• 9/12/2025
ALERTA

¿Cuánto paga cada trabajador por los aportes compulsivos a los grandes sindicatos?

Empleados de algunos sindicatos llegan a pagar más de $700.000 al año por aportes obligatorios, incluyendo a los no afiliados al sindicato
09/12/2025 - 10:48hs
¿Cuánto paga cada trabajador por los aportes compulsivos a los grandes sindicatos?

Un estudio de la consultora Zentrix revela que los 10 gremios más grandes del país recaudan más de u$s685 millones por año en aportes obligatorios descontados incluso a no afiliados, configurando un sistema cerrado y sin alternancia. La investigación muestra un modelo sindical único en el mundo: aportes compulsivos, liderazgo perpetuo y baja transparencia. Tres millones de trabajadores financian un esquema que opera como un impuesto al empleo formal.

Según el estudio, este flujo constante de fondos no sólo excede el billón de pesos anual sino que opera como un recargo estructural sobre el empleo registrado. En promedio, cada trabajador aporta sin elección previa unos $327.000 al año.

Cuanto llega a pagar cada trabajador por los aportes compulsivos

Las diferencias por actividad muestran la falta total de criterios homogéneos: un empleado de SMATA deja forzosamente $719.680 al año, un chofer encuadrado en Camioneros paga $509.340 y un trabajador de Comercio aporta $345.480. Este esquema parafiscal opaco no sólo varía según el convenio, sino que consolida estructuras con liderazgos de larguísima duración.

El estudio de Zentrix desagrega también la escala de estos fondos. Comercio lidera con u$s304,6 millones al año; le siguen Camioneros (u$s79,5 millones, Construcción (u$s65,7 millones), SMATA (u$s56,1 millones), Metalúrgicos (u$s48,3 millones), Gastronómicos (u$s45,1 millones), Sanidad (u$s32,6 millones), Alimentación(u$s24,9 millones), La Bancaria (u$s16,9 millones) y Luz y Fuerza (u$s11,3 millones).

Son cifras que representan un 0,11% del PBI, concentradas en conducciones sindicales que, en muchos casos, llevan décadas en el poder.

El cruce de estos números con la trayectoria de cada conducción gremial muestra un patrón uniforme: donde la recaudación es mayor, la alternancia prácticamente desaparece. En Comercio, Armando Cavalieri encabeza FAECyS desde 1986, con casi cuatro décadas en el cargo.

En Camioneros, Hugo Moyano acumula más de treinta años de control sindical. En La Bancaria, Sergio Palazzo supera los quince años de liderazgo. En UOM, Abel Furlán continúa una tradición de conducciones prolongadas dentro de la metalurgia (el secretario anterior, Antonio Calo, estuvo 18 años, y su predecesor, Lorenzo Miguel, 32 años).

En Gastronómicos (UTHGRA), Luis Barrionuevo mantiene más de tres décadas al frente del gremio. En conjunto, los diez sindicatos analizados administran fondos anuales equivalentes a 0,11% del PBI, bajo estructuras internas centralizadas, con mínima competencia electoral y escaso control sobre la gestión de esos recursos.

Un modelo excepcional y con desgaste social

Argentina quedó en el extremo más rígido del mapa comparado: sindicatos únicos por actividad, descuentos obligatorios y escasa competencia. Mientras Europa sostiene aportes voluntarios, Estados Unidos prohibió los agency fees y Brasil eliminó el impuesto sindical, el país mantiene un sistema sin equivalentes.

El contraste social es evidente. El Monitor de Opinión Pública de Zentrix registra que el 64% de la población tiene imagen negativa de los sindicatos y apenas 15,2% expresa una percepción positiva. No sorprende: la sociedad ve estructuras cerradas, escasa transparencia, liderazgos inmóviles y un financiamiento que actúa como un impuesto sin explicación.

Tal vez por eso el 67,5% está a favor de transformar los aportes obligatorios en voluntarios, y más del 82% no se opone a eliminar la obligatoriedad. Es un mensaje nítido: los ciudadanos quieren libertad, información y control, tres conceptos que hoy están completamente ausentes del modelo sindical argentino.

Lo que este informe muestra no es solamente un sistema desactualizado: es un esquema agotado, que hace tiempo perdió legitimidad social y que necesita reformas profundas si quiere sobrevivir a la nueva época. Argentina discute reformas laborales, competitividad y costos productivos.

Pero difícilmente pueda avanzar si mantiene estructuras que cargan sobre el salario formal un recargo compulsivo cuyo destino los trabajadores desconocen.