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Buscando la sintonía fina entre precios, dólar y tasa: por qué el mercado prevé que en agosto habrá un quiebre

Las expectativas marcan que el tipo de cambio oficial mantendrá una velocidad menor que el IPC y la tasa, a excepción del momento en que se voten las PASO
15/06/2023 - 13:00hs
Buscando la sintonía fina entre precios, dólar y tasa: por qué el mercado prevé que en agosto habrá un quiebre

La carrera nominal entre entre dólar, tasa y precios de la economía se mantendrá desde aquí a las elecciones, y en ese período el Gobierno intentará una "sintonía fina" entre las tres variables para evitar la temida dolarización de portafolios. Es lo que surge de la recientemente publicada encuesta REM del Banco Central, que mostró en apenas un mes una brusca revisión al alza para las tasas de interés interbancaria.

Claro, también hubo un empeoramiento en la expectativa inflacionaria, y eso explica en parte por qué ahora se espera que el Central ajuste la tasa Badlar -no confundir con la tasa que cobran los ahorristas en los plazos fijos-. El dólar oficial se mantendrá, según esa previsión, algo más contenido, salvo por el mes de agosto, cuando se prevé que la tasa devaluatoria sea mayor que el IPC.

Lo raro de este momento es la creciente divergencia entre las previsiones oficiales y la expectativas de los privados. Mientras el BCRA decidió mantener estable su tasa de política monetaria y ya avisó que la desaceleración de la inflación continuará en junio, los economistas del mercado prevén algo muy diferente, incluyendo movimientos cambiarios en el momento preelectoral.

Es un clásico de todos los años electorales que los inversores se refugien en la moneda estadounidense, en un típico movimiento defensivo contra la incertidumbre política. El antecedente más claro es el de 2019, cuando Alberto Fernández le sacó 16 puntos de ventaja a Mauricio Macri. El lunes posterior a la elección, el dólar saltó un 20% y la bolsa cayó un 40% el lunes posterior a las PASO, mientras que en pocas semanas los ahorristas retiraron de los bancos un tercio de los u$s30.000 millones que estaban depositados en las cuentas de moneda extranjera.

Y este año, en el que Javier Milei puso a la dolarización como tema central en la agenda pública, y cuando las facciones principales de Juntos por el Cambio discuten sobre cuál debe ser la velocidad de desarme del cepo cambiario, los reflejos dolarizadores están más activos que nunca. Es por eso que el ministro de Economía, Sergio Massa, busca enviar señales concretas en el sentido de que el Banco Central contará con "poder de fuego" para responder ante movimientos especulativos del mercado.

Hablando en números, los economistas corrigieron en no menos de 7 puntos el nivel de tasa que habían previsto un mes atrás. Creen que la tasa Badlar para depósitos de más de un millón de pesos -que terminó mayo en 90,05%- saltará a 93,2% a fines de junio, que en agosto -cuando se realicen las PASO ya estará en 95% y que en octubre, cuando se vote para las presidenciales, estará en 96%.

La encuesta REM prevé una suba de las tasas, en línea con la inflación previa a las elecciones
La encuesta REM prevé una suba de las tasas, en línea con la evolución de la inflación previa a las elecciones

Cuando se calculan esas cifras en términos de interés mensual, se entiende mejor el cambio de pronóstico: son cifras que prácticamente coinciden con los niveles esperados de inflación para cada mes.

Pero mientras la expectativa es una escalera ascendente para precios y tasas, los expertos creen que la cotización del dólar se mantendrá con una tasa relativamente estable, levemente por encima del 7% mensual.

Previendo tensión en agosto

Sin embargo, la previsión muestra un punto de quiebre en agosto. Y claro, no es un momento cualquiera: se trata del mes clave en el que se celebran las PASO y se registrará el mayor nivel de nerviosismo de los inversores, el Banco Central acelerará la tasa devaluatoria, de manera que quedará por encima tanto del IPC como de la tasa interbancaria.

Ese mes, según los economistas que participan en la encuesta REM, habrá una inflación de 7,9%, que coincidirá con la tasa Badlar, pero la suba del tipo de cambio oficial correrá más rápido, a un 8,5%.

El dato llama la atención porque es el único mes en el que se espera que el dólar supere a los precios, cuando la tónica del año ha sido la de ralentizar el crawling peg. Es una política que contradice explícitamente la recomendación del Fondo Monetario Internacional, pero que el Gobierno ha adoptado ante la convicción de que, en este contexto de aceleración de precios, la tasa devaluatoria puede transformarse, en sí mismo, en un factor inflacionario.

Quién sostuvo con más vehemencia esa postura fue Cristina Kirchner: "Fíjense cómo se dispara la inflación a partir de la firma del acuerdo, cuando se pierden herramientas. Desde entonces, la tasa de devaluación tiene que acompañar a la inflación en un país de economía bimonetaria, cuando es el dólar el que genera la inflación, y es algo que no les entra a los funcionarios del Fondo y parece que tampoco a muchos argentinos", disparó en un reciente discurso, mientras acompañaba sus palabras con un gráfico que mostraba la aceleración del IPC a partir de inicios de 2022.

En ruidoso contraste, uno de sus últimos reportes del FMI había recomendado una devaluación más rápida: "Para mejorar la acumulación de reservas, la tasa de devaluación deberá ubicarse de manera consistente por encima de la inflación". Y, más contundente aun, había estimado en hasta un 25% la sobrevaluación del peso.

Sergio Massa aceleró la tasa devaluatoria durante la corrida cambiaria de abril: ¿se espera una repetición para agosto?
Sergio Massa aceleró la tasa devaluatoria durante la corrida cambiaria de abril: ¿se espera una repetición para agosto?

¿Antídoto contra las corridas?

Lo cierto es que, desde que Massa es ministro, solamente hubo cuatro meses -se septiembre a diciembre del año pasado- en que el crawling peg superó a la inflación. En septiembre se aceleró a 6,2% y empató a la inflación, luego fue de 6,4% en octubre con un IPC de 6,3% y alcanzó un pico de 6,6% en noviembre contra un índice inflacionario de 4,9%. En diciembre bajó a 6,2% pero igual se volvió a ubicar encima del IPC, que fue del 5,1%.

La tendencia se quebró con el nuevo año: todos los meses la inflación pasó a la tasa devaluatoria, al punto que, en el acumulado enero-mayo, los precios avanzaron un 43% contra un 35% de suba del dólar oficial.

¿Por qué los economistas esperan que, justo en agosto, se quiebre esa tendencia de mantener al crawling peg debajo de la inflación, y se devalúe más rápido el tipo de cambio oficial? Una explicación posible se puede encontrar en el antecedente de la corrida cambiara de fines de abril.

En aquel momento, mientras se produjo la pulseada de Massa con el mercado financiero -cuando que se echó mano a las reservas del Banco Central para contener las cotizaciones del dólar MEP y el "contado con liqui"- se llegó a un ritmo devaluatorio que, proyectado a términos mensuales, daba un 8,2%. La intención fue hacer más atractiva la permanencia de los inversores en los instrumentos "dólar linked".

Pero, además, un objetivo buscado con la suba del tipo de cambio oficial fue reducir la brecha cambiaria, que había llegado a un pico de 118% el 25 de abril, y retrocedió gradualmente hasta el actual 89%, que se considera un valor "aceptable" para el mercado.

Con ese antecedente a la vista, puede considerarse que la devaluación a un ritmo de 8,5% que los economistas prevén en agosto sea una respuesta natural ante una probable suba del blue y los tipos de cambios paralelos en el mercado financiero.

La cotización del dólar blue es el indicador más sensible a la incertidumbre política en el momento previo a las PASO
La cotización del dólar blue es el indicador más sensible a la incertidumbre política en el momento previo a las PASO

La vuelta de la inflación en dólares

Lo cierto es que, en ese cambio de velocidades de la tasa devaluatoria, uno de los riesgos que corre la economía es la acentuación del retraso cambiario. O, dicho en otras palabras, el regreso de la "inflación en dólares".

Durante 2021, los precios de la economía argentina, medidos en moneda estadounidense, habían subido un 25%. Al año siguiente, gracias al cambio de tendencia que imprimió Massa, esa inflación verde se redujo al 12,7%, una cifra que se encontraba apenas por encima de la inflación interna de Estados Unidos, lo que implica que no hubo un encarecimiento de los precios argentinos en términos internacionales.

Y era un tema del cual el equipo económico se mostraba orgulloso, porque lo presentaba como una prueba de que la economía recuperaba competitividad.

"En cuanto al crawling peg, se ha dejado de lado la política de atrasarlo", decía el viceministro Gabriel Rubinstein cuando polemizaba con los economistas de la oposición que advertían que se estaba generando una "bomba financiera".

Pero aunque pasaron apenas tres meses desde aquella polémica, parece que hubiesen transcurrido años, porque en el medio se produjo la escapada devaluatoria, la turbulencia cambiaria de abril y el evidente abandono de la política de "alineamiento de las variables".

De hecho, en los cinco meses que van del año ya se acumuló una inflación en dólares de 6%, y si la tendencia se mantuviera en el resto de 2023 -suponiendo una inflación relativamente controlada y un crawling peg similar al actual- la suba de precios medidos en moneda estadounidense terminaría en torno del 15%.

Aun si estos números son corregidos por la inflación interna de Estados Unidos, la pérdida de competitividad argentina seguiría siendo inevitable, porque el IPC estadounidense, que el año pasado fue de 12,5% -el más alto en 40 años- ya está bajando al entorno de 6%.

En la negociación con el FMI, Massa tiene el desafío adicional de justificar la ralentización del crawling peg, en contra de lo que había recomendado el organismo
En la negociación con el FMI, Massa tiene el desafío adicional de justificar la ralentización del crawling peg, una política contraria a la que había recomendado el organismo

Es una situación que complica el frente externo, porque encarece las exportaciones argentinas y abarata las importaciones. Es decir, exactamente el efecto inverso al que se está buscando en un momento de escasez aguda de reservas.

De hecho, el déficit de la balanza comercial ya se convirtió en la tónica del año y en el primer cuatrimestre acumula un rojo por u$s1.469 millones, el peor inicio de año desde 2018, lo cual hace parecer muy lejano el objetivo original de Massa -que en el proyecto de presupuesto 2023 esperaba terminar el año con un holgado superávit de u$s12.000 millones-.