Pobreza versus crecimiento económico: qué es el "bono demográfico" y por qué Argentina se lo está devorando
El economista y demógrafo americano Julián Simón, quien escribió sobre población, recursos naturales e inmigración, expresaba que la verdadera fuente de prosperidad no es la tierra ni los recursos naturales que un día podría extinguirse, sino las personas. Entre los datos más relevantes que dio a conocer el INDEC sobre el primer semestre 2022 se destacan que la pobreza llegó al 36,5% de las personas, mientras el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza alcanzó el 27,7 por ciento.
Si lo dividimos por grupo etario con 37,5% de 30-64 años se encuentra el mayor nivel de pobres. Como dato más alarmante, la mitad de las personas de 0-14 años son pobres.
¿Qué es el bono demográfico?
El bono demográfico se mide de acuerdo con la relación de dependencia de la población, que resulta de dividir el total de habitantes dependientes (menores de 15 años y mayores de 64) entre la población productiva (de 15 a 64 años).
Entre más baja sea esta relación de dependencia de un país, mayor es su bono demográfico. Es decir, nosotros con una población joven pobre e indigente nos estamos devorando nuestro bono demográfico futuro.
Dentro de los que deberían ser el futuro de nuestro país los pobres indigentes son el 15,4% para niños de entre 12 a 17 años. Por su parte, el 40% de pobres no indigentes responde a niños de entre 6 y 11 años.
Los datos son crónicos y las políticas para atender a estos sectores desde el gasto público fiscal (por ejemplo, Asignación universal por hijo, plan nacional de seguridad alimentaria, becas progresar y plan SUMAR, entre otros) no están siendo lo suficientemente adecuadas para resolver el problema de fondo que es una real dependencia humana del Estado sin revertir la tendencia hacia un futuro de educación, producción, empleo y mejor bienestar social y económico futuro.
El impacto de la pobreza en las generaciones jóvenes
La pobreza genera una sociedad precaria que no puede acceder a los elementos de necesidad básica como alimentación, educación, etc. A su vez, nuestro futuro, que son las generaciones jóvenes, están teniendo falta de acceso a una alimentación adecuada.
De acuerdo al IERAL, la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas promediaba el 3,5% mensual en el 2021 en la Argentina, para el 2022 este dato subió a un 5,8%, mientras que si lo comparamos con la mediana de Latinoamérica (10 países), la inflación para este mismo rubro fue de 0,6% mensual en el 2021, mientras en lo que va del 2022 el promedio se ubicó en 1,2 por ciento.
Es importante aclarar, que en este mismo informe se observó que no solo en Argentina, sino que en Latinoamérica el dato de inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas siempre se encontró por encima del dato de inflación general. Mientras el dato de inflación para agosto en Argentina fue de 7%, para el rubro de alimentos fue 7,1% según INDEC. Si bien este número no presenta tanta brecha con el dato general, esto se debe a la cantidad de intervenciones estatales.
Otro punto relevante para nuestro futuro y el de las generaciones más jóvenes es el nivel educativo en donde, según el INDEC, existe entre más de un 5% de niños de entre 0 y 17 años que no asisten al colegio.
Si analizamos dentro de los que asisten a la escuela vemos que la calidad educativa generada en la última Prueba PISA que se efectuó en el 2018 (la edición 2021 quedo suspendida por la crisis de COVID) nuestro país quedo en el puesto 63 en lectura, el 71 en matemática y el 65 en ciencias.
La Argentina se encuentra desperdiciando el bono demográfico, debido a que la mayoría de la población de entre 0 y 17 años debería estar en pleno proceso de aprendizaje de calidad para que, apenas se encuentre en edad de trabajar en el mercado laboral, el desarrollo económico se produzca en nuestro país.
La realidad es que el Estado no se encuentra articulando políticas para que tal bono pueda traducirse en desarrollo económico sostenido.
De acuerdo a un informe de la CEPAL, la tasa de pobreza tiene una relación directa con el nivel de PBI. Es decir que aquellos países como Argentina en donde cayeron a niveles de -9,9% muestra una tasa de pobreza de 0 a 14 años de más del 50%. Lo mismo ocurre con países como Colombia o México que con un nivel de PBI sumamente negativo. Las tasas de pobreza en ese rango etáreo son altas.
Al observar estas mismas variables, pero para Latinoamérica vemos la misma relación en donde con un nivel de PBI bajo, las tasas de pobreza y pobreza extrema siempre son relativamente altas y sostenidas en el tiempo.
Este recorrido sobre algunas variables económicas y demográficas muestran un proceso de transición de pobreza infantil y adolescente que se irá acentuando en el tiempo en la tasa de pobreza adulta, generando así un nivel crónico de problemas con la masa laboral que se está descuidando.
A futuro esto aumentará la problemática actual del país, en donde tenemos cuestiones de corte económico y político, que los policymakers no pueden solucionar haciendo que la tasa de pobreza adulta se perpetúe en el tiempo. La pobreza no ha logrado revertirse con mayor nivel de asistencia social. Incluso la educación no está adaptada a los tiempos que vienen y en una economía que no crece ni genera empleo las posibilidades de salto social cada vez son más escasas. Hemos construido un sistema de dependencia estatal y no un camino al ascenso social independiente no clientelar del político de turno.