• 18/12/2025
ALERTA

Primero inflación, después dólar: la clave del nuevo esquema cambiario, según Juan Carlos De Pablo

El economista lee el cambio en la banda cambiaria como una señal política: el Gobierno prioriza la inflación y descarta atajos o al dólar como ancla
18/12/2025 - 11:48hs
Primero inflación, después dólar: la clave del nuevo esquema cambiario, según Juan Carlos De Pablo

La decisión del Banco Central de modificar, desde enero de 2026, el criterio de ajuste de la banda cambiaria no es un detalle técnico. Para Juan Carlos De Pablo, se trata de una señal política clara sobre cómo el Gobierno interpreta el proceso inflacionario y qué prioridades elige ordenar primero.

Según una columna de opinión del economista publicada en La Nación, la reciente decisión del Banco Central sobre el ajuste de la banda cambiaria dice más de lo que parece. No es un tecnicismo financiero: es una definición política sobre cómo el Gobierno piensa convivir con la inflación en los próximos meses.

De Pablo sostiene que el Ejecutivo no parece dispuesto a reducir la inflación "a cualquier precio". Con esa expresión, aclara, no alude a la falta de compromiso con la estabilidad, sino al rechazo de los atajos habituales: manipular estadísticas, cerrar exportaciones, congelar precios o forzar el tipo de cambio mediante reglas rígidas. Nada de eso, advierte, aparece en el horizonte actual.

Inflación antes que dólar: la lectura de De Pablo sobre la nueva banda cambiaria

En su lectura, el cambio anunciado deja en evidencia una definición conceptual: primero viene la inflación y luego la adecuación del régimen cambiario. No se trata de usar el dólar como ancla artificial para disciplinar precios, sino de aceptar que la banda debe adaptarse a la dinámica inflacionaria y no al revés.

"La decisión fue de inflación a banda, no de banda a inflación", resume De Pablo, al describir una lógica que, según su análisis, evita improvisaciones y señales contradictorias al mercado.

Sin FMI ni presiones externas

El economista descarta de plano que la medida responda a exigencias del Fondo Monetario Internacional o a compromisos ocultos. A su entender, la resolución responde a criterios prácticos. No avanzar en esa dirección habría obligado al Banco Central a intervenir vendiendo divisas si el tipo de cambio, siguiendo la inflación, alcanzaba el límite superior de la banda.

En ese marco, De Pablo subraya una confusión frecuente: el tipo de cambio no fue modificado. El dólar continúa flotando y lo único que se redefinió fueron los márgenes dentro de los cuales puede moverse.

Bandas que no siempre actúan

Que la banda exista no implica que se vuelva relevante de inmediato. De Pablo señala que la distancia entre el precio del dólar y los extremos del esquema no se mide en pesos, sino en términos de oferta y demanda. "Solo Dios sabe cuándo una banda se vuelve operativa", desliza, para remarcar que no hay automatismos en este tipo de instrumentos.

Dólares públicos, roles distintos

Otro punto central del análisis es la distinción entre las compras de dólares del Tesoro y las del Banco Central. Para De Pablo, no es lo mismo adquirir divisas con superávit fiscal para afrontar pagos de deuda que forzar la acumulación de reservas mediante emisión no demandada. En el esquema actual, afirma, no se observan señales de decisiones unilaterales en ese sentido.

El riesgo de indexar mecánicamente

Donde aparecen las objeciones más claras es en la idea de indexar de manera automática la banda cambiaria a la inflación, y además con dos meses de rezago. El economista entiende la limitación estadística, pero advierte que atar una variable clave a un indicador volátil y atrasado puede generar distorsiones.

"Cambiar el criterio puede ser sensato; indexarlo con precisión quirúrgica, no", plantea. Y lo ejemplifica con una pregunta concreta: si en enero de 2026 la inflación fuera del 4% por razones excepcionales, ¿debería ajustarse la banda en esa misma proporción en marzo? Su respuesta es negativa.

Orientación sí, dogmas no

Para De Pablo, el Gobierno puede —y debe— comunicar una orientación general creíble. Pero una cosa es marcar un rumbo y otra, muy distinta, prometer reglas automáticas. En economía, concluye, los dogmas suelen salir caros, y en materia cambiaria, todavía más.