¿Qué va a pasar con el dólar?: el mercado en alerta por el agro y la incertidumbre electoral
La fuerte subida del tipo de cambio en el último mes reactivó las tensiones cambiarias tras varios meses de aparente estabilidad. Los analistas relevados coincidieron en que el tipo de cambio mayorista mostró una aceleración significativa, impulsado por una marcada caída en la oferta de divisas del sector agroexportador, sumado a un escenario monetario restrictivo y sin señales claras de nuevos anclajes. La falta de dólares y la proximidad del proceso electoral encendieron las alertas en la City porteña.
Desde el inicio de la segunda mitad del año, el dólar oficial acumuló una suba cercana al 30%, mientras que la inflación se mantuvo en niveles moderados, lo que generó una mejora temporal del tipo de cambio real. Sin embargo, los especialistas advirtieron que esa ganancia de competitividad era frágil y que el traspaso a precios aún no se había manifestado con fuerza. La desaceleración de la liquidación del agro y la inestabilidad en la política monetaria, especialmente tras el desarme de las LEFIs, fueron señaladas como las causas centrales del salto cambiario.
En respuesta, el Gobierno intentó endurecer su estrategia con una suba de encajes y licitaciones de deuda en pesos con rendimientos elevados. A pesar de ello, no se anunciaron medidas fiscales o monetarias adicionales que brinden mayor previsibilidad. Mientras tanto, la intervención del Banco Central en el mercado de futuros y la reciente aprobación del desembolso del FMI funcionaron como contención momentánea, aunque con efectos limitados sobre la dinámica de fondo.
Con vencimientos en pesos por delante, una demanda sostenida de cobertura y expectativas sensibles a la incertidumbre política, los próximos meses serán clave para saber si el esquema actual podrá sostenerse sin sobresaltos.
Qué pasa con el agro y los dólares del mercado
Uno de los principales catalizadores de la tensión cambiaria fue la abrupta caída en la liquidación de divisas del agro. Según Ecolatina, el fin del régimen transitorio de reducción de retenciones a partir del 23 de julio desplomó el ingreso diario de dólares del sector exportador, que pasó de promediar 240 millones a apenas 50 millones de dólares por día.
Los primeros cuatro días tras la finalización del esquema dejaron un saldo de apenas 165 millones de dólares en total, una cifra que contrasta con el récord de más de 4.100 millones ingresados durante todo julio, según datos de CIARA-CEC. Ecolatina señaló que este comportamiento respondió a una anticipación masiva de ventas durante el incentivo, lo que generó un bache inmediato en la oferta de divisas.
A pesar de ese pico histórico, el impacto sobre el mercado fue limitado en el tiempo. Los analistas advirtieron que, si bien una baja permanente de retenciones podría destrabar stocks retenidos, ese efecto estructural se vería recién en la próxima campaña agrícola. En el corto plazo, la oferta seguirá siendo insuficiente.
Este desbalance entre oferta y demanda es el primer ingrediente de una presión que no parece aflojar. Con un mercado más demandante en contexto electoral y un flujo vendedor menguante, el desequilibrio se profundiza.
Encajes más altos y tasas elevadas: ¿alcanza?
El Banco Central y el Tesoro desplegaron una batería de medidas para sostener el tipo de cambio sin apelar a una devaluación brusca. Según Ecolatina, la estrategia apunta a mantener un "peso caro y escaso", restringiendo la cantidad de pesos en circulación y encareciendo el crédito.
En la última licitación del mes, el Tesoro logró un rollover del 76%, adjudicando $9 billones frente a vencimientos por $12 billones. Las tasas convalidadas fueron superiores a las del mercado secundario, especialmente en las letras cortas. Por su parte, el BCRA endureció el marco monetario con una suba de encajes para depósitos a la vista, que pasaron del 30% al 40%, una decisión que afectó particularmente a los fondos comunes y entidades financieras específicas.
Adicionalmente, se redujo el porcentaje de saldos en efectivo que los bancos podían integrar con títulos públicos. Esta medida impactó sobre la capacidad de expansión crediticia de las entidades, en especial las extranjeras.
No obstante, desde Invecq señalaron que estos ajustes tienen efectos inciertos. Los bancos podrían responder bajando tasas pasivas, desincentivando el ahorro en pesos, o subiendo tasas activas, lo que endurecería aún más el acceso al crédito y podría golpear la actividad económica.
FMI, REPOs y futuros: la artillería del Central
Además de las herramientas tradicionales, el BCRA recurrió a intervenciones en los mercados de futuros y REPOs para descomprimir expectativas. Estas operaciones buscaron limitar la demanda anticipada de dólares y brindar algo de previsibilidad en el muy corto plazo.
Paralelamente, el Gobierno obtuvo un nuevo desembolso del FMI tras la primera revisión del acuerdo, por unos 2.000 millones de dólares. Aunque el impacto neto fue acotado —debido a un pago de 800 millones en intereses y a que parte del ingreso se destinó a reforzar reservas transitoriamente—, sirvió como señal de apoyo externo.
Ecolatina explicó que el organismo aceptó revisar a la baja la meta de acumulación de reservas para 2025, reconociendo las dificultades del Gobierno para captar divisas genuinas. En los últimos días de julio, las reservas subieron más de 2.100 millones, aunque no por el FMI, sino por movimientos estacionales de encajes y un desembolso del BID canalizado a través del Tesoro.
La consultora destacó que, más allá de estas herramientas, la presión estructural persiste. Sin una política fiscal más activa o un cambio en la dinámica de oferta, los instrumentos actuales podrían resultar insuficientes.
Dólar más alto que la inflación: ¿ganancia real o espejismo?
Con la suba del 30% en el tipo de cambio mayorista en lo que va del año, el dólar le sacó ventaja a la inflación, que acumuló 17,4% en el mismo período. Para Invecq, este cambio de dinámica generó una mejora del tipo de cambio real multilateral (TCRM) del 15,1% entre diciembre y julio.
Sin embargo, esta ganancia es frágil. Si el salto cambiario no se acompaña de una política de estabilización más amplia, podría licuarse rápidamente en aumentos de precios. Por el momento, el traslado a precios fue bajo, lo cual evita un rebrote inflacionario inmediato, pero mantiene abierta la duda sobre la sostenibilidad del esquema.
El contraste con 2024 es evidente: ese año, la inflación trepó al 117,8% frente a una suba del dólar del 27,7%. El presente ofrece una foto distinta, pero no está exento de riesgos si la brecha vuelve a ampliarse por falta de confianza.
¿Puede el Gobierno sostener el esquema hasta octubre?
La gran incógnita de los próximos meses pasa por la sostenibilidad del esquema económico en medio de una campaña electoral intensa. Según Invecq, el mercado comenzó a desconfiar de la capacidad del Gobierno para mantener el equilibrio entre contención cambiaria y crecimiento.
El tipo de cambio mayorista cerró julio en $1.352, aún por debajo del techo de la banda ($1.450), pero la cercanía de ese nivel despierta alarmas. Si el BCRA se ve obligado a intervenir con fuerza, la efectividad del esquema puede ponerse en duda.
Otro factor es el volumen de vencimientos en pesos: casi $75 billones antes de las elecciones. Un rolleo menor al 100% podría traducirse en mayor demanda de dólares, agravando la presión sobre el tipo de cambio.
Las tasas altas y el FMI ayudan a contener momentáneamente, pero el escenario podría cambiar abruptamente si el oficialismo no logra una victoria clara. La incertidumbre electoral ya está impactando en la demanda de cobertura, y cualquier sorpresa puede desestabilizar aún más al mercado.