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Festejo efímero para Massa: por qué tras el éxito del dólar soja viene un desplome de las exportaciones

En las próximas horas se dará a conocer el dato del comercio exterior de septiembre, que rompe, gracias al "dólar soja", tres meses de déficit
ECONOMÍA - 19 de Octubre, 2022

El Gobierno se prepara para celebrar, en las próximas horas, otra victoria efímera: la balanza comercial de septiembre volverá a marcar superávit, rompiendo una racha de tres meses consecutivos en rojo.

Sin embargo, nadie en el mercado se muestra entusiasmado: se considera que el resultado, lejos de marcar un cambio de tendencia, representa apenas una excepción posibilitada por el "dólar soja".

El régimen especial de incentivo a los productores sojeros dispuesto por el ministro Sergio Massa, que permitió liquidaciones récord por más de u$s8.000 millones gracias al tipo de cambio preferencial de $200 por dólar, hizo que las exportaciones de septiembre marcaran su récord en el año.

Pero, al decir de los analistas agropecuarios, en octubre "la carroza volvió a ser calabaza" y las exportaciones del campo volvieron a reflejar el flojo cuadro de ventas afectadas por el retraso cambiario.

De hecho, los pronósticos de los economistas apuntan a que en octubre y noviembre se volverá a ver déficit comercial. En la última encuesta REM que realiza el Banco Central, el top 10 de los pronosticadores previó que después de un probable superávit de unos u$s2.350 millones en septiembre, se pasaría a un saldo negativo de unos u$s20 millones en octubre y de unos u$s170 millones en noviembre.

Y ese pronóstico no ocurre como consecuencia de que se prevea un incremento de las importaciones. Más bien al contrario, por la disminución en la compra de gas y con el marco de mayores restricciones regulatorias, los economistas prevén que en el último trimestre del año las compras del exterior caigan un 8% para ubicarse en un promedio mensual de u$s6.545 millones.

Si las importaciones caerán en los próximos meses, ¿cómo se explica entonces que los economistas estén proyectando la persistencia del déficit? La respuesta es simple: se prevé un desplome exportador: en el último trimestre del año el promedio mensual será de u$s6.500 millones, lo que implica una caída de 32% respecto de la marca alcanzada en septiembre.

El "dólar soja" posibilitó un boom exportador que revirtió el déficit de la balanza comercial 

Dólares del BCRA: la carroza volvió a ser calabaza

Estos números reflejan el humor imperante en el mercado: nadie se engañará por los números positivos que mostrará la balanza de septiembre, sino que prevalece la preocupación por lo que ocurra en los meses siguientes.

"Los dólares que logró acumular el BCRA gracias al dólar soja se pueden consumir en apenas un par de meses y así se sigue con la percepción de que el tema cambiario no está resuelto. Esta será una constante durante los próximos meses", advierte un reporte de la consultora LCG.

Según las estimaciones de analistas agropecuarios, los productores sojeros todavía mantienen en las silobolsas un gran volumen: unas 17 millones de toneladas, luego de las 13 millones liquidadas en el septiembre récord.

Pero las probabilidades de que esas existencias puedan ser vendidas antes de abril es considerada muy baja en el mercado. El hecho de que las grandes industrializadoras que compran granos ya estén bien abastecidas, unido al bajo atractivo que implica volver a un precio de $55.000 por tonelada después de los $70.000 que se pagaron hace un mes, hacen que los productores vuelvan a la actitud defensiva.

En realidad, la cuenta que hacen para decidir si vender o no es la de cuántos dólares pueden comprar en el mercado paralelo con lo que les paga el Banco Central. Antes del período especial del dólar sojero a $200, sólo podían comprar un 30% de lo que se pagaba por la tonelada de soja en el mercado internacional. Con ese precio, no vendían. El dólar de Massa los llevó a 49%, y los resultados quedaron a la vista.

"El mercado tiene una regla de oro: la comercialización de granos responde directamente a los incentivos que se les dé a los productores para que negocien sus inventarios. Frente al atraso cambiario, el productor se sienta arriba de su stock. Cuando reducís la brecha (el dólar soja, en síntesis, fue algo de eso) las ventas fluyen", afirma Diego Palomeque, consultor financiero y director de la firma Agroeducación.

Así, los pronósticos apuntan a una pobre performance comercial, aun cuando el momento se presenta favorable por la caída en las compras del rubro energético, que este año llegaron a triplicar las importaciones del año pasado y se transformaron en un dolor de cabeza para el Gobierno.

Aun cuando la temperatura primaveral permitió una reducción en la compra de gas, los economistas no prevén una mejora en el saldo comercial

Una estimación de la Fundación Mediterránea que considera únicamente los ítems de exportaciones agroindustriales y las importaciones energéticas marca que se estaría pasando de un superávit mensual promedio de u$s2.200 millones en el período mayo- agosto a prácticamente la mitad -u$s1.200 millones mensuales- entre octubre y diciembre próximos.

Muchas versiones se escucharon en el ámbito político como parte de una estrategia para reforzar las reservas. Por ejemplo, que Massa podría buscar algún nuevo incentivo cambiario para el campo hacia fin de año si la escasez de reservas volviera a ser un problema.

Pero hay dudas sobre si tendrá nuevamente margen político para ello, como quedó demostrado por las críticas públicas que hizo Máximo Kirchner, quien hizo su particular interpretación de lo ocurrido: "Nuestro país fue puesto de rodillas por las cerealeras. Hubo que generarles otro dólar para que liquiden lo que producen en nuestro suelo y que es parte de la riqueza y de los bienes naturales de nuestra patria".

Ante esa limitación política para repetir lo que ocurrió en septiembre, los analistas del negocio agropecuario creen que la opción más probable es que Massa prefiera mantener a velocidad crucero el ritmo del "crawling peg" -que en septiembre fue de 6,2%- al tiempo que da señales de cierta austeridad fiscal.

De todas formas, se percibe un marcado escepticismo. Como notó un análisis de la Mediterránea, ya se está produciendo un típico efecto de los momentos de retraso cambiario: las dificultades para la exportación de productos regionales. Peras, manzanas, arroz y pesca son los rubros de economías regionales que lideran la caída.

Problemas para las reservas: mal clima y un mundo más complicado

Pero la situación es peor todavía de lo que sugieren los análisis de los economistas, porque el  pesimismo sobre las exportaciones no se basa solamente en las distorsiones de la política económica argentina, sino que incluyen además problemas que exceden a las autoridades: el clima y la situación geopolítica global.

La sequía en varias regiones está llevando a que se prevean recortes en la producción -Argentina incluida- pero, al contrario de lo que suele suceder en estas situaciones, ello no necesariamente empujará los precios al alza, dado que se prevé una disminución de la demanda global en varios rubros.

Los rendimientos de la campaña 2022/23 están siendo afectados por la fuerte sequía, lo cual hace dudar de los pronósticos oficiales de exportación para el año próximo

En estos momentos, en el mercado agropecuario es objeto de análisis el reporte del USDA -United States Department of Agriculture-, que proyecta la campaña 2022/23 en comparación con la actual. Y Argentina figura en el listado de países que disminuirá su venta de trigo, maíz y harina de soja.

En cambio, la expectativa es que haya una mayor exportación de porotos de soja, gracias a la reversión de una tendencia a reducir el área sembrada para este cultivo. No es algo que en el campo se asocie a una buena noticia: en general, cuando los productores abandonan otros cultivos para pasarse a la soja es porque hay dificultades climáticas o porque se prevé una disminución en los márgenes de rentabilidad.

Los mapas hídricos que se difundieron en los últimos días muestran grandes manchas rojas y naranjas -las que identifican zonas con falta de agua en el suelo- y se estima que apenas un 20% de la superficie cultivable está en buenas condiciones para la siembra. De hecho, los productores ya están hablando de caídas de rendimiento de al menos 30% en las zonas menos afectadas por la sequía.

Un capítulo aparte es la exportación de carne, que se está viendo profundamente afectada por la caída de la demanda de China, uno de los principales mercados del consumo mundial y destino de 80% de la exportación vacuna argentina.

Los analistas atribuyen esta situación a la política de confinamiento en previsión del contagio del Covid, pero también a motivos económicos, como la debilidad relativa del yuan. Los pronósticos apuntan a que el 2023 profundizará la tónica actual, con una merma adicional de 10% en las compras del gigante asiático.

Ante esta situación, los frigoríficos argentinos -que según prevé el reporte del USDA tendrán menor oferta exportable- buscan mercados alternativos.

Con la aplicación del nuevo régimen importador, el ministro Sergio Massa espera una recuperación del superávit comercial, pero el mercado muestra escepticismo

Escepticismo sobre las proyecciones de Massa

Con semejante panorama, el mercado manifiesta su total escepticismo sobre las proyecciones que hace el Gobierno sobre el comercio exterior. El contraste es notorio cuando se cotejan las expectativas de los economistas y los datos que el equipo del ministro Massa incluyó en el texto de la ley de presupuesto 2023.

Massa calculó que este año se terminará con un superávit comercial de u$s7.751 millones, una cifra poco ambiciosa en comparación con el saldo de u$s14.750 millones, y sobre todo si se tiene en cuenta que este año se registraron precios récord en las materias primas que Argentina exporta.

Pero, aun con lo poco ambicioso de la meta, hay serias dudas sobre su cumplimiento: la encuesta REM prevé que no se superará la marca de u$s4.400 millones. A no ser, claro, que la restricción a las importaciones sea tan drástica como para bajar un 30% el promedio mensual en el último trimestre del año.

Es una situación que hoy parece improbable, justo en un momento en el que los industriales están advirtiendo sobre el riesgo de un freno en la economía que lleve a la suspensión en fábricas si no se proveen los dólares necesarios para seguir importando insumos y maquinaria.

De la misma manera, luce poco creíble la proyección oficial para el año próximo. Massa prevé que se recupere un superávit holgado, el orden de los u$s12.300 millones, gracias a una suba de 7% en las exportaciones. Pero el consenso de los economistas marca que las ventas al exterior, lejos de ese crecimiento, corren riesgo de caer, y que el saldo de la balanza no superará la cifra de u$s7.000 millones.

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