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Riesgo en la campaña electoral: los candidatos sobreestiman el aporte de dólares del campo para 2024

Los candidatos hablan de un aumento de u$s20.000 millones en el ingreso de divisas del año próximo. Pero con lluvias escasas la proyección es más modesta
16/10/2023 - 06:34hs
Riesgo en la campaña electoral: los candidatos sobreestiman el aporte de dólares del campo para 2024

Hay un tema en el que Javier Milei y Sergio Massa no discrepan: ambos apuestan a que en 2024 habrá una "lluvia de dólares" del campo que compensará las penurias de este 2023 marcado por la sequía. Es sobre esa premisa que cada candidato basa su plan económico, ya sea para un proyecto dolarizador o para poder continuar con el estímulo fiscal al consumo.

Hablando en números, en ambos bandos están dando por sentado que el año próximo habrá una mejora de unos u$s20.000 millones en el ingreso de divisas. Y argumentan la recuperación productiva tras la crisis del campo, un alza en los precios internacionales de materias primas y, además, la reversión del déficit en materia energética, rubro que ahora pasará de ser importador a exportador neto.

Sin embargo, hay un problema: estas previsiones tienen más de "wishful thinking" -es decir, de confusión de deseo con información- antes que con datos de la realidad-. En contraste, los datos que llegan del campo marcan una situación mucho menos benévola.

De hecho, las condiciones climáticas, si bien reflejan que el peor momento de la sequía ya pasó, de ninguna manera permiten esperar que la campaña agrícola pueda volver a los volúmenes récord alcanzados en 2022. Por otra parte, hay serias dudas sobre el mantenimiento de los precios en el mercado global. Y en cuanto a la posibilidad de exportar gas, hay escepticismo en el sector energético sobre que los cambios vayan a verse en tan poco tiempo.

La realidad es que los expertos están hablando de números mucho más modestos que los que se manejan en los equipos de los principales candidatos. Una estimación de la Fundación Mediterránea plantea que la mejora en el aporte de exportación agrícola se ubicaría en u$s10.000 millones, en la medida en que las condiciones climáticas ayuden.

Es un contraste con las declaraciones recientes de Massa, quien da por descontado que el campo aportará un plus de u$s19.0000 millones. Y en el equipo de Milei, también hay optimismo difícil de justificar: Darío Epstein, en una conferencia con inversores, dijo que el agro mejorará el ingreso al menos en u$s14.000, pero que por efecto de los incentivos cambiarios -es decir, por la devaluación esperada- la balanza terminará dejando un superávit neto de u$s20.000 millones-.

Sergio Massa, que ya había errado el pronóstico de producción agrícola hace un año, ahora estima en u$s20.000 el aporte de divisas del campo
Sergio Massa, que ya había errado el pronóstico de producción agrícola hace un año, ahora estima en u$s20.000 el aporte de divisas del campo

Un optimismo que contrasta con la realidad

Mientras en el ámbito político se despliega ese optimismo, en el campo el estado de ánimo es muy diferente. Ni las lluvias han sido tan abundantes como se esperaba, ni las áreas sembradas tan amplias, ni los rindes están resultando tan buenos. Para colmo, en los últimos días hubo heladas que complicaron los cultivos que suelen exportarse durante el verano.

Por otra parte, las noticias que llegan desde el exterior ponen en duda que haya un sostenimiento de los precios. Más bien al contrario, los stocks hacen pensar en la probabilidad de que haya disminuciones en algunos rubros -a no ser que la situación de conflictividad en medio oriente derive en una crisis geopolítica de mayor escala-.

El meteorólogo Leo de Benedictis, en una conferencia organizada por Agroeducacion, fue contundente al señalar que las lluvias caídas en las últimas semanas no cambiaron radicalmente el panorama productivo, como para pensar en compensar la pérdida de agua en los suelos después de tres años de sequía.

"Es cierto que hay más humedad en zonas como Misiones o Corrientes, donde hubo buen caudal de lluvias. Pero falta muchísimo en toda la zona central, y más que mirar el volumen de las precipitaciones hay que estar atentos a la distribución y la frecuencia", agregó. Y adelanta que para un cultivo como el trigo, lo llovido no ha sido satisfactorio para las necesidades de los productores.

Por su parte, un reporte de Marianela de Emilio, experta del Inta, publica un mapa que no deja lugar al optimismo: todavía se prevén temperaturas superiores a la media normal en el centro y norte del país, "lo que agravaría el estado agronómico de las zonas con lluvias escasas".

"Esto significa que, si bien hay 100% de probabilidades de fase "El Niño", que viene de la mano de lluvias abundantes sobre el continente, en este trimestre, no habría una recomposición de agua en los perfiles de suelo de forma pareja sobre todo el territorio productivo del país", agrega De Emilio.  

Y si algo faltaba como para complicar el panorama, de manera imprevista hubo heladas en los últimos días que terminaron por dejar un sabor definitivamente pesimista entre los expertos. El informe de la Bolsa de Comercio de Rosario es bien elocuente: afirma que las temperaturas bajo cero ocurridas en la zona núcleo de la producción triguera llegaron en el peor momento, "entre hoja bandera y llenado de granos", para colmo en suelos que estuvieron sometidos a intenso estrés hídrico.

Traducido a cifras, esto supone un empeoramiento en las previsiones de ingreso. Del millón de hectáreas sembradas con trigo en la región núcleo, un 555 se considera en condición de regular a mala. El 70% de los suelos continúan en estado de sequía, y el resto, en el mejor de los casos, en situación regular.

Los mapas muestran las previsiones de lluvias y temperaturas en las principales zonas productivas del país

En las zonas que más necesitaban agua no llovió, lo que lleva a que haya un 10% de lotes perdidos en el cultivo triguero, y la norma es un rinde por debajo de lo normal, con zonas que dejan 15 quintales por hectárea, cuando en los años de mejor producción se llega a 35 quintales.

Por otra parte, la Bolsa de Rosario también está advirtiendo sobre menores volúmenes de lo previsto también en la producción de maíz. Por lo pronto, la siembra temprana en la zona núcleo tuvo un recorte de 40% respecto de lo previsto originalmente. "Guardaremos la semilla para el año próximo", es la respuesta que los expertos escuchan cuando hablan con los agricultores.

Medido en superficie, quedaron sin sembrar unas 540.000 hectáreas, por culpa del nivel de lluvias inferior al previsto. En zonas como el noroeste bonaerense, donde no se registraron precipitaciones, la superficie sembrada temprana apenas llega al 15%.

Un verano con poca ayuda del campo

En definitiva, esto lleva a recalcular el aporte del campo. La finalización de la sequía asociada al evento de "La Niña", había hecho prever que se podría cosechar 17 millones de toneladas de trigo, pero en las últimas semanas se corrigió esa previsión a 14 millones toneladas. Para tener una referencia, en la excelente temporada de 2022 se había logrado una cosecha de 22 toneladas.

En definitiva, si se terminaran cumpliendo estas expectativas, la mejora de la cosecha triguera del próximo verano superaría en un modesto 15% lo obtenido en el último verano.

Visto desde el punto de vista macroeconómico, esto supone una situación grave, porque se trata de los dólares que se esperan para los cruciales meses del verano, cuando además de las clásicas tensiones cambiarias estacionales -el verano suele ser la época de mayor escasez de divisas- se sumará además el desafío de la transición de plan económico ante el cambio de gobierno.

Para colmo, también se espera que sea muy escaso el aporte de divisas de la soja, cuyo remanente en silobolsas se estima en apenas 5 millones de toneladas, la mitad de lo que se contaba hace un año, cuando Massa puso en marcha su segunda versión del "dólar soja" y obtuvo un ingreso de u$s3.100 millones.

Esas cifras, que hace un año eran consideradas aceptables para ayudar a atravesar la "sequía de divisas" veraniega, hoy son vistas como un objetivo inalcanzable, dado que los sojeros deberán graduar sus ventas de manera de generar ingresos por lo menos hasta abril del año próximo.

Para colmo, los expertos del sector ponen la lupa sobre un tema que usualmente queda fuera de los análisis: las fábricas aceiteras están con capacidad ociosa y necesitan seguir importando soja -habitualmente desde Paraguay- para no detener su producción. De manera que, al menos en el corto plazo, el rubro sojero, que suele ser visto como el gran proveedor de dólares de la economía, se podría transformar en un importador neto.

La producción triguera viene peor de lo esperado, con un recorte de 40% en la superficie sembrada por la poca humedad de los suelos
La producción triguera viene peor de lo esperado, con un recorte de 40% en la superficie sembrada por la poca humedad de los suelos

¿Massa vuelve a pecar de optimista?

No es la primera vez que Massa se deja ganar por planes optimistas sin mucho sustento en la realidad. Hace un año, cuando ya todas las entidades del campo advertían sobre la gravedad de la sequía, el ministro seguía sosteniendo que el costo climático sobre las exportaciones no llegaría a u$s3.000 millones para la economía argentina.

Massa no solamente cuestionaba que el recorte en el volumen de producción fuera tan fuerte como el que advertían los expertos, sino que además argumentaba que habría una suba de precios en el mercado internacional, que terminaría compensando esas menores ventas.

Lo cierto fue que las cosechas de los principales cultivos se recortaron en más de la mitad y ni siquiera quedó el consuelo de la suba de precios, porque mientras Argentina sufría la sequía, Brasil recibió lluvias óptimas que le permitieron una "súper zafra" con la cual compensó con creces la disminución de la oferta argentina.

¿Repetirá el ministro -y ahora candidato- el error de cálculo que mostraba hace un año, y que lo llevó a su recordado pronóstico fallido sobre una inflación mensual de 3%? Por lo pronto, hay señales que apuntan a que otra vez está pecando por exceso de optimismo.

Nadie en el campo habla, como hace él, de una suba de u$s19.000 millones. El volumen se situará, en el mejor de los casos, en un punto intermedio entre la cosecha récord de 2022 y la paupérrima de 2023. Es decir, un nivel entre normal y modesto.

Cautela con los precios

Y en cuanto a los precios, tampoco hay grandes expectativas de subas, después de los reportes del USDA -el organismo estadounidense de agricultura-, que muestra que el mercado global estaría bien abastecido por los stocks de los principales países productores. De hecho, la producción estadounidense de soja terminó un 7% por encima de lo previsto.

"Según estos números, el mercado estadounidense de corto plazo reacciona en dirección bajista para soja, lateral alcista para maíz, y bajista para trigo", apunta Marianela de Emilio, que no ve por parte de los productores argentinos una tendencia a apurar las ventas en las próximas semanas.

En definitiva, el campo está enviando una señal de alerta: justo cuando el debate nacional gira en torno a los dólares disponibles para sostener la economía y hasta para modificar el régimen cambiario del país, se podría estar cometiendo el error grave de sobreestimar en hasta u$s10.000 millones el aporte del a exportación agrícola.

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