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¿Comprar dólares ahora o invertir los pesos?: qué conviene hacer antes de las elecciones

Existe un patrón que parece repetirse: ante la cercanía de una elección, el Gobierno de turno interviene activamente para evitar un salto cambiario
13/08/2025 - 15:45hs
¿Comprar dólares ahora o invertir los pesos?: qué conviene hacer antes de las elecciones

En Argentina, el calendario electoral no solo marca fechas políticas clave, sino que también activa alarmas en los mercados financieros. Cada elección, sea legislativa o presidencial, genera un contexto de "estrés cambiario" en el que el dólar deja de ser sólo una moneda para convertirse en un termómetro de expectativas. Desde 2015, y con mayor notoriedad a partir de las elecciones de 2019, se observa la consolidación de un patrón que parece repetirse con precisión: ante la cercanía de una elección, el Gobierno de turno interviene activamente para evitar un salto cambiario. Esta intervención se hace a través de la tasa de interés.

A lo largo de los últimos diez años, tanto en contextos de cepo como en esquemas de mayor flexibilidad cambiaria, la política monetaria fue utilizada como ancla para contener al dólar y evitar que la incertidumbre electoral se traduzca en una depreciación brusca del peso. Y no sólo eso: en todos los ciclos analizados, apostar al plazo fijo terminó rindiendo más que refugiarse en el dólar. Los datos lo convalidan: aún en contextos de devaluación, la tasa efectiva anual de los plazos fijos superó en promedio a la suba de los distintos tipos de cambio, incluidos el MEP, el blue y el contado con liquidación.

Dólar, pesos y tasas, elección por elección

El caso de las elecciones de 2015 es paradigmático. Con un cepo cambiario en plena vigencia, el dólar oficial se mantuvo prácticamente congelado en torno a los $9, mientras que el blue oscilaba entre $13 y $15. Pese al clima de cambio de ciclo, tras 12 años de kirchnerismo y la llegada de Mauricio Macri al poder, no hubo una devaluación significativa en el corto plazo. La gran corrección llegó recién con el levantamiento del cepo en diciembre, cuando el oficial saltó de $9,84 a $13,95. Sin embargo, durante el periodo electoral, entre las PASO de agosto y la segunda vuelta de noviembre, el dólar oficial prácticamente no se movió, y la tasa efectiva anual de los plazos fijos minoristas se ubicó por encima de las variaciones del dólar blue. Como resultado, ganó el peso.

En 2017, durante las legislativas, el oficial pasó de $17,68 a $18,37, una suba "marginal" del 3,9%. El paralelo se movió en igual magnitud. Nuevamente, la tasa de interés de plazo fijo (23,19% promedio en términos efectivos) superó holgadamente la devaluación. Otra vez, apostar al peso resultó más rentable.

La película cambió en 2019, pero el desenlace fue el mismo. Tras las PASO de agosto, que anticiparon la derrota de Macri frente a Alberto Fernández, el mercado entró en pánico. El oficial saltó de $46 a $57, se reinstauró el cepo y las tasas de interés se dispararon para evitar una espiralización del tipo de cambio. En este caso, el dólar se apreció fuerte, y en días inmediatos a las elecciones. En términos acumulados, las tasas de plazo fijo volvieron a ganarle a la devaluación. A pesar del salto del 37% en el blue y del 44% en el MEP post PASO, la tasa efectiva del plazo fijo superó los 72%. Nuevamente, ganó el peso.

En las legislativas de 2021, el patrón se mantuvo. Con el oficial casi sin cambios y el blue oscilando levemente, las tasas ofrecidas fueron claramente superiores a la depreciación del peso. El Gobierno utilizó la política monetaria para contener la brecha cambiaria en plena campaña. El mismo esquema se repitió en 2023. Con un oficial controlado artificialmente y los paralelos desbordados por la incertidumbre, el Gobierno volvió a subir las tasas para evitar una corrida. La tasa efectiva del plazo fijo minorista llegó a superar el 145% anual en el pico preelectoral. Si bien el dólar paralelo se disparó tras las PASO (el dólar blue pasó de $493 a más de $900), las tasas ya estaban muy por encima de las expectativas devaluatorias. Por eso, incluso en este escenario volátil, quienes permanecieron en pesos obtuvieron rendimientos mayores.

Este comportamiento tiene una explicación política. En contexto electoral, todos los gobiernos intentan mostrar una economía estable. Y el dólar es el principal símbolo de esa estabilidad. Para lograrlo, utilizan la tasa de interés como dique de contención: se ofrecen rendimientos elevados en pesos para desalentar la dolarización. Este patrón es claro: se apunta a apreciar o al menos estabilizar el peso antes de los comicios, a sabiendas de que, una vez pasadas las elecciones, habrá tiempo para corregir los desequilibrios. Así, el ciclo se repite: contención preelectoral y salto posterior.

Este año, en 2025, hay un factor que cambia el juego. No habrá elecciones PASO. Esa instancia, históricamente generadora de incertidumbre y estrés financiero, fue suspendida para este turno. Esto podría alterar la dinámica tradicional: sin la señal anticipada de las primarias, la reacción del mercado podría acumularse y expresarse de forma más abrupta en la previa directa a la elección general. Por ahora, el escenario parece más contenido que en años anteriores. Y las tasas de interés siguen desempeñando su rol de ancla.

¿Conviene pasarse a dólares ahora o quedarse en pesos?

En este contexto, la gran pregunta es: ¿conviene pasarse a dólares ahora o quedarse en pesos? La respuesta no es sencilla, pero hay pistas claras. Un análisis del mercado de futuros, tomando la curva de dólar implícito hasta abril de 2026, permite comparar los rendimientos esperados del dólar con los ofrecidos por los plazos fijos.

Actualmente, la TNA del plazo fijo a 30 días es del 33,65%, lo que equivale a una TEA de 39,36%. Por otro lado, las tasas implícitas del dólar futuro proyectan una TEA de entre 21% y 26% según el mes. En otras palabras: si el mercado no se equivoca y las proyecciones se cumplen, hoy conviene quedarse en pesos.

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Si el mercado no se equivoca y las proyecciones se cumplen, hoy conviene quedarse en pesos

Claro que esta conclusión no está exenta de riesgos. Por un lado, puede bajar la tasa de interés, lo que reduciría los rendimientos en pesos. Por otro, hay un riesgo político y económico latente de que se acelere la devaluación, especialmente si las bandas de intervención se ven desbordadas. Pero es clave recordar que el mercado ya descuenta devaluaciones moderadas en las tasas implícitas actuales. Por lo tanto, sólo si se espera un salto cambiario muy superior al que el mercado proyecta, podría justificarse una dolarización anticipada. De lo contrario, los pesos siguen ganando la pulseada.

Los datos históricos avalan esta estrategia. En todas las elecciones de los últimos 10 años, quedarse en pesos rindió más que anticipar una devaluación. Y esto no fue casual: fue el resultado de decisiones políticas que utilizaron la tasa como ancla para contener expectativas y evitar desbordes. No podemos afirmar con certeza absoluta que este año sea distinto. Sin embargo, sin PASO en el horizonte, el mercado parece transitar una calma relativa. Pero si algo enseña la experiencia argentina es que las ventanas de estabilidad son tan valiosas como frágiles. La clave estará en leer bien los tiempos y ajustar las decisiones a la evolución de las tasas y expectativas devaluatorias.

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