Desde que asumió el gobierno Javier Milei, la economía entró en una vorágine pocas veces vistas en el pasado cercano. Por un lado, se está en presencia de una violenta modificación de los precios relativos, luego de un largo período en el que existió un sinnúmero de "corsets" que distorsionaron su estructura, incluyendo tanto a bienes como a servicios. Uno de los fenómenos más relevantes en tal sentido es lo que sucede cuando se compara la inflación con la evolución del tipo de cambio, especialmente el dólar blue, y sus consecuencias inmediatas.

De hecho, el IPC muestra un incremento en estos meses que puede estimarse en torno al 90%, tomando como base noviembre del año pasado, en tanto que si bien los dólares financieros muestran una leve suba en términos nominales, si se ajusta por inflación, la caída rondaría el 50 por ciento.

A partir de tan marcada diferencia, entre otras conclusiones que se pueden sacar, una es que la economía está enfrentando una inflación, que tanto en pesos como en dólares, que tiene pocos precedentes.

Es por ello que en cuestión de algunas semanas Argentina pasó de ser un país muy barato para el extranjero a uno con precios que en muchos casos superan a los de otros países. Este fenómeno se observa en numerosos rubros, como por ejemplo todo lo que hace a tecnología o indumentaria, pero también aparte de la canasta alimentaria y el turismo receptivo, abarcando en este caso hotelería y gastronomía en general.

Si se mira la evolución del blue en los últimos años, lo primero que llama la atención es que de alguna manera se está cerrando el círculo que comenzó a trazarse hacia el fin del primer semestre de 2019, es decir, en los meses previos a las PASO de ese año. Como se recordará en aquel momento, el dólar cotizaba a $45, que ajustados por IPC equivalen a $940 de hoy.

De esta comparación surge que el precio actual, por debajo de los $1.000 es apenas un 7% superior al de aquel momento, pero una vez conocido el resultado de las mismas, su precio comenzó a transitar un largo período de inestabilidad, en el que se sucedieron fuertes subas con las correspondientes correcciones posteriores, pero siempre en niveles muy por encima del actual.

Desde que asumió el gobierno Javier Milei, la economía entró en una vorágine, pocas vistas en el pasado cercano

El dólar blue y el efecto licuación

El efecto licuación en el caso del blue es por demás evidente, pues todo aquel que compró billetes verdes desde agosto de 2019 hasta la actualidad está perdiendo plata y en algunos casos de manera sustancial, en particular quienes lo hicieron en los picos de octubre de 2020 y 2023, cuando a precios de hoy cotizaba a $2.500 y $2.350, respectivamente. Pero eso no es todo, ya que el promedio del blue los últimos años es de 1.660 pesos.

Más en el corto plazo, su evolución adquiere por estos días una situación impensada hasta hace algunos meses. De hecho, una vez conocido el resultado del balotaje en noviembre pasado comenzaron a circular diferentes versiones con pronósticos que elevaban su cotización en forma significativa. Ello fue, según algunos analistas, uno de los elementos que fogonearon las subas de precios a partir de diciembre, pues en muchos casos, en medio de la gran incertidumbre reinante, se tomaban precios de referencia para reposición que en muchos casos llegaban a los $1.500 o incluso más.

Pero a partir del reacomodamiento del tipo de cambio es que buena parte de estos precios quedaron descolocados. Tanto es así que en su reunión con representantes del sector alimenticio, el ministro de Economía, Luis Caputo, comentó "la importancia de que los precios de lista reflejen con fidelidad las condiciones de mercado", haciendo alusión a esta situación. Fuentes del sector privado presentes en el encuentro dejaron trascender que el pedido de Caputo hace referencia justamente a las políticas de promociones y descuentos que establecen las alimenticias y los supermercados, como por ejemplo, los porcentajes de descuento que se aplican con la segunda unidad, que en muchos casos llegan hasta el 80 por ciento.

Lo que planteó Caputo es que en vez de establecer ese tipo de políticas, que haya un precio igual para todos los productos, por lo que sin promociones, todos los ítems tendrían el mismo valor. "Técnicamente, la inflación se calcula sobre el precio final, y no sobre los precios en promoción", afirmó, dejando ahora la pelota en el campo del adversario. En tal caso, el árbitro de la cuestión es una recesión que está impulsando una sensible caída de las ventas.