Cuántos pozos se deberán perforar para llegar antes de 2030 al primer millón de barriles de crudo
Impulsada por el desarrollo de Vaca Muerta, la producción nacional de petróleo ha alcanzado cifras sin precedentes desde finales de 1999, superando los 811.000 barriles diarios. Este crecimiento acelerado, que representa un incremento interanual de casi el 28%, posicionó a la industria hacia la meta de producir un millón de barriles por día.
Cumplir el objetivo implicará atender una serie de condiciones basadas en mantener un ritmo de inversión y actividad constante que permita superar los desafíos logísticos y de infraestructura inherentes a un desarrollo de esta magnitud. La combinación del crecimiento exponencial del no convencional con un sostenimiento de la producción convencional es la fórmula que permitirá que en breve la industria argentina supere el récord de 1998, que fue de 847.000 barriles diarios.
A partir de ese primer hito que se espera alcanzar este mismo año, queda a la vista el horizonte del millón de barriles. Con una producción que ya supera el 60% del total nacional, Vaca Muerta logró récords históricos para la provincia de Neuquén luego de años de optimización de las operaciones, donde las empresas han perfeccionado su conocimiento de la roca y han adaptado sus tecnologías.
Este avance técnico ha permitido pasar de una etapa de exploración y prueba a una fase de desarrollo masivo, sentando las bases para proyectos de gran escala, como el Vaca Muerta Oil Sur (VMOS) y las diversas fases del Argentina LNG, que proyectan una producción futura de 1,2 a 1,5 millones de barriles diarios y una duplicación de la producción de gas natural.
Un millón de barriles, cómo y cuándo
El principal desafío técnico para el primer millón de barriles es alcanzar un ritmo de perforación de entre 400 y 420 pozos anuales. Si bien el año 2025 podría ver un aumento significativo en la cantidad de pozos en torno a esa cifra, alcanzar y mantener esta cadencia es vital. Un escenario más optimista, con más de 600 pozos anuales, podría acelerar el proceso, pero actualmente se ve limitado por la disponibilidad de equipos de perforación y de fractura.
La productividad de cada pozo también es un factor determinante. Gracias a continuas mejoras en el diseño y la ejecución de las perforaciones, la eficiencia operativa en Vaca Muerta se mantiene en niveles récord, a la par y aún por encima de los mejores play no convencionales de Estados Unidos.
Este rendimiento sostenido es crucial para compensar el declive natural y pronunciado de la producción en los pozos de no convencional, lo que exige una inversión y perforación constantes para mantener el crecimiento en la curva de producción total.
El aspecto financiero de esta empresa es igualmente enorme. Con un costo promedio por pozo estimado entre 12 y 14 millones de dólares, mantener el ritmo de perforación necesario para alcanzar el objetivo requerirá una inversión anual cercana a los 6.000 millones de dólares, sostenida durante los próximos cinco años.
Inversión en infraestructura y facilities
Estas cifras reflejan una necesidad de capital masiva que va más allá de la mera perforación; también debe cubrir la construcción de infraestructura de superficie, como instalaciones de tratamiento y sistemas de transporte, para evacuar y procesar todo el volumen adicional de crudo.
Precisamente, la infraestructura de transporte y exportación es el tercer pilar crítico para liberar el potencial productivo. Históricamente, la Argentina contaba con una sólida red de oleoductos, pero la migración de la producción hacia Vaca Muerta exige una reorientación y modernización de estas obras.
La capacidad de evacuar el crudo desde la cuenca neuquina hacia los puertos es un cuello de botella que, de no ser resuelto, podría frenar el crecimiento. La ampliación de oleoductos y la construcción de nuevas terminales de exportación son, por lo tanto, condiciones indispensables para que el incremento de la producción se traduzca en exportaciones y divisas para el país.
El camino hacia el millón de barriles no solo depende de la producción de Vaca Muerta. Si bien el crudo no convencional es el principal motor del crecimiento, la producción de los yacimientos convencionales también juega un papel fundamental. Se necesita que esta última se mantenga estable o, al menos, no decline a una velocidad mayor, para no restar volumen a la meta total.