En medio de una corrida cambiaria, la economía de Bolivia enfrenta horas decisivas
En economía, como en otros órdenes de la vida, nada es gratis y esto es lo que se está percibiendo en Bolivia debido a los gruesos errores de política económica que se vienen cometiendo desde hace muchos años y cuyo síntoma más visible es el agotamiento de las reservas en poder del Banco Central.
De hecho, estas vienen en caída libre desde 2014, cuando sumaban unos u$s15.500 millones. El dato concreto es que, si en aquel entonces representaban el 46% del PBI, a fines del año pasado no llegaban al 9 por ciento.
Según los analistas el problema tiene su punto de partida en 2006 cuando el Gobierno de Evo Morales nacionalizó los yacimientos de gas y refinerías de petróleo que pertenecían a Repsol, Total Energies y Petrobras.
Inicialmente el camino elegido pareció ser el correcto, pues jugó a su favor la sostenida suba de los precios internacionales, lo cual le permitió disponer de fondos que volcó en gran medida a políticas destinadas a mejorar el nivel de vida de la población. Pero como contrapartida se desatendió todo lo referido a la exploración de gas, por lo que las reservas entraron en pendiente negativa y consecuentemente las exportaciones también.
Como consecuencia de ello, los ingresos por este concepto bajaron a la mitad desde 2014 y todo indica que seguirán cayendo. Es más, en 2022 el país se convirtió en importador neto de combustibles por primera vez en décadas, con un déficit de u$s1.300 millones.
En definitiva, en la actualidad el Gobierno se encuentra en un escenario de marcada vulnerabilidad, en el que la posibilidad de acceder a los mercados de capitales se complica por las tasas que le exigen y un tipo de cambio fijo que se mantiene por debajo de los 7 pesos desde hace muchos años.
Bolivia enfrenta horas decisivas en materia cambiaria y financiera
La suma de todos estos sucesos desembocó en una crisis monetaria de envergadura, alimentada por la decisión de dejar de informar el stock de reservas desde febrero pasado y el llamado a la población que reduzca las compras de dólares. La respuesta del ciudadano de a pie fue obvia: se volcaron a los bancos y casas de cambio a comprar todo lo posible, lo cual dio lugar a la reaparición de un dólar marginal o blue.
Ante este escenario, lo que está en discusión es si el Gobierno podrá mantener su política de tipo de cambio fijo o si se verá obligado a devaluar. No obstante, esta opción no está en lo inmediato en los planes oficiales.
De hecho, el Presidente Arce aseguró que no devaluará el boliviano ni levantará la subvención a los combustibles, pese a que ambos elementos presionan las reservas internacionales, cuyo estado se desconoce, sino que apostará a largo plazo por la industrialización con sustitución de importaciones, en el marco de su modelo económico.
En respuesta, el presidente de la Federación de Entidades Empresariales de Cochabamba, Luis Laredo, señaló que si la economía estuviese bien, no habría escasez de divisas por la caída de las Reservas Internacionales Netas.
"Cómo puede decir que la economía está bien si no hay divisas para hacer transacciones y la gente no puede ni retirar sus ahorros en dólares, los importadores necesitan hacer transferencias de dólares y no hay y las comisiones de bancos han subido para hacer transferencias. Yo creo que la economía no anda bien", precisó.
En tal sentido, un informe de Balanz sostiene que "la baja de las cotizaciones de los bonos soberanos de alguna manera parece estar incorporando un escenario mucho más desordenado desde lo económico y político si finalmente se abandona el esquema de tipo de cambio fijo".
Los analistas agregan que "desde la óptica puramente macroeconómica, muchos de los desajustes actuales ligados a la pérdida de reservas internacionales se podrían solucionar de manera relativamente sencilla (aunque con sus costos) con una depreciación cambiaria".
Claro está que dejar flotar la moneda no sería barato en el corto plazo ya que llevaría a un salto en el tipo de cambio, en la inflación y una marcada caída en el PBI.
Cabe apuntar que en noviembre del año pasado el Fondo Monetario Internacional indicaba que el tipo de cambio real se encontraba moderadamente sobrevaluado. Sin embargo, advertía que un cambio repentino en las preferencias de portafolio de los inversores podría forzar el abandono del tipo de cambio fijo". Según sus propias estimaciones ello podría generar una depreciación nominal de 34%, un salto en la inflación a 8% y una caída del PBI cercana a 3.5%.
Según los analistas de Balanz, ese escenario se parece mucho a la dinámica de los eventos en las últimas semanas. Incluso, el FMI remarcaba que uno de los principales riesgos para la economía boliviana provenía del ajuste en las condiciones financieras globales producto del incremento en las tasas de interés y que esto derivara en una mayor demanda por dolarización.
Si bien la normalización cambiaria junto con la caída en la actividad contribuiría de manera relativamente rápida a solucionar los desajustes en la balanza comercial, un elemento central detrás de la pérdida de reservas, las consecuencias políticas son difíciles de prever debido al tiempo que lleva el régimen actual y a las diferencias dentro de la coalición gobernante y con la oposición.