Apple acaba de cumplir 40 años.
Los festejó en su sede central de Cupertino, California, izando una curiosa bandera pirata en la que puede verse su antiguo logo en uno de sus ojos: una manzanita con rayas horizontales de diferentes colores.
No ha sido algo casual sino un claro guiño al pasado. Se trata de un símbolo que creó Susan Kare -a petición de un programador- y que se inspiraba en la famosa frase que Steve Jobs dijo en una de las reuniones del equipo Macintosh, en 1983.
"Prefiero ser pirata que alistarme en la marina", señaló en aquel entonces. Y ese lema pronto se convirtió en la señal de identidad del "exiliado" equipo de desarrollo de Mac.
Al fin y al cabo, si era una banda de piratas, debía tener una bandera pirata.
Pero, por detrás del festejo, la compañía enfrenta en estos días la clásica crisis propia de la edad.
La firma tuvo una adolescencia muy sufrida, en la que pudo construir su primera computadora hecha en madera.
No obstante, a base de ingenio, de ir superándose y de ir venciendo obstáculos fue marcando un camino prominente.
-A los "20 añitos" -pese a su corta edad- Apple ya había sentado cabeza y lanzado su primer gran éxito, la iMac.
-A los 25 fue consolidando su posicionamiento en el mercado tecnológico, a partir de otra gran invención, el iPod.
-A los 30 quiso ir por más. Y así logró un triunfo universal con su extraordinario iPhone.
-A los 35 volvió a superarse con el exitoso iPad, un producto innovador que fue desplazando a las clásicas PC.
Pero, ahora, con 40 años recién cumplidos, la firma de la manzanita se encuentra en una encrucijada histórica.
Sucede que ya no cuenta con la genialidad de su alma mater y necesita más que nunca sacar un nuevo "conejo de la galera" para así poder mantener el gran imperio empresarial que hoy es Apple.
Por cierto, la ausencia de Jobs y la falta de un producto que rompa el molde se refleja especialmente en Wall Street.
Hacia fines de enero debió resignar el privilegio de ser la firma más valiosa del mundo, ante la embestida de otro gigante de la tecnología: Google.
Si bien fue por espacio de algunos días, lo cierto es que atrás fueron quedando esos años dorados en los que llegó a desafiar el techo de los u$s800.000 millones.
Este descenso no es visto por los analistas como algo circunstancial. Más bien, como la pérdida de cierto protagonismo y espacio en un sector tan dinámico como lo es el tecnológico.
Los "peso pesado" tienen que estar sorprendiendo al mundo de manera permanente.
Deben hacerlo a partir de nuevas ideas, de productos que rompan el molde, tal como supo hacerlo casi a la perfección Steve Jobs al lanzar el iPhone o irrumpir con la iPad.
El público exige cada día más y no alcanza con proponerle "restylings" o cambios de tamaño para los ya existentes.
En el caso de Apple, uno de sus principales problemas es que su producto estrella -aquel que le representa el 60% de sus ingresos- lejos de crecer ha mostrado una notable reducción en su volumen de ventas.
Las luces de alerta se encendieron a fines de abril, cuando la propia compañía oficializó la primera caída en la comercialización del iPhone, desde que fuera lanzado (2007).
La reacción del mercado no se hizo esperar: la cotización de sus acciones retrocedió casi 15% desde la presentación de sus cuentas.
Por cierto, este no es un problema que evidencia Google con Alphabet, que ha sabido diversificar su negocio y, por tanto, los riesgos.
Ya ha probado la rentabilidad de algunas de sus inversiones -como es el caso de YouTube o de Android- mientras que aguarda los resultados de otras apuestas que ya ha venido realizado, como el coche eléctrico, las gafas inteligentes o la llamada "Internet de las Cosas", entre tantas otras.
"Google no es una empresa convencional y nunca pretenderá serlo" dice con énfasis y marcado entusiasmo Larry Page, uno de sus fundadores.
Los inversores se sienten a gusto con esta visión que le imprime a la empresa. Por otro lado, dejan abierto un interrogante ¿Apple está hoy en condiciones de decir lo mismo?
A juzgar por el comportamiento de la acción, parece que tienen algunas dudas al respecto.
Y esto se refleja en el valor objetivo del papel en la actualidad (u$s123), ya que supone el nivel más bajo desde comienzos del pasado ejercicio.
Sumado a esta ola de dudas (decepción para algunos), los fondos de inversión también están huyendo de la firma de la manzanita: sólo en los primero tres meses del año se desprendieron de más de u$s7.000 millones en participaciones de la firma.
Así las cosas, pasó de ser la firma más comprada en el último trimestre del pasado año a la más vendida. Todo un dato.
El mayor responsable de esta salida masiva fue el fondo liderado por Carl Icahn, que retiró completamente su inversión, valorada nada menos que en casi u$s5.000 millones.
"Ya no tenemos posiciones tomadas en Apple", señala el financista, al tiempo que afirma que tomó esta decisión en gran medida por el debilitamiento de la relación con China, el segundo mercado más importante para la compañía basada en Cupertino.
Además, no ocultó su preocupación por lo sucedido hace unas semanas, cuando el gobierno del gigante asiático decidió dar de baja los servicios de iTunes, Movie e iBooks.
Para Icahn, esa nación tiene precisamente en sus manos la llave que puede conducir a Apple o bien a un crecimiento en ventas o, por el contrario, a un sendero muy pedregoso y difícil.
Si en el pasado las compras de este fondo se traducían en un inmediato repunte del precio, ahora -como es de esperar- las ventas masivas se tradujeron en fuertes bajas: 11% en apenas cinco ruedas.
¿Hay reemplazo para China? Las dudas que surgieron tras conocerse las cifras del primer trimestre, en cuanto a cómo y dónde crecer en ventas, se han venido acrecentando.