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Alerta roja en tu Homebanking: el error "inocente" que le abre la puerta a los ciberdelincuentes

Una nueva modalidad de estafa está haciendo estragos. Qué función tenés que desactivar ya mismo para blindar tus ahorros y dormir tranquilo.
Por Marcos Phillip
ECONOMÍA - 19 de Diciembre, 2025

La sensación de seguridad al entrar a nuestro homebanking desde el sillón de casa es una de las mentiras más peligrosas de la era digital. Creemos que por tener reconocimiento facial o una clave difícil estamos a salvo, pero la delincuencia avanza a una velocidad que deja obsoletos a los sistemas de protección tradicionales. En las últimas semanas, los reportes de cuentas vaciadas en cuestión de minutos se han disparado, y lo más alarmante es que, en la mayoría de los casos, la víctima no fue "hackeada" por un genio informático, sino que abrió la puerta voluntariamente.

El cibercrimen ha mutado. Ya no se trata solo de virus complejos o ataques a los servidores de los bancos. Ahora, la estrategia es la ingeniería social pura y dura, apuntando al eslabón más débil de la cadena: el usuario distraído. Los estafadores apelan a la urgencia, al miedo o a la curiosidad para que cometamos un "error inocente", una acción cotidiana que parece inofensiva pero que entrega las llaves del reino.

Estamos hablando de una modalidad que combina phishing (robo de identidad) con el acceso remoto a tu dispositivo. Imaginate ver en tiempo real cómo el cursor de tu mouse se mueve solo, entra a tu banco, saca un préstamo preaprobado y transfiere todo tu dinero a cuentas desconocidas, sin que puedas hacer nada para frenarlo. Es la pesadilla moderna, y comienza con un simple clic o una llamada telefónica amable.

En este artículo, vamos a desmenuzar la anatomía de esta estafa para que aprendas a detectarla antes de que sea tarde. No vamos a hablarte con jerga técnica aburrida; te vamos a explicar cómo operan estos criminales y, lo más importante, cuál es el "interruptor" de seguridad que tenés que activar o desactivar hoy mismo para que tus ahorros de toda la vida no desaparezcan en un abrir y cerrar de ojos.

La trampa perfecta: cómo muerden el anzuelo

Todo comienza generalmente con un mensaje de WhatsApp, un correo electrónico o una llamada telefónica. El guion está estudiado al milímetro para generarte pánico o entusiasmo. Puede ser un aviso de "compra sospechosa" por un monto alto, una notificación de que "tu cuenta será bloqueada" por falta de validación, o incluso el ofrecimiento de un beneficio exclusivo o descuento que necesitás activar ya.

La clave del éxito para el estafador es romper tu barrera de pensamiento racional. Te ponen en una situación de estrés ("¡Me están robando la tarjeta!") o de urgencia ("¡Pierdo el descuento!"), lo que hace que actúes rápido y sin pensar. En ese momento de vulnerabilidad, te piden que realices una acción simple: descargar una aplicación de "asistencia", hacer clic en un enlace de verificación o pasarles un código numérico que te llegó por SMS.

Muchas veces, la estafa se disfraza de soporte técnico oficial. Utilizan logos reales, lenguaje corporativo y hasta música de espera idéntica a la de tu banco. Te hacen sentir que te están ayudando a solucionar un problema grave de seguridad, cuando en realidad son ellos los que lo están creando. Es una manipulación psicológica brillante y perversa.

El error "inocente" radica en confiar en la apariencia. Vemos el logo del banco y asumimos que es el banco. Escuchamos a alguien amable del otro lado y bajamos la guardia. Ese segundo de confianza ciega es todo lo que necesitan para iniciar el proceso de vaciamiento. Una vez que accedés a su pedido, la trampa se cierra y salir es casi imposible.

El peligro del "Token" y el acceso remoto

Aquí entramos en el terreno más técnico y peligroso. Una de las modalidades más devastadoras es cuando te convencen de descargar una app de control remoto como TeamViewer o QuickSupport, bajo la excusa de que el soporte técnico necesita ver tu pantalla para "arreglar el error". Al instalarla y pasarles el código de acceso, les estás dando control total sobre tu celular.

Ellos ven todo lo que vos ves. Te piden que entres a tu homebanking para "verificar que todo esté bien". Vos ponés tu usuario y contraseña creyendo que es seguro porque los asteriscos ocultan la clave, pero ellos ya capturaron tus credenciales o simplemente están operando tu teléfono como si lo tuvieran en la mano. Desde ese momento, sos un espectador de tu propia desgracia.

La otra variante letal es el robo del Token de seguridad. El estafador, que ya tiene tu usuario y clave (quizás obtenidos en una filtración de datos previa o un mail falso), intenta entrar a tu cuenta desde su computadora. El banco, detectando un dispositivo nuevo, le pide el código Token. Entonces, el delincuente te llama y te dice: "Te va a llegar un código por SMS para validar el bloqueo de la compra, decímelo".

Si vos le dictás esos seis números, le estás dando la autorización final que el banco necesita para dejarlo pasar. El Token es la última línea de defensa. Entregarlo es como darle la combinación de la caja fuerte al ladrón que ya está dentro de tu casa. Jamás, bajo ninguna circunstancia, un empleado bancario real te va a pedir que le dictes un código Token o una clave por teléfono.

La consecuencia: tierra arrasada

Lo que sucede una vez que logran entrar es devastador y fulminante. No solo buscan el saldo que tengas disponible en la caja de ahorro. Los sistemas bancarios actuales ofrecen préstamos preaprobados a un solo clic de distancia. Los delincuentes solicitan estos préstamos por montos millonarios que se acreditan al instante en tu cuenta.

En cuestión de segundos, transfieren tu sueldo, tus ahorros y el dinero del préstamo recién sacado a billeteras virtuales de terceros o cuentas "mula" (personas que prestan su CBU para lavar dinero). La velocidad es tal que, para cuando te das cuenta y querés reaccionar, el saldo es cero y tenés una deuda con el banco que vas a tardar años en pagar.

El daño no es solo económico, es moral. Las víctimas describen una sensación de violación a su intimidad y una impotencia absoluta. Recuperar el dinero es un calvario legal: los bancos suelen argumentar que fuiste vos quien entregó las claves voluntariamente (aunque haya sido mediante engaño), lavándose las manos en muchos casos.

Además, con tus datos en su poder, pueden intentar estafar a tus contactos, pedir dinero en tu nombre o sacar tarjetas de crédito adicionales. Es una reacción en cadena que puede manchar tu historial crediticio en el Veraz y dejarte fuera del sistema financiero por mucho tiempo. La prevención es, literalmente, la única cura efectiva.

El botón que tenés que tocar: prevención total

¿Cómo nos blindamos? Primero, activá la autenticación biométrica (huella o rostro) para todo. Es mucho más difícil de robar que una clave alfanumérica. Pero lo más importante: nunca reutilices contraseñas. Si usás la misma clave para Facebook y para el banco, y hackean Facebook, tu dinero corre peligro. Cambiá tus claves bancarias regularmente.

Revisá los permisos de las aplicaciones en tu celular. Si una app de linterna o de juegos te pide permiso para "leer SMS" o "superponerse a otras aplicaciones", desinstalala ya. Esa función de superposición es la que usan los troyanos para mostrarte una pantalla falsa de tu banco encima de la app real y robarte los datos mientras escribís.

Desactivá la "vista previa" de los SMS en la pantalla de bloqueo. Si te roban el celular físico, los ladrones pueden ver los códigos de recuperación que llegan por mensaje de texto sin necesidad de desbloquear el teléfono. Y fundamental: configurá el segundo factor de autenticación (2FA) en WhatsApp y mail, pero usá aplicaciones como Google Authenticator, no el SMS, que es vulnerable.

Y la regla de oro, la que tenés que tatuarte: nadie te regala nada y el banco nunca te llama por WhatsApp. Ante la duda, cortá la llamada. No toques el link. Buscá el número oficial del banco, llamá vos y preguntá. La paranoia es tu mejor amiga. Ese segundo de duda, de "esto me huele raro", es lo que te salva de la catástrofe.

Conclusión: desconfianza cero

Vivimos tiempos donde nuestra identidad digital es tan valiosa como nuestra integridad física. Los ciberdelincuentes cuentan con nuestra ingenuidad y nuestra prisa. No les des el gusto. Entender que el "error inocente" de dar un clic puede costarte el trabajo de años es el primer paso para estar protegido.

No se trata de vivir con miedo, sino de operar con Zero Trust (Confianza Cero). Asumí que cualquier comunicación no solicitada puede ser una trampa. Educá a tus padres y abuelos, que suelen ser el blanco preferido de estas mafias digitales. La seguridad informática no es cosa de expertos, es cosa de sentido común aplicado.

Tu homebanking es una bóveda. No dejes la puerta entreabierta ni le des la combinación al primero que toque el timbre vestido de cartero. Revisá tus configuraciones hoy, cambiá esa clave "123456" que usás hace años y mantenete alerta.

La próxima vez que te llegue un mensaje urgente diciendo que tu cuenta está en peligro, sonreí, borralo y seguí con tu vida. Acabás de evitar una estafa y salvar tu patrimonio.

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