ALTERNATIVAS

Deuda con tarjeta: las estrategias de los bancos para refinanciar los saldos impagos del cliente

Si bien abonar el pago mínimo suele ser una alternativa cada vez más usada, es solo un alivio momentáneo, ya que se engrosa la duda del mes siguiente
Por A.L.
FINANZAS - 19 de Septiembre, 2025

Cuando los resúmenes de las tarjetas de crédito se vuelven impagables, la reacción más habitual de los usuarios es recurrir al pago mínimo. Esta alternativa puede dar un alivio momentáneo, pero en realidad abre la puerta a tener una deuda. 

Uno de los problemas es que el saldo pendiente se financia automáticamente con tasas muy elevadas, lo que engrosa la deuda del mes siguiente.

De este modo, cada período el monto impago se incrementa exponencialmente, ya que los intereses se calculan sobre el capital original más los acumulados. Así, una deuda en apariencia manejable se vuelve rápidamente asfixiante, comprometiendo una parte cada vez mayor de los ingresos del deudor.

Deuda con tarjeta: las consecuencias de abonar solo el pago mínimo

Una de las primeras consecuencias es el deterioro del historial crediticio. Cuando esta práctica se vuelve habitual, afecta de manera directa la reputación financiera del cliente, lo que puede dificultar el acceso a futuros créditos o préstamos.

Otra consecuencia es la reducción del límite disponible. A medida que la deuda se acumula, el margen para realizar nuevas compras disminuye, limitando la capacidad de uso de la tarjeta de crédito.

Finalmente, existe el riesgo de inhabilitación. Si el problema persiste en el tiempo, el banco puede optar por suspender o incluso cancelar la tarjeta, además de restringir otros productos financieros asociados.

Deuda con tarjetas de crédito: las estrategias para refinanciar los saldos impagos

Para refinanciar saldos impagos de una tarjeta de crédito, la alternativa principal es el plan de cuotas automáticas, que el banco impone sobre el saldo adeudado, o solicitar un préstamo personal o préstamo de consolidación para agrupar y pagar la deuda.

Otra opción es la transferencia de saldo a otra tarjeta con tasas más bajas, o negociar directamente con la entidad emisora un plan de pagos especial o reestructuración.

A continuación, detallamos las formas en que se puede refinanciar los saldos impagos:

1. Plan de cuotas automáticas (o financiación de saldo impago)

El banco refinancia el saldo impago de forma automática en cuotas, lo que te permite postergar el pago total del monto.

En estos casos, hay que tener en cuenta lo siguiente:

  • Costo: se aplican intereses, aunque el Banco Central establece topes normativos para estas tasas.
  • Impacto en el límite: tu límite de compra disponible se reduce mientras pagas las cuotas de la refinanciación.
  • Precancelación: podés precancelar total o parcialmente el saldo financiado en cualquier momento sin costo, solo se devengan los intereses hasta la fecha de precancelación.

2. Préstamo personal o de consolidación de deudas

Solicitás un préstamo con un banco para saldar tu deuda con la tarjeta de crédito y luego pagás una única cuota mensual del préstamo personal.

En este caso, estas son las ventajas:

  • Tasas competitivas: si tu banco ofrece tasas favorables, puede ser una alternativa interesante.
  • Consolidación: permite agrupar varias deudas (no solo de tarjetas) en un solo préstamo, simplificando los pagos.

3. Negociación directa con la entidad emisora

Si tenés dificultades extremas para pagar, podés acercarte al banco o a la entidad que emite la tarjeta para negociar un plan de pagos especial o una reestructuración de la deuda.

Es importante hacerlo antes de caer en mora, ya que negociar un plan de pagos siendo un deudor moroso es muy difícil y puede generar costos altísimos.

Crece la morosidad en pagos de tarjetas y préstamos personales

Una combinación de altas tasas de interés, inflación persistente y salarios rezagados está generando un problema en el sistema financiero: la morosidad en el pago de tarjetas de crédito y préstamos personales está en aumento y ya supera el 5%.

Este incremento, que se espera que continúe hacia fin de año, refleja la creciente dificultad de los consumidores para hacer frente a sus deudas en un contexto económico complejo.

El salto en el costo del financiamiento se produce en un momento en que el crédito al consumo venía creciendo de manera sostenida. Sin embargo, los ingresos de los argentinos no acompañaron este ritmo, lo que ha provocado un descalce entre el dinero que entra a los hogares y el monto de las deudas. Datos oficiales de mayo indican que la mora en tarjetas de crédito alcanzó el 4,2%, más del doble que el año anterior, y en préstamos personales trepó al 5,6%.

Las tasas para financiar saldos impagos con tarjetas de crédito se encuentran actualmente entre el 76% y 90% nominal anual, lo que eleva el costo financiero total (CFT) por encima del 100% al sumar impuestos y gastos administrativos. En el caso de los préstamos personales, el CFT para un buen tomador puede superar el 140% a cuatro años. La presión impositiva, que agrega IVA e Ingresos Brutos, agrava aún más la carga sobre el presupuesto familiar.

Este aumento en la morosidad refleja no solo el alto costo del crédito, sino también la fragilidad de los ingresos reales de la población. Con la mayoría de los argentinos bancarizados, las familias dependen cada vez más de líneas de crédito que, lejos de ser una alternativa accesible, se están convirtiendo en un riesgo creciente para su economía.

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