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Un riesgo país preocupante, declaraciones que complican y la amenaza de una devaluación cada vez más cercana

¿Cuál será el panorama de la economía argentina después de las elecciones del 14 de noviembre? ¿Qué hará el Gobierno de cara a lo que viene?
05/11/2021 - 07:43hs
Un riesgo país preocupante, declaraciones que complican y la amenaza de una devaluación cada vez más cercana

Dada la situación de la economía de Argentina, el gran sobrante de pesos, la falta de dólares y la imposibilidad de acceder al mercado de capitales internacionales, es muy probable que después de las elecciones legislativas del 14 de noviembre deba tomar algunas medidas entre las que no se debe descartar una devaluación del peso en el mercado oficial de cambios para descomprimir la situación de estrangulamiento cambiario que vive la Argentina en los últimos meses.

Cuando faltan menos de dos semanas de las elecciones legislativas, el riesgo país sigue subiendo y alcanzó ayer su valor más alto en 14 meses. La marca actual de 1747 puntos básicos, es un nuevo récord desde que se cerró el canje de deuda en septiembre de 2020. 

Cuando el presidente Alberto Fernández prestó juramento el 10 de diciembre del 2019, el índice de riesgo país se situaba en los 2.165 puntos y luego escaló hasta llegar a los 2500 puntos básicos. El 23 de marzo de 2020 llegó a su máximo de 4362 puntos a luego comenzó a bajar para situarse en los 2050 puntos el 9 de marzo de ese año. Pero el día posterior ese riesgo se redujo como producto del rebalanceo de los bonos del canje de deuda instrumentado por el ministro Martin Guzmán bajando a los 1083 puntos. A partir de ese momento comenzó a subir para llegar al récord actual. De todos modos el récord histórico de riesgo país lo tiene el gobierno de Eduardo Duhalde cuando el indicador tocó un máximo de 7722 el 7 de agosto de 2002, en un contexto de default dispuesto por Adolfo Rodríguez Saá durante su breve presidencia a fines del 2001.

Con respecto al futuro de la política económica del gobierno, un reciente estudio de la consultora M&S describe que después de la elección de noviembre y a lo largo de todo el verano, serán tiempos de desenlaces. 

"Habrá seguramente un desenlace político ya que no puede estirarse mucho tiempo más el lío que arrastra la alianza peronista gobernante. Tras la casi segura derrota ¿viene una continuidad con moderación liderada por el peronismo ¿o viene una radicalización K con éxodo de peronistas disidentes? Habrá un desenlace con el FMI: en marzo vence la primera cuota impagable del préstamo de 2018 (no se dispondrán de reservas ni de DEGS para pagar y seguir pateando el problema). ¿Qué viene, acuerdo y financiamiento o ruptura y atrasos?" dice el trabajo de la consultora. 

También plantea que habrá un desenlace macro – cambiario. "Será muy difícil seguir con una brecha flotando en torno a 100%, un BCRA con muy poquitas reservas netas y mínimas chances de incrementarlas, con necesidades en dólares 2022 que no cierran y necesidades en pesos que cierran con demasiada emisión monetaria".

A menos de dos semanas de las elecciones legislativas, el riesgo país sigue subiendo
A menos de dos semanas de las elecciones legislativas, el riesgo país sigue subiendo

El análisis da a entender y casi afirma que el 15 de noviembre, será determinante la manera en que se reacomode el oficialismo. "Esta es una alianza desarmable, propensa a generar problemas de gobernabilidad. Tras la derrota en las PASO, la alianza apenas logró mantenerse unida atada con alambres. Desde el 12 de septiembre, se mueve en un equilibrio claramente transitorio e inestable. Si en la elección general se repitiera voto más o menos el resultado de septiembre, para apuntalar la gobernabilidad de los "largos" dos años que le quedan el oficialismo tendría que rearmarse política y económicamente de manera menos precaria. Viene una segunda mitad de mandato con un combo difícil: un gobierno débil y una economía muy complicada" explica el informe.

Una gran parte de analistas del mercado financiero pone atención en el instinto de supervivencia política de al menos una parte de la alianza peronista. Pero dada la heterogeneidad e imprevisibilidad del kirchnerismo no se puede descartar un escenario político de complicación creciente y hay muchas dudas con respecto al éxito de la renegación con el FMI.

La situación política

Con respecto a la situación política el instituto IERAL apuntó a la necesidad de un gran acuerdo entre todos los gobernadores y los partidos políticos con representación parlamentaria para lanzar a través del Congreso un plan de estabilización económica como "El Real" llevado adelante en Brasil a mediados de los 90’. "No existen las condiciones previas que permitieron lanzar el plan Austral, ni recrearse la Convertibilidad, y a su vez, con gradualismo será extremadamente difícil salir del andarivel de una inflación instalada en el 50 % anual, con riesgos ciertos de seguir escalando", advirtió un informe de la casa de estudios de la Fundación Mediterránea.

Las recientes declaraciones de la vocera presidencial Gabriela Cerruti y el del Director de Argentina en el FMI Sergio Chodos generaron mucha incertidumbre en el mercado financiero local y también en Wall Street. Denotan que hay parte del gobierno que está en contra de cerrar un acuerdo rápidamente con el FMI. Con respecto a Cerruti hay que destacar que es la primera vez en el gobierno de Alberto Fernández que el encargado de las comunicaciones de la Casa Rosada efectúa este tipo de declaraciones contra el FMI. El ex secretario de Prensa Juan Pablo Biondi nunca intervino en ese tema que fue siempre comunicado por el ministro de Hacienda Martin Guzmán por eso sorprende lo de Cerruti no solo hablando del FMI sino de los controles de precios un aspecto que corresponde al secretario de Comercio Roberto Feletti. 

Estas declaraciones complican porque el desenlace político de para dónde va la alianza peronista tendrá como gran test la negociación con el FMI. De acuerdo a lo que pudo saber iProfesional hay un ala del Gobierno encabezada por Martin Guzmán que quiere cerrar el acuerdo, pero hay otra parte liderada por La Cámpora y gran parte de los líderes de los movimientos sociales que no quieren el acuerdo.

Los pagos de los vencimientos en el mes a mes son mini - test políticos de cara al vencimiento más grande de marzo 2022. Lo concreto es que hoy las dos partes de la negociación por un lado el gobierno argentino y por otro el FMI hablan idiomas económicos totalmente distintos. Por lo tanto, llegar a un acuerdo para renegociar la deuda de unos u$s 45.000 millones tendrá que ver más con una decisión política de acordar un programa. Pero no estará centrada en las metas fiscales o monetarias que pida el FMI.

Con respecto a ese tema Marcelo Elizondo el Director de la consultora DNI manifestó a iProfesional que "La última palabra respecto a "ayudar" o no a la Argentina la tendrán finalmente el Tesoro y/o el Departamento de Estado de EE.UU y si se termina acordando algo es probable que sea un acuerdo transitorio solo para salir del paso. Pese a la disposición política internacional de no aislar a nuestro país no habrá un acuerdo sin condicionalidades: como mínimo un conjunto de metas macro cuantitativas trimestrales que el FMI le pedirá a este gobierno.

En ese aspecto varios analistas coinciden que existe la necesidad de tratar de avanzar en algún esquema de política macro que por lo menos atenúe la dinámica futura del combo 50% anual de inflación - 100% de brecha cambiaria - 1700 puntos básicos de riesgo país; que no la haga divergente. Para acordar algo, el gobierno tendría que comprometerse a cumplir metas fiscales, monetarias y cambiarias que sistemáticamente rechaza. En este contexto tan forzado, el Fondo no le prestará a la Argentina plata fresca, ni aceptará una extensión de los plazos de devolución del préstamo, ni convalidará ninguna reasignación de DEGS ajenos para que la Argentina siga pagando vencimientos y pateando en el tiempo un acuerdo. Podría concederle alguna reducción simbólica de los sobrecargos de la tasa de interés que solicitó Martin Guzmán en la reunión del G20.

Por otra parte, se observa que el actual cuadro de situación macro no es sostenible por mucho más tiempo, tanto por el lado "externo" (brecha, nivel del dólar no oficial y reservas del BCRA) como el "interno" (necesidad de pesos del Tesoro, deuda del BCRA y emisión monetaria). Por el lado "externo", el nivel del dólar no oficial a 200 pesos se parece a los típicos dólares ochentistas de incertidumbre política e inestabilidad macroeconómica. Es un dólar "muy alto" que preanuncia tiempos de desfasaje cambiario con un dólar oficial a 100 pesos y los alternativos por encima entre los 185 pesos y los 215 pesos por dólar.

Expertos destacan la importancia de alcanzar un acuerdo con el FMI
Expertos destacan la importancia de alcanzar un acuerdo con el FMI

El trabajo de M&S describe que "hay otro elemento que imposibilita extrapolar la foto "externa" actual son las reservas netas del BCRA". Estas registran un certificado por tenencias de oro por unos u$s 3.500 M y otro por tenencias de DEGS del Fondo por otros u$s 2.500 M que se usará para pagarle al propio FMI la deuda de capital e intereses que vence en lo que queda del año. En caso que el Gobierno pudiese decidir no pagar esos vencimientos la situación financiera y cambiaria se complicaría mucho.

Para lo único que sirven los DEGS es para pagarle al Fondo. En caso de querer retenerlos en el BCRA no pagando para acumular reservas no se ganaría nada. Lo que no quedan más en las reservas netas son activos en dólares, reservas líquidas. Por lo tanto, si el BCRA vende dólares en el mercado oficial o no oficial o paga deuda pública externa con dólares y no con DEGS, está recurriendo a dólares no propios: a los encajes de los bancos en el BCRA que respaldan los depósitos privados en dólares. Esto no es novedad. Ya ocurrió en otros momentos críticos. Pero usar dólares prestados es sólo para un rato y algo puntual. Por ese motivo el directorio del BCRA tomó ayer la decisión de impedir a los bancos que mejoren su posición cambiaria acumulando dólares.

La foto tan justita de las reservas es un problema pero peor es la película. Se necesitará un superávit comercial de dos dígitos anuales para empardar la demanda privada de dólares y los pagos de deuda externa. El tema es que llegar a este superávit comercial en 2022 llevará a planchar la actividad económica y/o corregir la política cambiaria y/o recurrir a más controles. Porque otro súper - rebote exportador como el de este año no habrá. En síntesis, por el lado "externo" se acumulan indicios para un desenlace cambiario en el verano.

La misma dificultad de extrapolar hacia delante lo "externo" se repite por el lado "interno" de los pesos. El BCRA está emitiendo actualmente casi $300 mil M mensuales brutos, mitad para financiar el déficit primario del Tesoro y mitad para pagar los intereses de su propia deuda en LELIQ con los bancos. Tiene que hacer malabares para absorber parte de lo que emite colocando más LELIQ a una tasa de interés nominal anual clavada en 38%. Los agregados monetarios (transaccionales y plazos fijos) crecen al 45 / 50% anual y "casualmente" la tasa de inflación es bastante cercana al 50% anual. Al mismo tiempo, el Tesoro sale todos los meses a renovar vencimientos de deuda pública en pesos por entre $ 300 y 400 mil M. 

El Tesoro cada vez refinancia esta deuda a plazos más cortos y con más instrumentos indexados con inflación o tipo de cambio. Ambos terminan desajustando cada vez más la macro, presionando los dólares no oficiales y la brecha y consolidando un piso más alto de inflación. La aceleración monetaria de estos meses mueve el consumo, pero será un movimiento fugaz porque también mueve los precios y el dólar.

Las expectativas de devaluación post elecciones están a pesar de que el Gobierno insiste en que no. La mayor cantidad de pesos circulando se refugia en el dólar antes de las elecciones como reserva de valor. Si se mide en forma internual es un dólar que no es real, porque el tipo de cambio oficial está retrasado frente a la inflación", mencionó el director de Focus Market Damian Di Pace.

El economista y candidato a diputado de CABA Javier Milei calcula que el total de pesos atrapados que no pueden salir del sistema llega hoy a unos 5 puntos del PBI. Es el equivalente a unos u$s 20.000 millones que en algún momento van a presionar a la demanda de dólares y de otros activos financieros dolarizados. "El peligro no es la presión dolarizadora sino la presión pesificadora del gobierno. En materia de pesos sobrantes y de inflación en aumento estamos como en la previa del Rodrigazo del 75 o del colapso del 2001", manifestó Milei.

 "El problema está en las Leliqs y no en la sobretasa que hay que pagar al FMI", dice Milei. 

El problema es la emisión monetaria para financiar el gasto público, que se transforma en deuda del BCRA que afecta el patrimonio del mismo que hoy es negativo" explica el economista.

Para los operadores del mercado de cambios consultados la medida se debe a que la demanda de atesoramiento de dólares se da siempre en días previos a la elección y esta no es la excepción y si uno revisa todos los períodos electorales de los últimos 10 años hay siempre dolarización de portafolios.

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