¿Por qué cae el dólar?: las 3 razones que explican cómo hizo Caputo para frenar su suba
La reciente baja del dólar en Argentina responde a un entramado de factores que combinaron ajustes de mercado, intervenciones oficiales y un endurecimiento de la política monetaria. Expertos relevados por iProfesional comentaron que la dinámica cambiaria se apoyó en la credibilidad de corto plazo, en la aparición de oferta de divisas cada vez que la cotización se acercaba al techo, y en las señales del Gobierno que reforzaron la idea de un control firme sobre el tipo de cambio.
En paralelo, los analistas señalaron que el viraje en la política monetaria resultó determinante. La suba de encajes y el retiro de liquidez impactaron de lleno en el sistema financiero, llevando a un salto abrupto de tasas de interés que duplicaron sus niveles en cuestión de días. Esto generó un freno inmediato en la expansión del crédito privado, al mismo tiempo que aumentó la carga de intereses del Tesoro y acortó peligrosamente los plazos de la deuda.
Asimismo, indicaron que la eliminación de instrumentos como las Lefis y el esquema de remonetización modificaron la forma en que el Tesoro y el Banco Central administraron los pesos disponibles. El financiamiento interno se volvió más costoso y complejo, mientras que el dólar oficial pasó a ser la principal variable de ajuste tras el levantamiento parcial del cepo. En ese escenario, el riesgo país se mantuvo elevado y el acceso al crédito externo continuó cerrado, lo que reforzó la dependencia de medidas locales.
Para los especialistas, el resultado es un dólar contenido a costa de un programa económico mucho más contractivo. La estrategia estabilizó la divisa en el corto plazo, pero al precio de enfriar la actividad y deteriorar el crédito. Con vencimientos de deuda exigentes por delante y en vísperas de un proceso electoral clave, la gran incógnita quedó en torno a la sostenibilidad: hasta qué punto se podía sostener un esquema basado en tasas altas, encajes crecientes y un ajuste monetario que replicó la lógica de los programas con el FMI de años anteriores.
El rol del cepo y el arbitraje cambiario
La consultora Eco Go explicó que la eliminación parcial del cepo cambiario, dispuesta el 14 de abril en el marco del acuerdo con el FMI, modificó profundamente la estrategia económica. El cepo se levantó para personas, aunque no para empresas, lo que generó un arbitraje inmediato entre el dólar oficial y el contado con liquidación. Esa operatoria permitió operar sin brecha cambiaria, sostenida por una fuerte formación de activos externos que alcanzó los u$s 9.600 millones hasta junio, de los cuales apenas el 18% permaneció dentro del sistema financiero.
De esta manera, el dólar oficial pasó a convertirse en la principal variable de ajuste. El déficit de cuenta corriente proyectado para 2025 se ubicó en torno al 2% del PBI, unos u$s 14.000 millones, lo que sumó presión adicional sobre las reservas.
Aunque el arbitraje y la oferta puntual de divisas contuvieron al dólar en el corto plazo, el financiamiento externo siguió cerrado. El riesgo país se mantuvo elevado, en torno a los 712 puntos básicos, reflejando que no existía margen para acceder a crédito internacional en condiciones normales.
En ese marco, el financiamiento local se volvió más complejo. El Tesoro tuvo que recurrir a mecanismos de deuda interna y a medidas contractivas que limitaron la liquidez disponible. Así, el dólar se sostuvo, pero a costa de una estrategia cada vez más frágil.
Suba de encajes y endurecimiento monetario
El segundo factor que Ecolatina identificó como clave fue la política monetaria. La suba de encajes bancarios y el retiro de liquidez afectaron de lleno al sistema financiero. Los encajes en el Banco Central treparon a $18,8 billones en agosto, un salto de $4 billones respecto de los meses anteriores, como consecuencia del aumento de los requisitos del 20% al 40% y la cancelación parcial de integraciones con títulos públicos.
El Banco Central sumó presión con nuevas subastas para absorber pesos y estableció un incremento de 5 puntos porcentuales en los encajes para cuentas a la vista, que alcanzarían el 45% entre agosto y noviembre. Estas decisiones reflejaron un endurecimiento que encareció la operatoria bancaria y generó tensiones de liquidez.
Según Eco Go, este viraje se profundizó tras el desarme de las Lefis, implementado en julio. La eliminación de ese instrumento disparó la volatilidad y empujó un fuerte aumento en las tasas interbancarias, que pasaron de 30% TNA a casi 70% TNA en apenas una semana.
En este contexto, el crédito privado se frenó bruscamente. El endurecimiento monetario buscó contener la presión cambiaria, pero a costa de enfriar la economía y aumentar la carga de intereses que debía afrontar el Tesoro.
Impacto en el crédito y en la actividad económica
El endurecimiento monetario golpeó directamente al financiamiento. El stock de adelantos en cuenta corriente cayó de $9,3 billones en julio a $8,4 billones en agosto, mientras las tasas treparon del 38% TNA al 76% TNA. Esta dinámica reflejó el encarecimiento del crédito y la menor liquidez disponible para el sector privado.
Los analistas señalaron que, con salarios apenas acompañando a la inflación, el consumo se vio limitado. La desaceleración del crédito hipotecario y prendario impactó en la actividad económica en general.
La consultora advirtió que este endurecimiento no solo generó un freno en el crédito, sino que también acentuó la dependencia del Tesoro hacia los bancos, que debieron integrar cada vez más encajes mediante títulos públicos. Esto planteó interrogantes sobre la sostenibilidad de la estrategia.
El esquema se volvió similar al implementado en 2018 bajo el segundo acuerdo con el FMI: déficit cero, crecimiento nulo de la base monetaria y tasas elevadas como ancla cambiaria. El resultado fue un dólar contenido en el corto plazo, pero con un fuerte costo en la economía real.
Riesgo país, deuda y sostenibilidad política
Ecolatina subrayó que los vencimientos de deuda hasta diciembre sumaban $92 billones, con más de la mitad concentrada antes de las elecciones legislativas de octubre. Ante este panorama, el Gobierno buscó oxigenar su programa financiero mediante licitaciones ad hoc que permitieran a los bancos integrar encajes con títulos públicos.
Eco Go, por su parte, advirtió que la dinámica de financiamiento local se volvió cada vez más restrictiva y que la dependencia de deuda interna limitaba la flexibilidad del Tesoro. La estrategia, aunque efectiva para contener al dólar, abrió interrogantes sobre su continuidad.
El objetivo político fue claro: desinflar a toda costa para llegar a las elecciones con estabilidad cambiaria. Para ello se mantuvieron tasas altas, se endurecieron encajes y se reforzó la señal de que el dólar oficial tenía un límite.
La incógnita queda planteada en torno a la sostenibilidad: ¿hasta qué punto se podía mantener un esquema basado en tasas crecientes, liquidez restringida y dependencia del financiamiento interno sin provocar un deterioro mayor en la economía real?