• 18/12/2025
ALERTA

Qué son los glaciares de escombros, el eje de un debate que puede destrabar inversiones de miles de millones

El Congreso decidirá si modifica la actual Ley de Glaciares y uno de los temas centrales es cuándo una de estas geoformas aporta al sistema hídrico
18/12/2025 - 17:40hs
Glaciar de Escombros

El proyecto de reforma de la Ley de Glaciares entró al Congreso de la Nación y lo que se espera, al menos de parte del sector minero, es una discusión técnica. Es que el cambio propuesto por el gobierno de Javier Milei tiene dos patas: que las provincias tengan un rol decisivo en el inventario de glaciares y que dentro de esta herramienta se protejan las geoformas que tienen un aporte concreto al sistema hídrico.

Del resultado del tratamiento legislativo dependen inversiones millonarias, vienen señalando desde la industria. Hay grandes proyectos que ven con desconfianza la redacción actual de la norma, aprobada en 2010, porque aseguran que deja muchos grises a la interpretación.

Las cámaras mineras y de exploradoras ya se pronunciaron a favor de las modificaciones que quieren introducir. El presidente de la Cámara Minera de San Juan, Ivan Grgic, donde se ubican hoy la mayoría de los proyectos avanzados de cobre y una de las provincias con mayor cantidad de geoformas inventariadas, dijo que de aprobarse "se espera más inversión por parte de las exploradoras de proyectos nuevos en los próximos dos o tres años y más interés de empresas nuevas en los próximos 4 a 5".

A esto se suma que los grandes proyectos avanzados de cobre, que tienen la mayor perspectiva de inversión para los próximos años del país, ya venían solicitando mayor certeza en cuanto a la ley. La actual norma podría ser un obstáculo para Vicuña, que tiene previsto desembolsar entre u$s15.000 y u$s20.000 millones, o El Pachón, que presentó un RIGI de u$s10.500 millones.

Resta ver si hay acuerdo a nivel legislativo en un tema que anticipa fuertes debates, aunque desde las provincias donde hay potencial para la industria vienen respaldando el cambio, tanto desde la Mesa del Litio como desde la Mesa del Cobre.

Pero el debate no necesariamente girará en torno a los números. Si es por ponerle claridad a la actual norma, los diputados y senadores deberán trabajar en un concepto técnico como es el de los glaciares de escombros y el ambiente periglacial.

Qué son los glaciares de escombro

Una de las posibles distinciones de las geoformas criogénicas (el concepto más amplio a nivel científico) es el de glaciar blanco o descubierto, glaciar cubierto, glaciar de escombros y permafrost.

Los dos primeros son formas en su mayoría de agua y se entiende que más allá de si se modifica la ley, quedarán todos permanentemente protegidos por la normativa. La diferencia entre ellos es que en los primeros se puede ver la mayor parte del cuerpo de hielo, mientras en el segundo cuentan con una capa de rocas y sedimentos.

Son formas activas: adquieren masa en invierno y pierden en verano, aportando agua a los alrededores y cumpliendo una función clave en la conservación del frío y la nieve.

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Un modelo de Glaciar Cubierto que seguirá protegido aún con la reforma de la Ley.

En cambio, los glaciares de escombros son geoformas que en su mayor parte están compuestas de rocas y sedimentos, pero que se encuentran a temperaturas bajo cero por más de dos años consecutivos. Pueden o no contener agua en su interior y no siempre parte de esta se derrite para llegar a los arroyos y ríos. El permafrost es otro tipo de zona, definido como suelo permanentemente congelado.

Los dos últimos son lo que se define como ambiente periglacial, que no necesariamente están junto o cerca de glaciares blancos o cubiertos. En el caso de los de escombro, pueden ser los restos de glaciares antiguos que a lo largo de cientos o miles de años perdieron su masa de agua. Tampoco están siempre activos, algunos se ha comprobado que llevan siglos sin aportar agua.

En este último punto está uno de los ejes de la discusión que se viene: la modificación propuesta dice que se protegerán las áreas periglaciares a menos que quede demostrado que ya no tienen un aporte real como recurso hídrico.

Es posible que uno de estos cuerpos mayormente rocosos ya no esté sumando agua a una cuenca hídrica. La provincia de San Juan dejó un antecedente al respecto, cuando analizó una geoforma ubicada en El Pachón y determinó que llevaba "más de 3.500 años sin aportar al sistema hídrico". Esto se debe a que al estabilizarse y con su temperatura bajo cero ya no suelta agua. Debido a esto, pidieron retirarlo del inventario.

El objetivo de la nueva ley es que los glaciares de escombro que no tengan una función de recursos estratégico sean retirados del inventario y, por lo tanto, deje de estar prohibida la producción minera en las cercanías. Para esto le dieron espacio a las provincias para participar de forma más activa. Así, si las autoridades locales pueden demostrar que una geoforma ya no tiene ese valor estratégico, puede ser retirado del inventario que realiza el IANIGLA.

Los estudios que no llegaron a hacerse

Según los datos del primer inventario, que se publicó en 2018, Argentina cuenta con 8.484 km2 cubiertos de hielo, de los cuales 5.769 se encuentran en la Cordillera de los Andes y 2.715 en las Islas del Atlántico Sur. Los glaciares de escombros representaron un 12% del total.

Tras la aprobación en 2010 de la Ley de Glaciares, estaba previsto que el IANIGLA hiciera el Inventario Nacional de Glaciares y que este incluyera tres niveles de monitoreo y controles. El primero se logró por primera vez en 2018, cuando el instituto técnico logró hacer el primer relevamiento que en su mayoría está compuesto por datos de imágenes satelitales.

Tras esto, el objetivo inicial es que se hicieran los estudios de segundo y tercer nivel, que incluyen monitorear las formas, analizar si tienen agua en su interior, si están activos, características de su contenido hídrico y también su aporte a la cuenca. Lo cierto es que esta etapa no logró cumplirse por completo por falta de la capacidad técnica y presupuestaria para monitorear los más de 8.400 km2 de geoformas.

Las tareas deben hacerse con instrumental especializado in situ, lo que implicaría que haya equipos técnicos monitoreando todas los glaciares de todos los tipos en la Cordillera de los Andes, la mayoría por encima de los 3.500 metros sobre el nivel del mar.

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