de Harvard, Carmen Reinhart, advirtió en septiembre sobre los defaults registrados en los ex “países pobres altamente endeudados” (HIPC, por su sigla en inglés), una liga que abarca a naciones como Afganistán, Etiopía y Haití y que se encuentra entre los deudores del gigante asiático.

Pero Reinhart también sigue con atención a los grandes emergentes como la Argentina, que según la analista “camina por una línea delgada” y “no tiene mucho margen para ningún error”, como señaló en noviembre a Bloomberg.

Dudas sobre Argentina

Por su dependencia del dólar y necesidades de financiamiento, la economía local sigue expuesta a la volatilidad provocada por la suba de tasas en Estados Unidos y la salida de capitales.

La evolución financiera del país divide a los analistas entre aquellos que ubican al plan económico de Macri –y su viabilidad política- en el centro de las dudas de los inversores y quienes, por el contrario, creen que la fase crítica de la crisis ya fue superada tras el nuevo acuerdo sellado en septiembre.

Esta última mirada es compartida por el Gobierno, en donde esperan la llegada del tercer tramo por u$s7.600 millones en los próximos días y aseguran que el año próximo estarán cubiertos todos los vencimientos.

Pero el optimismo oficial contrasta con la reciente decisión de las calificadores de riesgo de rebajar la nota crediticia de la Argentina por el riesgo percibido en los bonos, y con los datos negativos de la actividad, que en septiembre cayó un 5,8% interanual.

El extitular del Banco Nación advirtió semanas atrás que “la recesión que viene es muy fuerte, un panorama de poco crecimiento y sin financiación”.

En su último informe monetario publicado la semana pasada, el Banco Central reconoció que los mercados siguen evidenciando “condiciones restrictivas” para Argentina, y que la baja de tasas en EE.UU. podría generar nuevos “desajustes” en los emergentes.

Otra luz amarrilla fue encendida, en tanto, por el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), integrado por los ministros de Finanzas y banqueros centrales del G20, quienes resolvieron en Costa Salguero apurar el paso con las medidas regulatorias.

Lo hicieron a partir del último reporte anual de la entidad, considerada el “cuarto pilar” de la arquitectura financiera mundial (junto al FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio), que reconoce la demora en la ejecución de las reformas pendientes tras la crisis del 2008 y advierte sobre la aparición de “riesgos nuevos y emergentes”.

Después de una década de muy bajas tasas de interés, el documento titulado “Implementación y efectos de las reformas financieras regulatorias del G20” señala que “las instituciones y mercados financieros podrían no estar preparados para potenciales riesgos económicos y financiaros ocasionados por sucesos adversos en los mercados”.

Asimismo, puntualiza que “el alto nivel de deuda soberana, corporativa y personal en muchas partes del mundo puede exponer al sistema financiero a significativos riesgos”, entre ellos a la fuga de capitales, lo que podría a su vez impactar en los mercados de deuda y cambiarios.

Si bien el FBS asegura que “el sistema financiero es fuerte”, en uno de los ítems sobre los riesgos estima que “los cambios en el sistema financiero global, incluyendo el creciente rol de los fondos de inversión podrían afectar la transmisión y amplificación de los shocks”.

Esas advertencias llegaron al canal financiero del G20, que adoptó la decisión de recapitalizar el FMI. “La revisión de cuotas parece clave en un mundo donde la integración puede provocar efectos deseados cuando las cosas andan bien pero terriblemente graves en caso de contagios de crisis financieras”, dijo Guido Lorenzo, de la consultora LCG.

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