Las familias, poco a poco, empiezan a bajarse de las compras con tarjeta
La financiación de las compras con tarjetas de crédito, que sostuvo al consumo durante los últimos meses de 2008, empieza a tambalear ante la necesidad de la gente de controlar sus gastos y evitar el endeudamiento.Los préstamos a las familias sufrieron en marzo una contracción del 0,5%, equivalente a $293 millones, siguiendo la tendencia que inició en febrero. En abril no se espera que las cosas cambien, ya que en los primeros 20 días la contracción en el mercado crediticio es de 1%, mientras que en el caso de tarjetas supera el 3% el ritmo de caída mensual.El comportamiento se explica por la caída en los créditos prendarios, que llegó a 2,4% y en el financiamiento de los saldos de Tarjetas de crédito, según el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefid-Ar), Hay que tener en cuenta que la mora ya mostraba signos preocupantes en el sector y según datos aportados por una entidad privada, aumentó considerablemente en el verano y llegó en enero a un impago del 3,9%. Esta cifra es sustancialmente superior a la registrada en diciembre (2,9%) y en enero de 2008 (2,3 por ciento). Las cifras se refieren a la cantidad de cuentas que presentan el segundo pago mínimo impago. Pero si se toman los datos en términos del total financiado, los valores trepan aproximadamente al 8% del monto total.Como es de esperar, los bancos reaccionan dando de baja las tarjetas con problemas, elevando lo mínimos o congelándole el monto disponible.íšltimo motor en marchaSi bien el stock de préstamos al sector privado muestra una baja en general, en el caso del plástico la importancia radica en que, hasta el momento, fue uno de los medios de financiación más activos del sistema, en el que se apoyaron los consumidores para realizar todo tipo de compras, desde ropa e indumentaria hasta alimentos y ofertas del supermercado.De todas maneras, y aunque los datos muestran como la gente empieza a medir también las compras con tarjetas, sigue siendo el mejor aliado en los comercios.De hecho, en el interior del país, donde el consumo ha sufrido un fuerte golpe que llega a 40% y se acrecienta desde que comenzó el conflicto con el campo, hace más de un año, las tarjetas ofrecen hasta 6 cuotas sin interés para hacer más dinámico el sector.Tanto Visa como Mastercard acordaron mantener al menos hasta el 30 de junio de este año los pagos de hasta seis cuotas sin intereses en todos los comercios adheridos que se encuentren en localidades con código postal igual o mayor a 1900. En Capital Federal todavía se está midiendo la decisión, pero sí abundan las promociones entre tarjetas y bancos, donde por un tiempo determinado se ofrecen descuentos de hasta 20 o 30 por ciento.Tanto en los bancos como en los comercios involucrados hay coincidencia en que esos días las ventas operaciones se multiplican de 3 a 7 veces, aunque se pagan tasas de un 40% promedio.
La mayoría de los bancos cuentan con esas opciones. En el caso de Santander Río volvió el plan de "Super Miércoles Mujer", con varios locales sumados a la promoción con rebajas de 20% en las compras. También Banco Galicia y Francés tienen lo propio, con descuentos del 20% los días jueves."Definitivamente la gente usa la tarjeta de crédito y está esperando los beneficios de descuentos", comentó Lila Guerrero, directora de Kitelab. Sin embargo, advierte dos contrariedades, tanto del lado de las marcas como del lado de la demanda. En el primer caso, el tema es que hasta ahora, cuando una empresa o marca daba un beneficio era para diferenciarse de la competencia y cuando el cliente empieza a tomarlo como parte del producto y de lo esperado, desaparece la diferenciación y no es ventaja. En esa situación se esta hoy.
Hasta ahora, estas promociones se dejaban para eventos especiales, como el Día del Niño o de la Madre. Pero ahora, se convirtió en una modalidad común e indispensable para los comercios, aunque no se puedan arriesgar a los 12 meses.Por otro lado, los consumidores valoran los beneficios y reclaman créditos más baratos, al mismo tiempo que muestran mayor temor a endeudarse y a contraer deudas a largo plazo. "Es decir, no quieren tomarlos, pero se quejan porque no hay en el mercado", señaló.