En medio de una profunda división, la Eurozona busca en el diccionario un sinónimo de "default"
Las divisiones internas del Eurogrupo en cuanto a la forma en que se debe implementar el rescate griego son cada vez más profundas. La magnitud de las mismas obligó a convocar a una reunión extraordinaria que celebró el martes, con un solo tema en su agenda: buscar una solución a la situación griega.Este encuentro es preparatorio de otro que se celebrará la semana próxima en Luxemburgo, y en la que se prevé adoptar soluciones más concretas.
Los ministros de Finanzas de la eurozona buscan la forma de integrar la participación de los acreedores privados en un segundo plan de ayuda a Grecia.Ante la fuerte presión de algunos gobiernos de indudable predominio, como Alemania, la cuestión pasa por tratar de incluir a bancos y tenedores de bonos en el nuevo esquema. Pero también se intenta superar una clara restricción semántica: bajo ningún concepto se puede interpretar a una hipotética extensión de plazos o reformulación de los intereses con lo que en cualquier parte del mundo se percibiría lisa y llanamente como una reestructuración o suspensión de pagos."Hay que buscar una solución que no sea vista como una suspensión de pagos", explicó la ministra austríaca de Finanzas, Maria Fekter, en una clara alusión al corazón del problema: avanzar con una restructuración, pero apelando a eufemismos para no levantar sospechas de un eventual efecto dominó que involucre a Portugal, Irlanda o incluso España. Dos bandos en pugnaFekter reconoció que entre los distintos países de la zona euro hay "diferentes posiciones" respecto a este asunto, pero explicó que hay que abordarlas de manera conjunta y "avanzar".Mientras Alemania, Austria, Finlandia y Países Bajos insisten en que sólo lo apoyarán si también participan los bancos privados, España o Bélgica defienden que cualquier aporte de parte de éstos sea voluntario."El Gobierno alemán está dispuesto a participar en medidas adicionales de apoyo", declaró el ministro de Finanzas, Wolfgang Schaüble, a la entrada de la reunión del Eurogrupo. "Por supuesto, la participación del sector privado es un elemento fundamental de un programa adicional", insistió."Si es voluntaria puede adaptarse muy bien a las posiciones del sector privado y siempre es buena", argumentó la ministra austríaca, quien en todo caso defendió que es necesario abordar la participación de los bancos "con cuidado" para que evitar que los mercados se vean perjudicados.En tal sentido, según el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager, "los inversores privados deben contribuir con al menos el 30% de cualquier ayuda adicional".Por su parte, el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, adelantó que el nuevo programa podría ascender a 80.000 millones de euros, 25.000 de los cuales podrían ser aportados por el sector privado de manera voluntaria.
"El monto total de la nueva intervención provendrá del acuerdo marco entre el FMI, la UE y la zona euro", aseguró Reynders, quien apostó a que los acreedores privados se comprometan a renovar su exposición a la deuda helena que venza antes de mediados de 2014.Kees de Jager descartó dar detalles más concretos sobre las cifras en el Parlamento de la Haya, pues argumentó que "dependerá de los montos totales de la financiación".
Un día antes, el responsable holandés señaló que la contribución del sector privado debe ser "sustancial", alineándose con las tesis de Berlín, que considera que éste debe contribuir en los costos del mismo.
"Para mí es inseparable, solamente consideraremos un programa de estas características si los tenedores de bonos hacen una contribución sustancial", añadió en una carta enviada a los parlamentarios.
Según el funcionario, el plan puede estructurarse mediante la extensión de los vencimientos de bonos por parte de aquellos que ya tienen exposición a la deuda griega.
"Haré todo lo posible junto al resto de Estados miembros para asegurar que se impongan condiciones estrictas para un posible programa adicional", señaló Kees de Jager.
El ministro de finanzas reforzó así la tesis ya expuesta por el primer ministro de su país, Mark Rutte, quien señaló que, si bien Holanda no ha tomado una decisión sobre el posible rescate a Grecia, su posición es "similar" a la de Alemania."No es justo que los beneficios vayan a los bancos mientras que los contribuyentes asuman la carga de las pérdidas", dijo por su parte la ministra de Finanzas austriaca, Maria Fekter. "El sector privado debe participar en el proceso de reducción de la deuda", agregó.El ministro finlandés, Jyrki Katainen, también sostuvo que "es crucial lograr que participe alguna forma".En el otro extremo se ubica nada menos que el Banco Central Europeo (BCE). El máximo organismo bancario de la región volvió a avisar que una "reestructuración suave", por llamar de alguna manera a lo que todo el mundo conoce como "default" de la deuda griega tendrá más costos que beneficios.Mientras, la ministra española de Economía y Hacienda, Elena Salgado, señaló que todavía hay margen de tiempo antes de tomar una decisión sobre las condiciones de un nuevo paquete de ayuda a Atenas.
"Como saben, tenemos otra reunión el día 20 de junio, así que tenemos tiempo para discutir con calma todas las opciones", sostuvo Salgado.Para el futuro presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, una reestructuración suave, como pide Alemania, tendría más costos que beneficios y provocaría un efecto de contagio al resto de países de la Eurozona. Draghi resaltó que la participación de los bancos y fondos de inversión debe ser exclusivamente "voluntaria"."El BCE no está a favor de reestructuraciones o quitas. Deberíamos excluir todas las opciones que no sean puramente voluntarias o que tengan alguna dosis de obligatoriedad", dijo Draghi ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, que debe pronunciarse sobre su candidatura. El banquero italiano también sostuvo que "una bancarrota griega, que dejaría sin resolver el problema de su elevada deuda pública, causaría graves pérdidas a los bancos que poseen bonos helenos, lo que obligaría a recapitalizarlos".Reynders también consideró que impulsar una participación forzosa sería "un error" que supondría "un riesgo para otros países, incluyendo a Portugal o Irlanda" y toda la zona euro, además de "un regalo" a todos los especuladores que han jugado con su default.
Mientras tanto, el Parlamento griego busca prorrogar un pagoEl Parlamento de ese país está abocado a conseguir la aprobación de una prórroga para devolver el primer rescate de la eurozona, por un monto de 80.000 millones de euros."Grecia ha sido convocada para firmar estos días la modificación del acuerdo de préstamo", indicó hoy el ministerio en un comunicado.Ante la falta de avances en la situación griega, desde el propio seno de la Unión Europea, en Bruselas, se acordó facilitar los términos de los préstamos otorgados en 2010, abarcando tanto los plazos de vencimiento como en las tasas de interés que debía el país.En lo que se interpreta como una "reestructuración suave", el reintegro del crédito, que hasta ahora estaba previsto hasta 2014, se extenderá hasta 2017, según los datos aportados por el propio ministerio griego, mientras que la tasa de interés baja en un punto porcentual, hasta el 4 por ciento.De esta manera, se logrará "reducir las necesidades de financiamiento en unos 48.000 millones de euros entre 2011 y 2015", informó el ministerio.También se amplia el plazo para que el país vuelva al mercado a refinanciarse, en principio previsto para 2012 y ahora extendido hasta 2014.Cómo sigue la película Las próximas etapas que definirán el nuevo rescate están fijadas para el próximo lunes, cuando el Eurogrupo se reúna en Luxemburgo, y luego en la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno, los próximos 23 y 24 en Bruselas.
En todo caso, un nuevo rescate debería estar listo para finales de este mes. Ello es condición indispensable para que la UE y el FMI liberen el próximo tramo de ayuda - en base a los 110.000 millones -, por un total de 12.000 millones de euros.Este tramo de la ayuda es vital para que el país pueda afrontar las próximas etapas en su esfuerzo por ubicar en el 2015 su déficit fiscal por debajo del 3% del PBI, como marca el Pacto de Estabilidad.