Vaca Muerta celebra el dólar récord pero sufrirán los consumidores: así impacta en el sector energético
El salto de la cotización del dólar también tiene impacto en el sector energético, en lo inmediato valorizando los ingresos de las compañías petroleras por las exportaciones crecientes que se vienen registrando en lo que va del año, en un proceso que se fortalece desde el año pasado. Pero a la vez generando un incremento de costos en los usuarios a través de la presión en los precios de los combustibles y los servicios de gas y electricidad que se compensan con subsidios.
El superávit energético de u$s739 millones en junio contrastó con el déficit de u$s160 millones del mismo mes de 2024, con lo cual el aumento de las exportaciones de petróleo permitió mantener un saldo positivo incluso en el período invernal, y fortalecer la generación de caja de las petroleras que obtienen más pesos por dólar para sus operaciones locales.
Si bien muchos de los gastos son en dólares de las compañías operadoras en Vaca Muerta, como la compra de equipos y la contratación de servicios especiales, varios otros son en pesos lo que aporta a bajar el costo de operación que viene alertando en los últimos meses al sector.
Así, en un sector cada vez más exportador, la suba del dólar representa una mejora en la competitividad y mayores ingresos en pesos. Esto es especialmente relevante para el desarrollo de Vaca Muerta, que se proyecta como una fuente clave de divisas para el país, y que con un dólar más alto incentiva la producción para la exportación y contribuye al superávit comercial energético.
A la vez, las grandes inversiones en el sector energético, especialmente en proyectos como el Oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS), se planifican y ejecutan en dólares. Por lo tanto, un tipo de cambio más alto puede volver más atractiva la inversión en pesos para las empresas, aunque la volatilidad cambiaria sigue siendo un factor de riesgo importante.
Suba del dólar y la otra cara del sector energético
Gran parte de los costos de la energía, como el gas y la electricidad, están dolarizados aunque en las facturas finales de los usuarios llegan en pesos, por lo que esto significa que cuando el dólar sube, el costo en pesos de producir y transportar energía también se incrementa. Pero el famoso pass through, es decir el traslado de la suba del dólar a los precios internos, no es automático.
Este aumento de costos puede trasladarse a las tarifas finales que pagan los usuarios o, en su defecto, ser absorbido por el Estado a través de mayores subsidios, lo que presiona las cuentas fiscales. En un año electoral de medio término, en medio de los esfuerzos del Gobierno por mantener en declino la inflación y contener el gasto fiscal, la salida no parece fácil.
Todo indica que para evitar que el aumento de costos se traslade completamente a las tarifas, el gobierno decidirá en esta transición de la segunda mitad del año aumentar los subsidios energéticos. Esto tiene como consecuencia un mayor gasto público, que puede ser difícil de sostener en un contexto de restricción fiscal.
Para tener una referencia del impacto, a julio la cobertura de costos del sistema eléctrico para la categoría residencial indica que, en promedio, el 48% lo aportó el usuario vía tarifas mientras que el 52% del costo lo aporta el Estado nacional, y en el caso del gas el 55% del costo de abastecimiento fue cubierto mediante subsidios públicos, lo que refleja la magnitud del impacto.
El tipo de cambio en la ecuación de los combustibles
El otro escenario sensible a la cotización del dólar en el país es la determinación del precio de los combustibles, que si bien no es la única referencia tiene su peso al igual que el valor internacional del barril de petróleo que tiene una volatilidad de fuerte afectación en los costos de las petroleras.
En estas circunstancias de apreciación cambiaria, un dólar más alto genera presión en la ecuación que realizan a diario las compañías, y que de mantenerse el tipo de cambio en estos niveles buscarán trasladar a los surtidores. Si bien el de las naftas es un mercado formalmente liberado, las empresas nunca terminan de trasladar todo el impacto de la devaluación a precios.
Junto con la cotización del dólar y el precio del crudo Brent, las otras dos variables que se tienen en cuenta son el precio de los biocombustibles con los que se cortan las naftas y el gasoil y el componente impositivo de los tributos municipales, provinciales y también de la Nación a través del Impuesto a los Combustibles Líquidos.
Todos tienen tendencia alcista, por lo que la presión es en distintos aspectos y conducen o a un aumento de precios o a un atraso que por estas jornadas ya se estima cercana al 15%, bastante mas de lo que se calculaba pocas semanas trás por debajo del 10% de mediados de julio.