• 4/12/2025
ALERTA

La fórmula con la que Venezuela bajó sus altísimos niveles de inflación y que Milei también quiere aplicar

La clave del éxito para estabilizar una inflación indomable, y que, en Argentina, el presidente Javier Milei también quiere aplicar
01/07/2025 - 16:30hs
Nicolas Maduro y Javier Milei

Hace unos años, Venezuela colmaba los titulares internacionales por sus dramáticos índices de inflación, manifestaciones violentas en las calles que terminaban con represión y miles de ciudadanos que emigraban ante la imposibilidad de tan siquiera comprar alimentos. Uno de sus picos más críticos fue en 2018, cuando el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) anunció una hiperinflación que ascendió a 1.698.488%, lo que generaba que los ciudadanos debieran salir a hacer sus compras más simples con carretillas repletas de bolívares.

Las imágenes de billetes apilados, siendo utilizados para manualidades artísticas o simplemente tirados en las calles, eran postales de cada día. Así como también la emigración masiva, donde más de 7,7 millones de venezolanos, según la ONU, huyeron a países vecinos en busca de estabilidad económica. Pero, el panorama cambió radicalmente en 2024 cuando, sorpresivamente, logró estabilizar su situación, con una inflación acumulada 48%, "la más baja en más de una década", destacó Nicolás Maduro en enero de este año.

La caída de la inflación en Venezuela, la más baja en 12 años

La evolución de la inflación según el OVF, desde el 2018 -el pico más alto- hasta el 2024 fue así: en 2018 marcó un 1.698.488%, casi 1700%; en 2019 bajo a 7.374,4%; en 2020 se redujo a 2.959%; y en 2021, cuando el país salió de la hiperinflación, se situó en 686%. A partir del 2022 fue bajando rápidamente, tocando el 305,7%; en 2023 a 193%; y en 2024 cerró el año con 48% (según los datos gubernamentales), pero el Observatorio aseguró que en realidad cerró en 85%. Aún así, sigue siendo la más baja en 12 años.  

Pero, ¿cómo lo logró? La respuesta es la dolarización endógena y un giro de 180° en las políticas económicas, un modelo que, irónicamente, coincide con las medidas que quiere aplicar el presidente Javier Milei, pese a su rechazo hacia Maduro y las claras diferencias ideológicas.

Intervención estatal

En 2018, el panorama venezolano era desolador. La hiperinflación hacía que los precios se duplicaran cada pocos días, y el bolívar había perdido prácticamente todo su valor. Las políticas de control de precios, como la Ley Orgánica de Precios Justos implementado sugerida personalemente por Maduro, con la que buscaba fijar los costos de productos de la canasta básica, pero terminaron generando escasez y un mercado negro donde los bienes se vendían a precios imposibles.

Estas medidas, que implicaban una intervención directa del Estado para contener de manera artificial los precios, no lograron contener la inflación, sino que empeoraron la situación. Casualmente, un programa similar, también llamado "Precios Justos", fue adoptado en nuestro país por el exministro de Economía y excandidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa en 2022. Y también de igual forma, en lugar de estabilizar y garantizar que se puedan seguir adquiriendo productos baratos, la inflación argentina se disparó al 211,4% en 2023, confirmando el fracaso de este tipo políticas intervencionistas en ambos países.

Respondiendo a la premisa, el punto de inflexión en el país comandado por Maduro llegó a partir de 2019, cuando su gobierno relajó los controles estatales que asfixiaban al sector privado y que provocaban el desabastecimiento, y también cesó las expropiaciones masivas. Además, abandonó el rígido control cambiario, permitió la circulación de divisas extranjeras y redujo las restricciones de precios. Esto dio paso a la dolarización endógena, un proceso espontáneo donde los ciudadanos y comerciantes comenzaron a usar el dólar como moneda de facto, sin un marco legal formal dictado por el Ejecutivo.

De acuerdo a la consultora venezolana Ecoanalítica, en 2021, casi el 70% de las transacciones comerciales se realizaban en dólares, incluyendo la compra de los productos de la canasta básica, indumentaria, y pago de servicios, entre otros. Este cambio permitió estabilizar los precios, ya que el dólar, a diferencia del bolívar, no estaba sujeto a la devaluación constante, y logró hacer salir a Venezuela de la híper. Los "bodegones", tiendas de productos importados, proliferaron, y los supermercados volvieron a llenarse de bienes, aunque a precios accesibles solo para quienes tenían dólares, ya fuera por remesas o actividades informales.

Es decir, la dolarización revitalizó el comercio y los servicios, haciendo que también resurjan los conciertos, las actividades recreativas y el turismo, -pero lo más importante- devolviéndole la estabilidad a la economía. Otro condimento necesario fue, sin dudas, el alivio de las sanciones estadounidenses en 2023 que permitieron un aumento del 17,2% en la producción petrolera del 2024, incrementando los ingresos del país, que centra su actividad en un 87% en la exportación del petróleo.

Y, en Argentina, donde la inflación llegó a tocar picos históricos y la presión de la llegada de la hiperinflación era cada vez más inminente, el gobierno libertario propuso la misma fórmula: avanzar hacia una dolarización popular incentivada en su totalidad por la gente. El paralelismo es inevitable, y las consecuencias positivas de esta posible aplicación tendrían también.

Si en Venezuela logró dejar atrás el uso de carretillas de bolívares y alcanzar una inflación del 48% el año pasado, ¿por qué no funcionaría en Argentina, que está avanzando con la reducción en el uso de los fondos públicos, se eliminaron las políticas intervencionistas y todo ente gubernamental que, a consideración del Ejecutivo, no eran útiles? Sin embargo, la administración libertaria aún tiene complicaciones para llevar a cabo este plan, pese a que se otorgaron incentivos para blanquear y usar sin problemas los "dólares del colchón".