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S-11: el día que la campana de Wall Street no sonó y el mundo cambió para siempre

El ataque a las Torrres Gemelas se produjo minutos antes de la apertura de los mercados, pero su impacto se prolongó durante muchos meses
11/09/2020 - 10:51hs
S-11: el día que la campana de Wall Street no sonó y el mundo cambió para siempre

En la mañana del 11 de septiembre de 2001 y a escasos minutos de que la Bolsa de Nueva York comenzara sus operaciones, los cimientos de Wall Street temblaron ante el ataque terrorista que tuvo como objetivo el principal centro financiero del mundo.

Ese día, el sonido de la campana que abre las sesiones fue remplazado por uan seguidilla de estruendos extraños que provenían de los dos aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas.

 

El mismo estado de horror e incredulidad que se vivió en las calles de Manhattan tras la explosión, se replicó en los mercados de valores de prácticamente todo el mundo cuyos índices, que se movían con resultados mixtos, terminaron registrando una baja histórica.

Así por ejemplo, las bolsas europeas, pese a la diferencia horaria y a lo avanzado de la rueda se tiñeron de rojo para cerrar con pérdidas de hasta el 9 por ciento.

Además, al mismo tiempo que los inversores corrieron a vender sus acciones y dólares, buscaron refugio financiero en el oro, que subió alrededor de 20 dólares la onza, para cotizar al final del día en 291 dólares, su mayor nivel desde junio del 2000.

En cuanto a las plazas de América Latina, todas ellas cerraron sus puertas una tras otra al conocerse el atentado, tratando de evitar mayores consecuencias en sus mercados. Cuando dejaron de operar, la Bolsa de México caía 5,7% y el índice Bovespa de la Bolsa de San Pablo otro 7,5 por ciento.

La Bolsa de Comercio de Buenos Aires suspendió sus operaciones, pasadas las 10.30, cuando sus acciones líderes caían el 5%, el Merval se ubicaba en las 272 unidades y el balance era de una sola especie en alza, 9 bajas y una sin cambios, pero con el paso de los días la ola de ventas no cedió y a principios de octubre tocó el nivel más bajo de los diez años anteriores.

Ante la magnitud del desastre, Wall Street guardó luto durante cuatro días, algo que no ocurría desde 1933 y solo el 17 de septiembre reabrió para tratar de superar el impacto no sólo físico, sino también psicológico, de los ataques.

"Como medida de seguridad, mientras se superan los trágicos acontecimientos de hoy, los mercados han decidido no operar", dijo el presidente de la junta reguladora de mercados de EE.UU., Harvey Pitt.

Cuando Wall Street retomó su actividad, en las cinco ruedas posteriores los índices norteamericanos se desplomaron hasta un 12%, por lo que en el caso del índice S&P 500, ello equivalió a una pérdida de 1,4 billones de dólares.

 

Este derrumbe arrastró al resto de los mercados, que hasta el día 21 llegaron a perder hasta el 17 por ciento. En este contexto, los sectores más afectados fueron los de aerolíneas, que en el caso de United Airlines cayó un 42%, aseguradoras y turismo.

El punto culminante del derrumbe estuvo dado cuando se conoció el mayor escándalo contable y financiero de todos los tiempos, que involucró a Enron y que terminó siendo la mayor bancarrota de la historia, que terminó desencadenando una gran crisis de confianza entre los inversores.

La debilidad de las bolsas se prolongó hasta marzo de 2003 y solo se registró un punto de inflexión cuando comenzó la segunda guerra a Irak, ya que los mercados interpretaron que la misma sería el fin de un periodo de incertidumbre geopolítica que se había prolongado durante varios meses. Además, la rápida evolución de los combates sirvió de apoyo para esas subas iniciales, que posteriormente encontraron un catalizador fundamental en las señales de recuperación transmitidas por Estados Unidos.

Tras los atentados, la consecuencia más visible fue un incremento del consumo doméstico, luego focalizado en la llamada "burbuja" inmobiliaria, que desataría posteriormente la crisis económica del 2008. El nacimiento de esta burbuja estuvo acompañado con un crecimiento extraordinario del déficit público por el alza continua de los créditos de guerra y un fuerte endeudamiento externo.

Las consecuencias económicas, políticas y sociales que trajeron los atentados del 11/9 fueron de tal magnitud que muchos analistas, entre ellos Marc Garrigasait, profesor de finanzas de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, denominaron al 11 de septiembre como el día en "que cambió el mundo" y comenzó realmente el siglo XXI.