La cuarentena obligatoria, sumada a la delicada situación económica que ya atravesaba el país, ha dejado al borde del colapso a muchas empresas y comercios. Y las casas de cambio lejos están de ser la excepción.

En el microcentro porteño ya no se observan "arbolitos" que -al grito de "cambio, cambio"- prometían interesantes cotizaciones. Tampoco están los turistas y otros clientes clásicos de estos vendedores informales de divisas. La concurrida peatonal hoy es tierra desierta: por estas horas, no hay locales de comida, grandes tiendas de ropa ni, mucho menos, multitudes de gente caminando por sus calles. Sólo algunas farmacias permanecen abiertas con atención mínima.

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