Clave para el bolsillo: por qué conviene refinanciar con la tarjeta antes que sacar un crédito bancario
El último registro proporcionado por el Banco Central no deja lugar a dudas: los bancos ponen trabas para incrementar el límite de la tarjeta de crédito y -en cambio- les ofrecen a sus clientes tomar créditos personales para hacer frente a sus gastos o deudas.
Sobre el total de operaciones electrónicas, las compras con tarjetas representaron un 49,4% contra el 51% del año pasado. Eso significa, ni más ni menos, que la gente usa cada vez menos los plásticos para refinanciar sus gastos.
La clave tiene que ver con la estrategia de los propios bancos: como la tasa de interés de las tarjetas se encuentra controlada por el BCRA, prefieren otorgar créditos personales, que no están bajo la mira de la autoridad monetaria.
La tasa de interés nominal de la refinanciación con las tarjetas de crédito es del 53% anual. El costo financiero total (CFT) asciende al 81% anual.
Es decir, por encima de la inflación (58% interanual). Pero por detrás de lo que cuesta en los mismos bancos un préstamo para el consumo (personal), que en el mejor de los casos se encuentra algunos puntos más arriba que el 90% anual. Esto significa que una persona que debe refinanciar sus gastos, le conviene hacerlo con su tarjeta (pagando el mínimo, por ejemplo) antes que sacar un crédito personal en un banco.

Deuda por tarjetas de crédito vs créditos personales
El problema es que los bancos vienen recortando los límites de las tarjetas, con lo cual a muchos clientes no les queda otra alternativa que recurrir a un crédito personal para patear su deuda hacia adelante.
Los bancos dejan de financiar a través de las tarjetas de crédito y ofrecen a sus clientes otros préstamos -más lejos de la regulación del Banco Central-, que resultan más onerosos para quien no llega a fin de mes o necesita dinero circunstancialmente.
Contra abril del año pasado, la facturación de las tarjetas de crédito creció 43,8%. Según el INDEC, la inflación interanual se ubicó en 58%. Y un 62% en "alimentos y bebidas", que es el rubro que encabeza la facturación con los plásticos. Una caída en torno al 20% en términos "reales" (descontada la inflación) entre un año y otro.
No puede achacarse esa contracción a una baja del consumo: las principales consultoras que miden esa variable indican que, aun con cierta desaceleración, las compras en supermercados y autoservicios de barrio continúa con una tendencia positiva.
Las entidades financieras les dan más aire a sus mejores clientes, aquéllos que acreditan sus salarios, por ejemplo. Y dejan sin actualizar -o bien lo hacen por debajo de la inflación- en aquellos casos donde el compromiso comercial es menos valioso.

El caso de las empresas
En los casos de las tarjetas corporativas, la situación también se fue complicando. Sobre todo para las Pymes.
Un par de empresas comentaron a iProfesional el listado de pedidos que le hicieron llegar desde dos bancos distintos. Uno de capital nacional y otro extranjero. Las condiciones incluían: la presentación de los últimos tres balances y el acta de las respectivas asambleas de accionistas.